Hace exactamente 55 años (ocurrió a fines de agosto de 1968), el Ejército derribó con un tiro de bazuca la puerta de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM en San Ildefonso. Gobernaba, con los ojos ciegos, los oídos sordos y el puño de acero, Gustavo Díaz Ordaz.

A unos cuantos metros de ese portón magnífico, el rector de la Universidad Nacional, Enrique Graue Wiechers, disfruta la noche inaugural de la exposición de Sergio Hernández.

Desde aquel ataque presidencial en contra de la Universidad no se habían producido desde el Poder Ejecutivo tantos señalamientos en contra, ni tantos asaltos anarquistas; encapuchados y salvajes, en contra de sus instalaciones–especialmente la Rectoría–, como en estos años dorados de la Cuarta Transformación.

–Se vienen tiempos duros con la sucesión, ¿no Rector?

–Graue sonríe y asiente con la mirada. Pero la palabra lleva cautela:

–Sí, sí; parece, pero vamos a salir adelante”. Su mano oprime mi brazo.

Por eso horas más tarde, en la antigua Escuela de Medicina, en el viejo barrio universitario, el Rector ha dicho dos ideas cuya importancia debe señalarse.

Entre otras cosas dijo (cómo Ali Chumacero, cuando miraba nacer la tempestad):

“…En tiempos más recientes, hemos escuchado descalificaciones hacia la Universidad y a su administración, resultado de la incomprensión de nuestra pluralidad y de nuestro compromiso con la verdad y el conocimiento. Porque eso es lo que caracteriza a la Universidad de la Nación:

“Una casa que acumula, procesa y transmite saberes; que rechaza hegemonías ideológicas y promueve la pluralidad; que considera ofensivo el engaño y la falta de honorabilidad; y que está decidida a crecer en libertad.

“Y tal vez sea el ejercicio pleno de esa libertad lo que a veces incomoda, pero no por ello desviaremos nuestro actuar”.

Eso en el presente. Y esto para el futuro:

“…En los tiempos que están por venir, es posible que sigamos escuchando voces que quisieran moldear a su manera la forma en que la Universidad Nacional toma sus decisiones y se gobierna a sí misma.

“Ante el relevo en la Rectoría, les invito a actuar en apego a nuestra normatividad; a rechazar intereses ajenos y ánimos desestabilizadores a continuar haciendo de esta Universidad ese crisol de conocimientos, de pluralidad ideológica y de libertad;

A seguir siendo una casa de tolerancia, de respeto a las diferencias y apegada a los principios y valores que rigen —con autonomía— la vida de la Universidad…

“Me ha tocado vivir, en estos dos periodos, momentos difíciles.
“Pero la historia de la UNAM nunca ha sido sencilla ni carente de obstáculos y desafíos, y su gran comunidad siempre los ha sabido superar.

“En este entorno nacional de impunidad e inseguridad, hemos enfrentado la violencia con los instrumentos de contención con que contamos y con la firme convicción de que la violencia no puede ser contrarrestada con más violencia.

“Y queda, por supuesto, mucho más por hacer”.

Y en la tranquila noche universitaria quedan sus palabras:

“…Vamos a salir adelante…”

–Nos veremos en diciembre, cuando ya todo haya pasado.

–Si, en diciembre, ya tranquilos…”

ARITMÉTICA

–Niño, cuánto son 3 por 0.

–¿En aritmética o en política?

–En aritmética, niño.

–Pues cero, maestra.

–¿Y en política?

–PRD, maestra.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona