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A estas alturas ya no queda ninguna duda sobre la riesgosa naturaleza de las alianzas entre los opuestos. No podemos otorgarle aplicabilidad a la ley magnética de la atracción de los polos contrarios, ni darle valor ético a una imaginaria fidelidad mutua en tiempos de contienda, así sea con la teóricamente plausible intención de terminar con los cacicazgos, así sea fabricando unos nuevos.

La vieja frase del balazo en el pie se cumple de manera constante. Revisemos algunos ejemplos.

En años recientes el Partido Acción Nacional sostuvo buena parte de su fuerza en los éxitos (algunos logrados por la alianza con el salinismo, como en Guanajuato) en la zona central del país, especialmente en El Bajío. La única excepción era Zacatecas, donde se gestaba paso a paso el neocaciquismo de la familia Monreal mientras un integrante de otra “sagrada familia” (la panista), el senador José Isabel Trejo, El Chabelo, compensaba derrotas partidarias con negocios personales, hasta convertirse en un cómodo opositor para el Partido de la Revolución Democrática.

A tanto llegó la docilidad en la trinchera de enfrente como para ser conocido como el candidato oficial panista… de Amalia García.

Sin embargo, la historia comenzó a cambiar hace cosa de tres años cuando el PAN incorporó a Cuauhtémoc Calderón (a ver cuando aparece un Felipe Cárdenas) y como candidato “ciudadano” logró una extraña victoria con la cual la hegemonía del PRD se vio fracturada.

Pero hoy, el panismo tradicional insiste en imponer a su líder vitalicio, Chabelo Trejo, a pesar de los múltiples descalabros electorales. Algo así como la terquedad con la cual en Tabasco el PRD ha insistido una y otra vez en Raúl Ojeda.

Lo incomprensible es cómo se insiste en un perdedor cuando se tiene a la mano a un ganador, mientras los de enfrente están dispuestos a lograr hasta una alianza PRI-PT para lanzar a quien Ricardo Monreal quiera con tal de borrar del mapa el “amalismo zacatecano”, del cual es epígono Antonio Mejía Haro, un connotado veterinario emigrado –como Monreal— del PRI.

Como se ve, la lealtad y la congruencia sufren castigo mientras el oportunismo y la promoción con base en encuestas propias, como las de Chabelo (y tan creíbles como si las hiciera Xavier López), le permiten avances a la incongruencia.

Pero todo eso se llama democracia.

Mientras tanto, en Durango las cosas también tienen sus bemoles. El PAN dominaría la alianza en el estado mediante la posible aportación del 70 por ciento de los votos a través de la presentación de José Rosas Aispuro, otro priista emigrante a quien hubieran mantenido en las filas tricolores únicamente con la oferta de una presidencia municipal.

Pero el gobernador Ismael Hernández Deras —como dicen ahora— leyó la realidad de otra manera.

Sin embargo, en la postura del PAN hay cosas incomprensibles, por ejemplo, aceptar la posible postulación de Gonzalo Yáñez para contender por la capital del estado. Ahí el PAN tiene candidatos con peso en la suma electoral y esta aceptación sumisa no se entiende especialmente si se recuerdan las instrucciones y condiciones de César Nava: “nada con los obradoristas”.

Pues no le hicieron caso ni éstos ni los suyos. La candidatura de Yáñez, enemigo histórico de Acción Nacional y colaborador sumiso de AMLO, será definida por una encuesta encargada a una agencia local de opinión pública, cuyo trabajo siempre ha tenido como clientes al PT y al gobernador Hernández.

Y si ya nos hemos metido en asuntos de opinión, encuestas y por consiguiente imagen política, alguien debería revisar paso a paso los pasos de “alguien” cuyas relaciones le hacen simple promover —desde Los Pinos— la imagen de Ernesto Cordero, el secretario de Hacienda, cuya mayor aportación a la economía ha sido solicitar auxilio para una reforma política en lugar de una transformación hacendaria.

Muy pronto brotará el tema de cómo las bonificaciones de las empresas encuestadoras y de imagen contratadas desde la oficina de Alejandra Sota, coordinadora de estrategia del presidente Calderón, se convierten en beneficios para la construcción de la incipiente imagen de Cordero, quien a pesar de todo es un hombre desconocido por la mayoría y mal calificado por una minoría.

Diga Cordero cuanto quiera decir en torno de sus aspiraciones futuras, pero su ubicación por debajo de Vázquez Mota, Lujambio y Lozano lo tiene desesperado. No levanta ni con Royal.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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