En el pasado diciembre A.M. López O, irrumpió en la escena sociológico-literaria con una serie de ensayos memoriosos sobre sus recorridos oaxaqueños. Durante varios días hizo gala de su estilo analítico y también de sus intenciones políticas.
Quien haya leído esas evocaciones de su intenso y extenso por toda la geografía oaxaqueña poblada de magias y mitos llamada poética y “bonfilianamente”, “Viaje al corazón del México Profundo”, donde los habitantes de sierras y pequeños poblados adquieren todas las virtudes posibles del pensamiento populista, pudo darse cuenta de la intención política de fondo: presentar como candidato al gobierno al hombre (nuevamente) escogido, al ungido, el actual senador Gabino Cué Monteagudo.
“…El caso de Gabino Cué –escribió AMLO con emoción de orgulloso tutor –, es también muy interesante. Aunque proviene de una familia acomodada de la ciudad de Oaxaca y estudió en una universidad privada, tiene mucha sensibilidad social.
“Es un candidato idóneo para la “gubernatura” (palabra inexistente en el diccionario y repetida hasta el hastío por medio mundo) de Oaxaca porque reúne dos cualidades básicas: representa tranquilidad para las clases medias que suelen ser asustadizas y susceptibles de manipulación ante las campañas mediáticas de satanización o de violencia; al mismo tiempo, cuenta con la confianza de los pobres que son la mayoría en el estado.
“Por todo ello, considero que es posible el triunfo en las elecciones del año próximo. Desde luego, es indispensable convocar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para consumar esta gesta cívica y poner mucha atención en la defensa del voto, teniendo en cuenta que en 2004 inventaron 80 mil sufragios para imponer a Ulises Ruiz”.
Muchos debieron ser los méritos advertidos (o imaginados) por López en Gabino como para aceptarlo y apadrinarlo a pesar de sus “pecados” de clase; no obstante haber sido educado en una escuela privada (¡horror!) y pertenecer a una familia acomodada de la aristocracia oaxaqueña (más shorror). Todo esos pecados originales, suficientes en otros casos para confinar a cualquiera en el peyorativo rincón del “pirrurris”, le fueron perdonados a Cué sin advertir (cosa extraña en un hombre tan instintivo como él) cómo se acercaba la serpiente de la traición o al menos el gusano de la negación.
Todas las cualidades y virtudes del candidato se desvanecieron. No fue necesario escuchar tres veces el canto del gallo. A la primera oportunidad, Gabino negó al maestro.
Pero eso no fue lo peor. Lo vergonzoso fue haberlo hecho para complacer a César Nava, presidente del PAN quien impuso como condición para una alianza entre la izquierda y la derecha, el reconocimiento pleno y explícito de la condición legítima, única, incontestable de la presidencia de Felipe Calderón y la abjuración de cualquier credo “amlista”.
La candidatura de Gabino Cué solamente lograba posibilidades de triunfo mediante el fenómeno ya registrado y fracasado una vez del maridaje entre la izquierda y la derecha; es decir, entre el PAN y el bloque PRD, PT y Convergencia.
El PAN, como ya se ha dicho, impuso una condición para esa alianza: reconocer al Presidente de la República y someterse a la vigencia de las instituciones por él representadas; es decir, negar el credo obradorista de la ilegitimidad esencial de Felipe Calderón; o sea, rechazar la existencia del fraude electoral, lo cual implica en los hechos diluir y desvanecer la figura heroica de A.M. López a quien se coloca automáticamente en el único papel posible: un activista en campaña permanente. Nada de Presidente Legítimo ni títulos imaginarios.
Cuarenta y cuatro días después de la confirmación por escrito de la candidatura por parte del frente de la izquierda, Gabino salió con esto:
“Fui candidato en 2004 sin la figura de Andrés Manuel, él era jefe de Gobierno. La vida y la política nos juntó (juntaron) porque Convergencia tomó la decisión de participar en la alianza por el Bien de Todos y por eso hubo ese acercamiento” dijo.
— ¿No le haría falta López Obrador para su campaña?, se le preguntó.
— El candidato va a ser el de la coalición, que yo sepa no habrán actores nacionales que estén en la boleta”.
El Sendero del Peje (Víctor Hernández) divulgó esto:
“…Por traicionar a AMLO con tal de quedar bien con el PAN, “Juanito” perdió la oportunidad de poder continuar con su carrera política en la izquierda. Por traicionar a AMLO con tal de hacer alianza con el PAN, Gabino Cué perderá cualquier oportunidad de continuar su carrera política en la izquierda”.
Pero en esto de las alianzas, de las oportunidades de colarse por el resquicio de cualquier coyuntura para llegar a toda costa a donde se quiere, se pueden hacer uniones efímeras hasta con el demonio si tal conviniera, como ha dicho el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Y no sólo él a quien se le podría ubicar en la parte acosada por estas alianzas “contra natura” como las llamó Manlio Fabio Beltrones o ponzoñosas como las calificó Beatriz Paredes, presidenta del PRI cuyas murallas quieren derribar los trompeteros de la Nueva Jericó. También le parecen inconvenientes al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont quien las compara (en tanto su esterilidad) con fraudes electorales por hacer ofertas momentáneas cuya realización se verá impedida cuando no se pueda formar un gobierno como inicialmente se le ofreció a los bobos electores proclives a creer los cuentos de hadas y alianzas malhadadas.
Pero si funcionó en la culta Iztapalapa con “Juanito”; funcionaría en la Oaxaca del México profundo, mágico y mítico.
******************
Cuando los video escándalos cimbraban el prestigio (relativo, pero prestigio al fin) del PRD en la ciudad de México, un diario publicó una fotografía de AMLO con Carlos Ahumada. Estaban ambos en el templete de un mitin en la campaña de Raúl Ojeda para gobernador de Tabasco.
Ambos personajes estaban separados por varios metros de distancia. Ni estaban de la mano ni se abrazaban. Eran dos en un grupo numeroso. Pero esa foto sirvió para “demostrar” la falsedad de los dichos de Andrés quien siempre dijo desconocer a Ahumada.
En los últimos días, en medio del fuego “amistoso” y el francamente opositor, Jesús Vizcarra, el exitoso empresario ya actual alcalde de Culiacán, ha sido objeto de una campaña de hostigamiento por una fotografía de grupo en la cual aparecen (hace casi 25 años en un rancho ganadero) él y muchas personas más entre las cuales se identifica al “Mayo” Zambada. Desde el ocho de diciembre pasado, cuando se divulgó la fotografía en el diario “Reforma”, Vizcarra pidió la intervención de la PGR ante la cual acudió personalmente para dejar en claro su reputación.
Para insistir en su limpieza, Vizcarra publicó un desplegado en el cual narra su evolución empresarial y advierte cómo sus negocios han estado siempre bajo vigilancia fiscal y hasta menciona entre sus relaciones bursátiles al exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, Nicholas F. Brady.
“En 1993 el Gobierno Federal Mexicano, a través de FOCIR (Fondo de Capitalización e Inversión del Sector Rural) invirtió en Grupo VIZ, como también lo hicieron los fondos internacionales de ING Baring y Darby, presidido este último por Nicholas F. Brady, ex Secretario del Tesoro de Estados Unidos.
“En nuestras instalaciones se ha recibido la visita de Presidentes de la República y la empresa ha sostenido relaciones comerciales con instituciones financieras internacionales como Rabobank, GE Capital, Deutsche Bank, Societé Genèrale y Wells Fargo entre otras, además de con los bancos más grandes que operan en nuestro país.
“Grupo VIZ ha sido auditado continuamente por KPMG, calificado por Standard & Poors y en 2002 obtuvo su registro en la Bolsa Mexicana de Valores. Como es de suponer, todo lo anterior ha implicado múltiples y profundas revisiones y auditorías a nuestras empresas, dados los altos estándares de seguridad con que operan estas instituciones”.
Pero nada de esto existiría si no estuviéramos en periodo preelectoral; si no se jugara la candidatura al gobierno de Sinaloa; si Vizcarra no tuviera posibilidades reales y si el PAN no estuviera al borde de un ataque –diría Pedro Almodóvar–, por la forma cómo el futuro se le descompone antes de aparecer.
*******************
Por lo pronto el nerviosismo ya originó el primer choque de entre Fernando Gómez Mont y el presidente del PAN César Nava. Si para el primero las alianzas sin viabilidad de gobierno equivalen a un fraude electoral, para Nava estos asuntos—y por consecuencia la opinión sobre ellos–, le competen al partido, no al gobierno.
Es una manera muy simple de pedirle al zapatero ir a cuidar de sus zapatos. Gómez Mont reculó un poquito, pero se echó para atrás. Su flamígera condena en El Colegio de México, ya no tuvo los mismos matices cuando analizó las cosas con menos vehemencia y se fue por las ramas de una agenda para la transformación como condición y justificación de los matrimonios políticos entre opositores ideológicos, si tal existiera en este mundo o al menos en el mundo políticos de los amnésicos y desvergonzados.