¿Cuántas escenas grotescas, ridículas y obscenas hemos visto en las Cámaras de Diputados?
No solo en esta enorme y paquidérmica del Palacio Legislativo de San Lázaro, escenario de cargas de caballería, bloqueos internos y exteriores; puertas encadenadas, simulaciones de desafuero y tribunas invadidas; dormitorios casuales en los pisos alfombrados, apresuradas protestas del cargo del Poder Ejecutivo, silbatinas, maromas y maniobras; todo el catálogo de las perversiones y recursos dignos e indignos, pero no podía la IV-T faltar a estos usos y costumbres en el sinuoso camino del ridículo.
Como ahora con el canto del cisne de Don Porfirio Muñoz Ledo.
Ya no importa cómo vengan las cosas después: la IV-T, en su ramo legislativo, se ha manchado mediante el mejor método para hacerlo; se ha exhibido en su imprudente e inepta condición legislativa tanto como para merecer una sonora mentada de madre hasta del propio Porfirio, quien le dijo a su vicepresidenta doña Dolores Padierna (¡nomás!):
“¡Chinguen a su madre, qué manera de legislar!
Es indudable; quien mejor lo ha dicho, ha sido, paradójicamente, quien causó todo este desmadre, quizá no por su sola ambición senil sino por haberse prestado a servir de comodín de los demás (hasta del PT), el gran Porfirio Muñoz Ledo quien pasará a la historia (materia a la cual le dedica los afanes de su derrota), con la frase inmortal, “sufragio efectivo; si reelección”.
Como decía el enorme Rafael Segovia:
Porfirio, “…se ampara en una ambigüedad demasiado intencionada para pasar inadvertida…”. Tanto como su jefe, pero eso lo veremos después.
Pero hoy cuando la maniobra les ha salido por la culata y caminan pegados a las paredes del Palacio Legislativo con el rabo entre las patas, apaleados verbalmente por el jefe de todo ellos, ya no saben cómo entregar la presidencia y salvar la cara al mismo tiempo, por eso Mario Delgado intenta una compostura forzada y quiere enderezar lo chueco y hacernos creer en la redondez del cubo, sin darse cuenta de cómo no aparece nada de lo perdido.
Lo importante, en el análisis de esta grosera intentona de captura es no olvidar los supuestos valores invocados para el “agandalle”, expresados, con careta de ideología redentora, por el propio Muñoz Ledo cuando esto se gestaba. ¿O ya lo olvidaron?
“…Yo quisiera hacer votos porque sigan predominando las fuerzas progresistas dentro de la Cámara de Diputados. Por todos lados sentimos apremios, acosos, la derecha nunca duerme y cuando duerme le gusta arrebatar, como diría la canción. Esta es una definición ideológica, la unidad de la Cámara, que represento como presidente de la Mesa Directiva, por ley, no se ve empañada, sino fortalecida por mi propia militancia, que es con ustedes, amigos míos (PT).
Y ante el riesgo de parálisis por este enredo, antes de declinar, PML dijo:
“…A no ser que tengan ahí un veneno paralizante, porque la Cámara no tiene porqué pararse, si ellos quieren declararse en paro, bueno que lo hagan. Yo no creo que lleguen muy lejos, porque son una clara minoría; bueno, si los ánimos se exacerban, no es la primera vez que esta Cámara tiene momentos tensionales, seguramente los va a tener el fin de semana, pero para eso estamos aquí unidos para hacer frente parlamentariamente a la amenaza de la derecha.”
La amenaza de la Derecha. Pero si eso fuera todo, entonces no se entendería (de todos modos no se entiende), la defensa de la ley hecha por el líder de la IV-T cuando mandó por jícamas a sus diputados en el intento de cambiar el reglamento del Congreso para perpetuarse en las reelecciones:
Y luego en medio de un vistoso juego palabrero:
“Compañeros, he escuchado con cuidado a las oradoras y oradores durante estas horas y he reflexionado. Vengo a anunciar mi retiro de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados… se puede tener el poder y no pasar a la historia. Se puede pasar a la historia sin tener el poder”.
Curiosa síntesis para quien pasó la vida en pos del poder, hasta el último suspiro, como diría Buñuel.
Pero luego se escuchó la voz del amor de todos ellos:
…Imagínense, si nosotros que estamos planteando una transformación permitimos que un partido, porque tiene mayoría, pueda aprovecharla para modificar una ley en beneficio personal, de grupo o de una facción, eso es retroceso. No podía meterme pero es una vergüenza…”
Hasta Taibo aplaudió.
Sí señor, en espera de ver cómo la carroza se convierte en calabaza