Hoy el mundo vive de otra manera, hoy ya no hay guerras mundiales, pero hoy pueden tirar un avión de Malaysia Airlines con un misil y nadie sabe si fueron los rusos, los ucranianos o “los marcianos”.
El Presidente de la República dijo al principio de su gobierno su intención de transformar este país, no solamente administrarlo, y anunció cómo íbamos a “Mover a México”.
Y en ese sentido de “Mover a México”, ahora vemos movilidad; no en un sentido geopolítico, sino también en lo conceptual y temporal.
Porque con esta reforma al sector de la energía concluida en el Senado se ha llegado a una fase legislativa prácticamente de aprobación, porque el faltante en la Cámara de Diputados, así sea con más “jaloneos” o más dificultades, permite avizorar normalidad en el trabajo parlamentario.
La esencia de todo esto es simplemente un cambio en el modelo de actuación del Estado nacional y la sepultura, para siempre de algunos conceptos originados en la lucha revolucionaria cuya distancia en el tiempo es mucha; es demasiada.
Hoy en este país hablar de la Revolución Mexicana es hablar de algo sumamente lejano. Parecería mentira si apenas hace unas horas estábamos conmemorando el Centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia. Puro anecdotario y, para colmo, mal festejado.
Hoy tenemos una evidencia cuestionada y una Revolución concluida. Quizás la Revolución concluyó hace mucho tiempo, pero sus productos sociales se habían ido prolongando, si no en la realidad, al menos en la liturgia.
Hoy la Revolución Mexicana le deja sus pasos, hasta en la memoria, a los nuevos conceptos de la vida contemporánea en todo el mundo.
Quizás si la nuestra fue la primera revolución social del siglo, hoy seamos uno de los primeros países intermedios en acomodarnos al nuevo dogma, no de la nacionalización, sino de la globalización.
México, con estas reformas, especialmente la energética, se coloca realmente en el nuevo mundo, entendido como el orbe dominando por la unipolaridad de una sola forma económica dominante en el planeta. Si estamos viviendo en el hiper-capitalismo, no es culpa de quienes nos han querido acompasar al nuevo tiempo.
Si no marchamos a ese compás del tiempo, sería como habernos quedado rezagados (como de hecho nos quedamos en su momento) durante la Revolución Industrial o las revoluciones tecnológica y después en la llamada Revolución del Conocimiento y la Información.
La nostalgia le permite, sin embargo, al Partido de la Revolución Democrática, utilizar el 53 por ciento del tiempo de los debates parlamentarios y salir paradójicamente con la figura del general Lázaro Cárdenas, sí pero una figura de cartón.
Todos se ponen la vera efigie de mi general, en la cara, como si fuera el antifaz de un carnaval en Venecia, como aquella película Todos somos John Malcovich, no se puede evocar la figura del general Cárdenas ni comprender la nacionalización de la industria petrolera, (no del petróleo que ya era nacional y que sigue siéndolo), sino de la industria, de las instalaciones extranjeras; no se puede comprender si no se entiende el momento aquel, previamente a la enorme explosión universal de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy el mundo vive de otra manera, hoy ya no hay guerras mundiales, pero hoy pueden tirar un avión de Malaysia Airlines con un misil y nadie sabe si fueron los rusos, los ucranianos o “los marcianos”.
rafael.cardona.sandoval@gmail.com