La décimo tercera edición del Festival Internacional de Cine de la UNAM llegó a su fin este domingo 11 de junio. Durante once días se proyectó una muestra de lo más notable del panorama contemporáneo del cine nacional e internacional, así como retrospectivas de afamados directores, tales como Marguerite Duras, Kinuyo Tanaka, Albert Serra y el redescubrimiento del colectivo Cine Mujer.
Una de las películas más esperadas de este evento, y también una de las que ha recibido mejor valoración del público en sala, fue la reseñada del clásico gringo de cine indie, Keane del año 2004, dirigida por Lodge Kerrigan. Esta cuenta la historia de un hombre con padecimientos mentales que, en la búsqueda de su hija desaparecida, traspasa los límites entre razón y locura, llevándolo a cometer un acto que nos cuestiona sobre los límites de nuestros propios principios.
Dado a representar los intersticios del Estados Unidos profundo, la obra capital de Kerrigan no es la exploración simple de un hombre traumatizado sino de su circunstancia entera. En la famosa sentencia gassetiana “yo soy yo y mi circunstancia”, el individuo se diluye en un mundo que le deja, apenas, capacidad de reacción: quizá, la del crimen atroz.
Por otro lado, con sala llena, se presentó la última película -hasta el momento- del legendario director alemán Herner Herzog, The Fire Within: A Requiem for Katia and Maurice Krafft (Herzog, Alemania, 2022). Quizá la mejor de su etapa documental, la mente maestra detrás de clásicos como Fitzcarraldo (Herzog, Alemania, 1982) y Aguirre, la ira de Dios (Herzog, Alemania, 1972) rescata la vida y muerte de la pareja de vulcanólogos, quienes encontraron juntos este destino fatal en el volcán Unzen, en Japón, el 3 de junio de 1991.
A diferencia de películas biográficas recientes en torno a la pareja de científicos, como Fire of Love (Sosa, Estados Unidos-Canadá, 2022), que suele centrarse en su vida de pareja, los inicios de su relación en la Universidad de Estrasburgo, presentando sus vidas como una película de aventuras; Herzog declara desde el inicio sus intenciones: revelarnos el metraje que Maurice filmo durante los treinta años en que él y Katia recorrieron el mundo.
Sin embargo, Herzog trasciende los límites narrativos que anuncia. La lava fluyendo, volviéndose roca y vapor; las cortinas de fuego ante las que Maurice y Katia se desplazan, en sus inmensos trajes blancos; los veinte mil muertos bajo el alud que azotó a Colombia en 1985, causado por la explosión del Nevado del Ruiz; su propia muerte que, sorpresiva, se encontraba marcada en sus vidas desde el principio del tiempo: en el fondo de The Fire Within condensa, tal vez, la tragedia misma de la condición humana.
Finalmente, también se presentó -e igualmente con sala llena- la más reciente película de otro veterano: La Galaxia (Le grand chariot, Garrel, Francia, 2023), de Philippe Garrel. Poco dado a agradar a las multitudes, el director francés e ícono de la extinta Nueva Ola Francesa vuelve sobre su vida familiar para presentar una crónica sobre la resiliencia, el amor y la fatalidad de los hijos cuando no queda más opción que enfrentarse al mundo.
Tras la muerte del padre y la abuela, tres hermanos (interpretados por el hijo y las dos hijas de Garrel, Louis, Martha y Lena) deben decidir entre continuar con el espectáculo de títeres que fundó su finado padre o separarse y buscar, cada uno, su destino.
Lejano a su característico estilo experimental, Garrel consigue una de las películas más tiernas de los últimos tiempos; ternura que no se funda en representar la vida como una seguidilla de tiempos felices -la tragedia azota a todos y cada uno de sus personajes, a veces de forma terrible- sino en dejar de un lado sus momentos de mayor drama y desesperación para centrarse en aquellos que el montaje luego deja fuera: entre llanto y llano, la calma. No es que el amor triunfe siempre sino que no se pierde jamás del todo: existir sobre la Tierra es amarla toda, aunque nos neguemos a hacerlo.
Menos afortunado fue el documental Mariupolis 2 (Kvedaravicius, Ucrania, 2022), que se vende como la última obra de su director. En efecto, este falleció asesinado por las tropas rusas en la antigua ciudad portuaria ucraniana. Montado por su esposa, no existen méritos para dicha obra póstuma, que insiste durante dos horas en lo miserables que son los ucranianos atrapados bajo la guerra: no hay más.
A pesar de ciertas decepciones y desavenencias, FICUNAM demostró, una vez más, ser uno de los mejores festivales de cine en México.
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