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La embestida contra los maestros en la Plaza Central de Oaxaca, en tiempos de Ulises Ruiz, se dio tres semanas después de instalado un campamento. La violencia de anteayer se dio apenas dos meses después de la entronización de Gabino Cué en el gobierno, gracias, entre otras alianzas, a los mismos maestros ahora reprimidos

Ocho horas de pedrea y macana, decenas de heridos, algunos baleados; una enorme manifestación de maestros en la ciudad de Oaxaca cuyo ambiente actual recuerda los días originarios de la Asociación Popular de los Pueblos de Oaxaca; autobuses en llamas; fuerzas de seguridad en acción abierta contra quienes querían manifestarse frente al Presidente de la República por un decreto fiscal y, en general, el retorno de los días inestables cuya frecuencia causó, a la larga, “la alternancia”.

¿Y para esto?

Ayer las carreteras oaxaqueñas sufrían 15 bloqueos del Istmo a los Valles Centrales y más de diez mil escuelas estaban cerradas.

Vándalos cuya ferocidad vemos en la televisión en abierta pelea contra las mujeres policías, a quienes habrían de secuestrar e intercambiar por los detenidos del otro bando. No son maestros, son provocadores, son golpeadores y porros de la APPO, decían algunos.

Y es verdad, pero al mayor de ellos, a Flavio Sosa (encarcelado por el gobierno y luego puesto en libertad por las presiones de la izquierda), Gabino Cué lo llevó al Congreso local como diputado, a cambio del respaldo electoral de esos cuya conducta hoy escandaliza a las buenas conciencias oaxaqueñas.

Un breve editorial del diario El imparcial lo decía todo: “¿otra vez?… con esos amigos, para que queremos enemigos”.

La prensa de Oaxaca publicaba esta nota ayer, como si hubiera sido extraída de la máquina del tiempo:

“…El 99% del comercio establecido en el primer cuadro de la ciudad bajó ayer sus cortinas para evitar daños, luego de los enfrentamientos entre las policías federales y estatales con integrantes del magisterio oaxaqueño.

“Poco después del mediodía, tras el primer choque entre manifestantes y policías de diversas corporaciones, empleados y propietarios localizados en las calles de Guerrero, Armenta y López, Fiallo, Flores Magón e Independencia cerraron sus puertas.

“Y es que piedras, palos y gas lacrimógeno penetraban por ventanas y puertas de los comercios del Centro Histórico, lo que originó que en menos de una hora las ventas se desplomaran…”.

¿Cuál es el significado de estos hechos, especialmente en el marco de una visita presidencial en cuyo desarrollo Gabino Cué se comportó más como empleado del presidente Felipe Calderón y menos como gobernante de todos los oaxaqueños?

Simplemente, la evidencia de un nulo control político de sus aliados electorales. Cuando la APPO gritaba “Ulises ya cayó”, lo hacía instigada por las fuerzas políticamente antagonistas, las cuales hoy se vuelven contra el gobernador aliancista a quien ponen contra la pared y convierten en rehén de sus apetitos políticos, mientras el agua y el aceite toman su lugar de acuerdo con lo previsto.

Y si a eso se responde con la macana, entonces se les invita a recorrer una vez más el camino de la insurrección. Al fin y al cabo quienes incendien, roben, asalten o cometan atropellos diversos podrán ser, dentro de poco tiempo, diputados al Congreso local y aliados electorales del gobernador. El camino se recorre una vez más.

A la luz de estos hechos cómo suenan huecas estas palabras del gobernador Gabino Cué durante la fracasada visita presidencial del martes pasado:

“La sociedad oaxaqueña, señor Presidente, ha trascendido en el ámbito nacional por haber protagonizado un proceso de alternancia política civilizada y de altura…

“…Aún cuando nuestra voluntad es infinita, la magnitud del problema rebasa las posibilidades presupuestales de mi gobierno y requerimos con urgencia potenciar nuestra capacidad resolutiva, con la invaluable solidaridad del gobierno de la república, y juntos resolver la aguda problemática que afecta nuestra operación hospitalaria”.

Para quien no pueda traducir el lenguaje de los políticos, cuando Gabino Cué dice: “potenciar nuestra capacidad resolutiva”, quiere decir: como no podemos hacer las cosas… y si agrega: “con la invaluable solidaridad del gobierno de la república”, significa: queremos más lana.

Obviamente, las palabras del gobernador estaban enmarcadas en los esfuerzos del gobierno para lograr mejor atención médica en el estado. Se inauguraba un hospital infantil y en ese ámbito se expresaban los discursos, pero lo dicho en torno de esta materia es parte de una actitud general de adhesión política, más allá de las formas impuestas por el federalismo.

La embestida contra los maestros en la Plaza Central de Oaxaca, en tiempos de Ulises Ruiz, se dio tres semanas después de instalado un campamento de maestros. La violencia de ayer se dio apenas dos meses después de la entronización de Gabino Cué en el gobierno, gracias, entre otras alianzas, a los mismos maestros ahora reprimidos.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona