El caso más cercano es el del comisionado Alfredo Castillo, a quien su reunión con El Abuelo, Juan José Farías, un señor de oscura fama, le ha salido muy caro.
Para nadie es un secreto el relevante papel contemporáneo de la radio informativa. En el cuadrante hoy día hay más de cien emisiones de este tipo, algunas importantes, otras no tanto, pero todas al aire tanto en Amplitud Modulada como en Frecuencia Modulada. Algunas llegan a los usuarios de teléfonos inteligentes mediante aplicaciones diversas; otros las siguen por internet, muchos noticiarios se difunden simultáneamente por la televisión cerrada o abierta.
En fin, el bombardeo al escucha es inmenso.
Pero la materia prima de estos informativos es una en muchos casos: la vanidad.
Algunos políticos —no voy a decir ahora nombres— miden su calidad de gestión en el número de “salidas” a los medios. Los medios, por su parte, basan su credibilidad en la despiadada forma como pueden desollar a un tartamudo cuya entrevista se convierte en una comparecencia ante el improvisado tribunal del morbo y no en la posibilidad de ofrecer información útil para el público. Se trata de exhibir deficiencias, no de informar.
Los medios, ya lo sabemos, piensan en los ciudadanos sólo al final, cuando ya han dirimido sus disputas entre grupos de poder, por encima (como dice Umberto Eco) de las cabezas del inerme consumidor de la información. Se golpea al gobierno para forzarlo a decidir a favor de un grupo o de otro, no en función de una crítica leal.
—¿Viste qué chinga le pusieron a fulano o a zutano en el noticiero de mengana o de mengano?
Y mala está la cosa cuando el escarnio, la exhibición de potencias mínimas en los funcionarios sustituye a un mecanismo de comunicación hasta ahora inexistente. El caso más cercano es el del comisionado Alfredo Castillo, a quien su reunión con El Abuelo, Juan José Farías, un señor de oscura fama, le ha salido muy caro, pero no tanto como sus explicaciones posteriores frente al tribunal del micrófono desde el cual es muy fácil poner a cualquiera contra la pared.
En ese sentido, hay dos cosas notables.
La primera, como diría Juan Gabriel: ¿Pero qué necesidad? Cuando los funcionarios del gobierno aprendan a controlar ellos los medios y no dejarse controlar por los medios, tendrán mejores resultados. Hablar cuando se quiere y con quien conviene. Alejarse de los medios de consigna; no acudir a donde los espera una celada radiofónica, preparar la entrevista mediante escenarios previos en los cuales se enfrenten a los mismos cuestionamientos, pero con tiempo para preparar respuestas y salidas, etcétera.
Eso se denomina estrategia de medios, entrenamiento de medios. No sé cuántos lo sepan, pero yo he visto naufragar a presidentes de la República en manos de un cualquiera sólo por no saber cómo se contesta cuando le preguntan si toma Prozac.
Y en el caso de la estrategia michoacana, urge un buen entrenamiento de medios para los voceros. Estos dos ejemplos son demoledores. El primero de Alfredo Castillo en MVS. El segundo de Monte Alejandro Rubido en Milenio:
1.—“Me dice (El Abuelo): ‘Quiero decirle, yo me llamo tal, en su momento fui acusado por temas de delincuencia organizada, fui absuelto -me dice- fui absuelto, tengo una sentencia absolutoria por lo que hace a delincuencia organizada. Si estoy aquí, es porque le quiero pedir que si se hace una investigación se haga conforme a derecho y que no tengamos esta situación de testigos protegidos y dichos y demás, sino que a final de cuentas se pruebe y se pruebe bien si existe algún vínculo, pues para no vivir con estos señalamientos…
“…En ningún momento, y esto sí te lo puedo dejar perfectamente claro, definido y de manera tajante, en ningún momento, en este caso la comisión o el gobierno federal han buscado el más mínimo acercamiento con una organización de este tipo, para buscar cumplir un objetivo. Nada más alejado de la realidad”.
2.—Monte Alejandro Rubido García, secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, aseguró que los autodefensas interlocutores del gobierno federal en Michoacán no pertenecen al crimen organizado, aunque aceptó que “estará siempre latente” la posibilidad de que detrás de algunos pueda haber criminales.
“Se firmó un acuerdo y con quienes firmaron este acuerdo tenemos la certeza de que no hay ese vínculo”, puntualizó, luego de referirse a la breve plática del comisionado Alfredo Castillo con Juan José Farías, quien en 2009 fue señalado por el gobierno federal por tener vínculos con el cártel de Los Valencia.
—¿Se puede garantizar que no lo sorprendan una vez más? —se le preguntó.
—Sí, insisto: quienes firmaron son personas sin ningún tipo de vínculo con la delincuencia”.
PROPAGANDA
Cambian los mensajes de la Cámara de Diputados. Del autoelogio estéril al servicio social pleno. Así lo explica el presidente de la Mesa Directiva, Ricardo Anaya:
“…Queremos hacer un ejercicio serio de autocrítica el día de hoy y reconocer que en el pasado muchos de estos tiempos oficiales han sido utilizados para difundir mensajes que no tienen utilidad alguna para los ciudadanos.
“Lo que estamos proponiendo el día de hoy es un cambio de paradigma para transitar de propaganda sin utilidad para los ciudadanos a información útil para la gente, es decir, de propaganda inútil a información que sirve a los ciudadanos.
“De ahora en adelante, los mensajes que estaremos difundiendo cumplirán con tres requisitos básicos: primero, que contengan información que no conozca la ciudadanía; segundo, que esa información sí sea útil para los ciudadanos y, tercero, que pueda reportar beneficios concretos para las mexicanas y para los mexicanos”.
Quizá se haya descubierto, por fin, el significado del concepto “comunicación social”. Al menos en la Cámara.
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