Anoche el Grupo Editorial Crónica, entre cuyos afanes está la elaboración y publicación del diario ahora en sus manos (o sus ojos, si nada más consulta la versión web o mira la TV) entregó sus premios anuales a la calidad, el esfuerzo y a fin de cuentas el ejemplo de algunos mexicanos de alta calificación profesional.
En el hermoso edificio del Colegio de Niñas en el Centro Histórico de esta ciudad, donde ahora se aloja el Club de Banqueros, Crónica entregó sus distinciones anuales a José Antonio Ruiz de la Herrán, José Narro Robles, Alfredo Harp Helú y Francisco Ibarra López.
No será esta columna el espacio para analizar sus méritos. Eso ya se ha dicho y se dice en nuestras ediciones, pero sí vale la pena ahora explicar cuál es el sentido de estos reconocimientos. A mi modo de ver, voltear los ojos a otra parte. No podemos seguir nada más en el espanto cotidiano ante la violencia o la incapacidad del gobierno para contenerla.
Si bien estos son premios a la obra cumplida, a la aportación solidaria y excelente a la vida nacional, son también formas de fortalecer la esperanza.
México es por desgracia un país de injusticia, de desigualdad, de abuso y corrupción en el cual las miras se estrechan y se cierran. Es un país ensangrentado y desorientado. Todo eso es cierto.
Pero también es un país con oportunidades para el cambio y con ejemplos notables, muy notables, de ciudadanos cuya vida es un ejemplo de tenacidad, constancia y compromiso. Sí, también México es esto y es más de esto y menos de aquello.
El Grupo Crónica como editor de un diario, debe atender todos los conflictos de la vida. Las noticias son expresiones visibles de la ruptura de la normalidad. No son noticia los aviones en el aire; son noticias sus caídas o sus accidentes o sus malas condiciones de operación. No era noticia –por ejemplo–, la operación de Mexicana de Aviación, fueron materia informativa su saqueo y su quiebra.
Y así podríamos seguir para no incursionar en los charcos de sangre por donde zapatea la muerte en México.
Pero no se puede apostar a eso. Se debe insistir en la capacidad transformadora del trabajo, del compromiso, de la voluntad y la vocación, el servicio a los demás, el cumplimiento de la ley.
Con estos premios Crónica no juzga. Reconoce. No es una labor de jueces, es un homenaje de ciudadanos para ciudadanos. Con sencillez, con sinceridad, con humildad.
En todo esto pensaba cuando recibí un mensaje de mi “corresponsal” en Sudáfrica, un joven mexicano quien de cuando en cuando comparte sus reflexiones conmigo y los lectores de este espacio. Sus dichos duelen y algo debemos hacer para cambiar estas percepciones tan frecuentes en el extranjero. Lea usted un fragmento:
““La imagen que hoy en día se tiene de México está muy bien definida: somos un país pobre, desértico, con nopales y armadillos, donde la gente tiene solo un puñado de actividades: o se trafica droga a Estados Unidos, o uno se une a una pandilla en Estados Unidos (misma que distribuye droga), o se trabaja como jardinero o criada en Estados Unidos.
“¿En México la gente vive en caseríos aislados o en ciudades del tipo favela brasileira? Soportamos todo esto porque cada semana hay 30 o 50 muertos en alguna ciudad o pueblo, lo cual nos tiene muy traumados y vivimos con miedo. Sí, somos ratoncitos. Y estamos verdes.
“…Si en México existe el excepcional científico o deportista es porque se crearon con sus propios medios o los recursos familiares. No gracias a las instituciones y sociedad mexicana, sino a pesar de ellas. Si tenemos una buena idea, vale más patentarla en Estados Unidos o Europa que en México. Los políticos mexicanos se parecen a una banda de guerrilleros africanos que pelean por arrebatarse la ayuda humanitaria que cae en paracaídas de la ONU.
“La imagen es real. Y mientras los noticieros no emitan otra cosa, será lo único que suceda. Creo que el gran legado internacional de los dos últimos gobiernos es una mierda en cuanto a México en el exterior. Por ejemplo, yo trabajo con Universidades, asesorando en materia de gestión: hace un mes, el Times Higher Education de Inglaterra dio a conocer su lista (‘ranking’) de las mejores 400 universidades del mundo.
“No hay ni una sola mexicana y hay tres brasileñas.
“Hace tres años había tres mexicanas (UNAM, UAM y Tec.Mty) y ninguna brasileña. Lo cual no es de sorprender: Desde hace seis años Brasil dedica más presupuesto de su PIB a la educación superior. Y México, menos”.
TOROS
Se lo había adelantado en esta columna: siendo los toros la diversión favorita de la oligarquía político-ganadera-empresarial, iba a resultar imposible el progreso de la “catalanización” del espectáculo, o sea, su prohibición.
El impresentable diputado Christian Vargas se echó para atrás y retiró su insensata iniciativa. El innombrable empresario de la Plaza México había dicho: sobre mi cadáver. Pues ni eso.