–Bueno, ¿por fin cómo se va a llamar el programa?

–Un día sin auto, dijo Leonardo Femat, Director de Comunicación Social del Departamento del Distrito Federal.

–No creo, eso suena como una imposición confiscatoria. No va a caer bien. No limitemos el automóvil; limitemos el uso del automóvil, dijo Manuel Camacho Solís, jefe del Departamento del Distrito Federal.

Jorge Gamboa de Buen, secretario de Planificación y Ramón Ojeda Mestre desde la subdirección de Ecología, ya habían planteado le mecánica de suspender diariamente la circulación de la quinta parte del parque privado de transporte personal. Había casi dos millones y medio de automóviles. Esa restricción y la verificación obligatoria y universal de los motores y el control de sus emisiones, eran parte de la apuesta ecológica con la cual Manuel Camacho construía con paciencia y osadía, una candidatura presidencial jamás lograda.

El desenlace y las consecuencias ya son de todos conocidas.

–¿Cómo lo vamos a presentar, ¿cómo le vamos a decir a la gente que ya no puede circular diariamente? Van a invocar el derecho constitucional del libre tránsito.

–Los derechos constitucionales son para las personas, no para los autos. La gente circula; el auto se queda estacionado, así lo debemos operar.

la medida, anunciada con platillos y tambores como el principio de la recuperación ecológica (al menos en cuanto a la calidad el aire) en la ciudad de México, fue anunciada como provisional, temporal o experimental y como sucede aquí con las cosas provisionales: se quedó para el resto de los tiempos. De aquí a la eternidad.

Pero como quien inventa la ley inventa la trampa, el programa comenzó a llenarse de excepciones.

Calcomanías uno y dos, de acuerdo con los modelos; después cero para circulación cotidiana, luego doble cero para demostrar la inocuidad de los motores nuevos; después la serie interminable de triquiñuelas, recursos y recovecos; la corrupción inevitable de los “verificentros”, la adopción de los convertidores catalíticos, el atado del cumplimiento al pago de las multas por otros motivos, la burocracia, la exacción, el doble cobro; en fin, la expulsión de los privados, la doble verificación para autos comerciales, blindados y de servicio público y finalmente la inevitable presencia de huizacheros y leguleyos para convertir a la Suprema Corte de Justicia en la alcahueta de la libre circulación al amparo de los derechos de quien sabe cuál invocación. Todo eso hizo inútil  (o limitado, al menos) un programa cuyo aislamiento jamás fue solución de problema alguno.

Carente de noción metropolitana en un sistema donde cada quien defiende su feudo (ni siquiera pueden los radares fotografiar con consecuencias las placas de los infractores de otros estados, por ejemplo) la megalópolis no tiene una política regional para un problema regional.

Y tampoco tienen, ninguno de estos estados, una idea clara de cómo sustituir los motores de combustión interna por propulsores eléctricos. Ya después e debería hacer algo con las industrias contaminantes. Pero en ningún sentido se hace nada; controles insuficientes, verificaciones innecesarias, combustibles “mejorados”; pero la cosa es sencilla: estamos como hace quince años o peor.

Hace quince años no habíamos desperdiciado 15 años.

El estado de México, Puebla, Morelos, Hidalgo y la ahora CDMX tiene fronteras políticas, pero no las tienen aéreas. El mugrerío se asienta sobre el valle y sus alrededores y la serranía forma una barrera infranqueable. Es como estar dentro de una cazuela con tapa de humo y polvo.

–¿Y ahora?

–Ahora ya es demasiado tarde, diría una voz de ultratumba.

PREMIO

“Agronoticias” se llama una emisión informativa de TV insertada en varios canales de los sistemas públicos del Estado. Ya se ha emitido más de 500 programas de esa serie producida por un equipo al mando de Manuel Palazuelos, sobre una idea original de Abelardo Martín y Virginia Bello, ex directora de Radio Educación.

Por primera vez un esfuerzo de este tipo, generado desde la SAGARPA, donde Abelardo Martín era Director de Comunicación Social, recibe un Premio Nacional de Periodismo. Ayer se lo entregaron en el Club de Periodistas.

Felicidades al secretario José Calzada y su equipo.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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