Dos asuntos relacionados, al parecer sin vínculo alguno, pero por lo visto conectados a través del hilo conductor de la excepcionalidad política, la hondura intelectual del pensamiento transformador y su enorme compromiso con la historia, (una carta y un proyecto legislativo) nos han permitido comprender ideas tan profundas como para momentáneamente desubicar a pensadores de la talla de Gerardo Fernández Noroña o Patricia Armendáriz.
En ninguno de los dos casos puede pasarse por alto la gran capacidad política, su indudable formación filosófico humanística; su enorme cultura y su compromiso social. Son ambas personas conmovedoramente ilustradas y cultas.
Sin embargo, aún para ellos el documento más célebre de los últimos meses, resultó una sorpresa de dura comprensión. Es uno de los privilegios de vivir en estos tiempos estelares, como le ha llamado la IV-T al sexenio, dejando reducidas las estrellas del cielo a vagos y lejanos resplandores.
Por eso, por el enceguecedor lampo de la carta presidencial, hasta los ojos de doña Patricia, acostumbrados a mirar con pasmo cercano el fulgor de nuestro señor presidente, escribió fiel y previsora:
“Por favor SRE favor de salir a desmentir que este burdo escrito provenga efectivamente del Gobierno federal de López Obrador”.
Pero no, no se trataba de una noticia falsa, mucho menos un burdo bulo de sabotaje. Se trata del luminoso y patriótico compendio oportuno y valiente del pensamiento presidencial cuyo brillo convierte a una supernova de Andrómeda en foquito de Belén.
Y ya lo sabemos, la oscuridad y el mucho sol, producen el mismo efecto: no nos dejan ver. Y la luz la cegó. Pero no sólo a ella…
Ese resplandeciente texto, también nubló por momentos la agudeza del compañero Fernández Noroña, quien como Santo Tomás albergó duda ante el milagroso prodigio de la contundencia política. Hombre de poca fe.
Después explicaría:
“La verdad que sí. Me parece muy desafortunado. Pensé que era falso. Pero me parece, por decirlo suave, poco diplomático; podría ser enérgico sin ser panfletario”
Pero a fin de cuentas siempre se puede hundir el dedo en el costado y comprobar cómo la verdad supera a la fe o –en este caso– a la duda.
Pero los grandes pensadores son así, hasta cuando les llegue el momento de servir como fuente de inspiración para otras obras.
Por eso quiero ahora ofrecer otro párrafo de la (ya citada aquí) Constitución de la República Federal y Multicultural de México. En sus bases alude a los manantiales ideológicos, con cuya herencia se inspiró el documento. Es maravilloso el recuento del equipaje mental e histórico de los constituyentes, a la hora de nutrir la redefinición de la patria misma…
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“…A) La historia nacional, el espíritu social y los grandes avances de la Constitución de 1917, así como el pensamiento y el ejemplo de Gertrudis Bocanegra, Miguel Hidalgo y Costilla, Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, José María Morelos y Pavón, Benito Juárez García, Ricardo Flores Magón y del Partido Liberal Mexicano, Felipe Carrillo Puerto, José Vasconcelos, Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Lázaro Cárdenas del Río, Valentín Campa Salazar, Othón Salazar, José Revueltas, Demetrio
Vallejo Martínez, Heberto Castillo Martínez, Rosario Ibarra de Piedra y Nestora Salgado…”
¿Se imaginaban juntos a Don Benito y a Nestora?
Y sigue:
“…B) las grandes contribuciones del pensamiento ético, crítico, social y político mundial expresado por Heráclito de Éfeso, Sócrates, Platón, Aristóteles, Jean Jacob Rousseau, Immanuel Kant, Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Karl Marx, Friedrich Engels, Friedrich Nietzsche, José Martí, Vladimir Ilich Lenin, León Trotsky, Joseph Stalin, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, Augusto
César Sandino, José Mariátegui, Mahatma Gandhi, Mao-Tse Tung, Ernesto Che Guevara, Fidel Castro, Martin Luther King, Salvador Allende, Olof Palme, Nelson Mandela, Ignacio Martín Baró, José Saramago, Eduardo Galeano, Noam Chomsky, Hugo Chávez, José Mújica, Evo Morales y Rafael Correa”.
La verdad yo ignoro si Bolívar puede compararse con Evo.