No los lleva largos, pero si lo hiciera, el subsecretario Maximiliano Reyes, subsecretario para América Latina y el Caribe, de la Secretaría de Relaciones Exteriores, se mesaría los cabellos porque –de acuerdo con su alarmado aviso–, el gobierno de Bolivia podría incursionar en nuestras sedes diplomáticas La Paz, con el nada pacífico propósito de extraer a los refugiados políticos cuya carrera los llevó tras las murallas mexicanas cuando Evo Morales renunció al cargo.
Y ese intento de capturar a los ahí acogidos, explica el cerco de espionaje y sobrevigilancia policial y militar en torno de la embajada y la residencia de la señora María Teresa Mercado, nuestra representante ante el gobierno de Bolivia.
Por lo pronto hoy tenemos una “guerrita” entre México y Bolivia. Gracias a la tecnología digital, esa condición se desenvuelve en los incruentos terrenos del ciberespacio, y se practica a base de mensajes de twitter.
Según la prensa mexicana, “la Cancillería responsabiliza a Bolivia por cualquier afectación a la sede diplomática, a su personal acreditado y a toda persona bajo la protección del Estado mexicano en ese país”.
“…el director de Organismos y Mecanismos Regionales Americanos de la SER, Efraín Guadarrama, funcionario de la SRE, compartió́ fotos de agentes bolivianos afuera de las representaciones de México en La Paz.
En las últimas horas (martes) se incrementó el hostigamiento policial a la embajada.
“Seguiremos denunciado el acoso a nuestros recintos diplomáticos y exhibiendo las violaciones al derecho inter- nacional en Bolivia”, tuiteó”.
Nuestro Señor Presidente, atento a los hechos, de acuerdo con sus datos, dijo saber de la merma de dicha presión y ocupó parte de su tiempo en grabar –junto con su Señora Esposa–, un mensaje evangélico a los mexicanos con motivo de la Navidad y el Cristo nacido en una noche como la del 24, y después crucificado por su defensa de los pobres.
Mientras tanto en Bolivia esto se publicaba (La Razón):
“El Gobierno informó este martes que reforzó la presencia policial en el exterior de la delegación diplomática de México, en La Paz, ante amenazas de violencia de organizaciones sociales que pretenden la expulsión del ex ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, asilado en esa legación junto a otras ocho ex autoridades.
«El Gobierno de Bolivia… ha recibido información creíble de amenazas de violencia por parte de movimientos sociales de la ciudad de El Alto conjuntamente con un grupo de Omasuyos en el Departamento de La Paz, denominado “Ponchos Rojos“, quienes, según esa información, se aprestan a marchar hacia la residencia de la Embajada de México con el objeto de exigir la expulsión del ex militar y ex Ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana», refiere un comunicado leído por el Secretario Privado presidencial Erick Foronda”.
El resumen de todo este juego es muy simple: Yanine Áñez, la presidenta en funciones de Bolivia, o como se le llame a su cargo, aduce un intento de los seguidores de Evo para sacar a los refugiados y para evitarlo cerca la embajada mexicana. El gobierno nuestro, abierta e indebidamente partidario de Evo, se queja de “hostigamiento”.
Esta columna –sin pretensiones de extrema sabiduría diplomática– advirtió cuando Evo hablaba y hablaba aquí y recibía homenajes de los burócratas endiosados por la figura del indio poderoso, cómo esa tolerancia a su activismo no iba a lograr nada sino obstruir los canales para los salvoconductos de los refugiados en las embajadas.
Prestarle el escenario a Evo, acariciarle las mejillas, colmarlo de comodidades cuya dimensión contradijo la austeridad republicana de nuestra alta burocracia, solamente tuvo dos efectos. El primero, la reprimenda de Estados Unidos cuyo procurador propició su viaje a Cuba; donde como tibor chino tampoco supieron dónde ponerlo y después a Argentina donde el despelote justifica cualquier cosa.
Pero la pieza central de todo este conflicto queda muy bien explicada por los medios bolivianos:
“…El lunes, la Cancillería boliviana rechazó la actitud «inamistosa» del gobierno de México que convocó a reuniones de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) sin el conocimiento ni consentimiento previo de la actual Presidencia Pro Témpore de ese bloque que ocupa Bolivia, lo que agudizó la compleja relación bilateral.
“La administración transitoria de Jeanine Áñez afirmó en varias ocasiones que no permitirá la salida de ex autoridades con procesos legales como Quintana y Alanoca (24/12/2019)…”
Quintana fue “eminencia gris”, 11 de los 14 años de Evo.
La situación se podría tensar y los refugiados quedarse años dentro de la embajada. La guerra en La Paz.
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