Grotesca, esa es la única palabra que puede describir a Claudia Sheinbaum en su despedida de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Dejó sin metro a los capitalinos y este jueves le adicionó la ausencia de autobuses y peseros para realizar un brutal acarreo para su último «informe».

Oficialmente emanada de la izquierda mexicana, la llamada corcholata consentida no tuvo ningún decoro al utilizar la estructura e gobierno para un asunto completamente proselitista. Los autobuses de transporte público, escasos desde hace tiempo (y además sin Metro por las descomposturas de la Línea 1 y la 12), se apilaron en torno al Monumento a la Revolución.