Quizá sea una expresión del arraigado colonialismo nacional o como dice nuestro himno, “mexhincados al grito de guerra”, pero de un tiempo a esta parte hemos supuesto infalible todo cuanto nos venga del extranjero. Sólo nos falta declararnos admiradores de Donald Trump.

Por eso es importante analizar el diferendo entre la señora Isabel Miranda y el relator especial de la ONU contra la Tortura, Juan Méndez, quien quizá como aportación al Día Internacional de la Mujer, le pidió a la doña el favor de no decir estupideces.

El diferendo se expresó en entrevistas difundidas por Radio Fórmula cuyo portal lo consigna de esta manera:

“La presidenta de Alto al Secuestro, Isabel Miranda de Wallace, reveló que el relator Especial sobre la Tortura y Tratos Crueles de Naciones Unidas (ONU), Juan Méndez, le facilita las cosas a una red de corrupción que usa los derechos humanos para liberar criminales.

“Asimismo, en entrevista para el programa «Ciro Gómez Leyva por la mañana», aseguró que Juan Méndez hace unas recomendaciones de forma banal y sin metodología.

“Mientras que otros sujetos como José Antonio Guevara, director de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, obtienen recomendaciones, liberan criminales y hasta les consiguen dinero a través de la Comisión de Ejecutiva de Atención a Víctimas.

«Estamos amolados Ciro (le dijo al conductor Gómez Leyva); no podemos tener esta clase de derechos humanos donde solo defienden a procesados y las víctimas se quedan con un violín en la mano, estos señores y estas organizaciones, yo los exhorto que si quieren tener una noble causa, defiendan a víctimas del delito.

«Juan Méndez no recibe el dinero, quien los reciben son las organizaciones que tramitan; sin embargo, Juan Méndez les facilita el trabajo a todas estas organizaciones, -Juan Méndez le facilita el trabajo a una red de corrupción que se sirve de la tortura para hacer dinero-, es que así lo están haciendo como negocio.

«En el caso Alfonso Martín del Campo, hoy quieren pedir cinco millones de reparación de daño».

“Sobre el informa de Juan Méndez, Miranda de Wallace, lamentó que el basó su informe sobre la tortura luego de visitar solo cuatro estados de la República mexicana, haciendo entrevistas en algunos penales de dichas entidades.

Lo anterior, dijo, «no nos refleja verdaderamente la realidad de lo que estamos viviendo»; el informe del relator Méndez «hace aparentar que todos los procesados y todos los imputados son torturados, y lo están utilizando como una forma de evadir su responsabilidad».

«El señor Juan Méndez se ha tomado el atrevimiento de pasar por nuestro país emitiendo recomendación de tortura sobre unos militares, y pidiendo su libertad», puntualizó”.

La señora Miranda ha pisado un callo muy gordo. Al parecer no sabe lo arriesgado de criticar a cualquiera de estos profesionales de lo “políticamente correcto”, quienes amparados por el más grande de los membretes del planeta; la Organización de las Naciones Unidas, han logrado un prestigio internacional desmesurado, como sucede con los empleados y contratados por otros organismos internacionales, como por ejemplo la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos.

Ellos, digan cuanto digan, así sea una encuadernación oportuna de informes ajenos adobados con el nuevo lenguaje de la neo democracia global, son como el Papa de Roma: infalibles. Nadie tiene derecho de analizar sus análisis, ni hurgar en sus investigaciones refritas , ni mucho menos dudar de la veracidad de su palabra.

No es palabra de Dios (hace mucho el supremo hacedor no nos habla), es verbo de las Naciones Unidas. Y con eso debería ser suficiente para acatar sus designios, obedecer sus consejos y de paso dejarse gobernar por ellos.

Al menos esa es su aspiración.

Por eso Juán Méndez responde con  esta sobrada altivez:

«De ningún modo hablaré de las declaraciones de Isabel Miranda de Wallace, la señora puede decir lo que quiera y el señor Gómez Leyva puede darle micrófono a cualquier idiotez, pero yo no me rebajo a ese nivel de debate (¡Ay!, tú, María Cantú, decían los niños en monterrey)».

Pues ni hablar, Juan Méndez además de exhibido, se declara discípulo de José Alfredo Jiménez y canta mohíno:

“… me sentí superior a cualquiera…”

Y ella le contesta con un bolero maravilloso:

“… hoy resulta que no soy de la estatura de tu vida…”

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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