Si los pecados ajenos–para usar un lenguaje religioso–, nos liberaran de nuestras culpas, todos seríamos mutuamente inocentes. Todos lanzaríamos la primera piedra, porque otros han pecado más, por que las culpas ajenas se convertirían –en esta acabada forma de la hipocresía—, en nuestras virtudes.

Pero ni las bondades del prójimo ni sus agravios a la ley divina nos llevan a la pena o a la redención. Cada quién es responsable de sus acciones y no se pueden mirar las estatuas de sal de nuestro pasado. Menos del pasado ajeno.

Sin embargo, en el lenguaje tradicional de la izquierda, siempre chillona y auto justificante, todo se explica comparándolo con el pasado. La vida en el espejo retrovisor. 

–En el pasado los conservadores y neoliberales, apátridas y todo cuanto se acumule, robaban a manos llenas y desfondaban al país. Estas son insignificancias. 


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Si esa forma de razonar un asesino podría declararse inocente si se le compara con quién ha matado a diez personas. Aquel mató más, diría en busca de su absolución.

Así pues, las justificaciones de los más viscosos defensores del presidente de la República (Mario Delgado, el más gelatinoso de todos), cuyo segundo hermano ha sido exhibido como recaudador o beneficiario (lo mismo da), de los dineros muníficamente distribuidos por David León Romero, un pagador de favores o repartidor de fondos para el “movimiento” (antes se decía para “la causa”), resultan inadmisibles.

A nadie se le ha ocurrido, hasta ahora, indagar de dónde venían los dineros con cuyo volumen, David León hinchaba el talego, ya como versión contemporánea de Leona Vicario o como cajero automático precursor del Banco del Bienestar.

–¿De dónde obtenía los recursos para dispersarlos, entre otros, a Pío López Obrador, como ya queda dicho y establecido en una causa cuyo sueño profundo supera al de Blanca Nieves en el cuento de Grimm? porque no será el fiscal “carnal”, Ortiz Pinchetti, quien avance en estos asuntos. Menos el tribunal.  

Pero cuando esas cosas salen a la luz, la explicación –como dice Pessoa: no explica nada o en locución de los latinos, “expressa nocent,non expressa non nocent”; es decir, “lo expresado daña; lo no expresado, no daña”; así pues, si no hubiera muestras de un manejo, por decirlo con benevolencia, irregular, no hablaríamos de ellos, ni en este caso ni en los anteriores “bejaranazos”.

El tema importante es la condición pública de los protagonistas en estas grabaciones, de origen misterioso. ¿Quién grabó y con cual motivo?

¿Son prueba de cumplimiento de los deberes de distribución, para evitar acusaciones o sospechas de haber ordeñado los fondos en el camino?, lo cual se conoce como el “piquete de ojo”. 

Quizá. 

Pero también se pudieron conservar estos documentos (este viene del 2015, nos dicen) para guardar incriminatorios expedientes de protección de quien distribuía los fondos, en contra de quien los recibía, porque de acuerdo con (again) Mario Delgado, presidente de Morena, (quien luego luego se arrepintió de no haber esperado la versión oficial del préstamo personal), estos fueron donativos, así como óbolo fueron los billetes en manos de Pío.

Pero aún así hay una pregunta envolvente en todo este asunto:

¿Cómo se financió el movimiento hoy llamado Morena durante tantos y tantos años, al menos desde 2006?

¿Quiénes fueron sus benefactores, quienes sus administradores? ¿Cuánto dinero cupo en sus arcas?

Conocemos la asociación civil, “Honestidad Valiente”, por ejemplo, cuyo promotor fue el senador Gabriel García a cuyo santo ahora le ve la espalda, pero nunca hemos conocido — es un asunto de interés público como las asociaciones políticas y los partidos–, ni el origen, ni los compromisos derivados de todo ese platal circulando durante todo este tiempo.

Algún día se sabrá todo esto, como también se conocerá el nombre de la “Garganta profunda” de Carlos Loret de Mola y su trabajo periodístico. Mientras…

Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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