Por: Guillermina Gómora
Resuelto el dilema de ¿ir o no ir al encuentro con el mandatario estadounidense, Donald Trump?, ahora el presidente Enrique Peña Nieto, enfrenta el reto de desarrollar una estrategia de defensa de nuestro país. Plantarle cara a este remedo de tirano y dejar de ser el traspatio de nuestros vecinos del norte.
Como apunta el senador Luis Miguel Barbosa, coordinador de la bancada del PRD, ““No puede negociarse bajo presión; el Presidente Peña Nieto no tiene por qué correr el riesgo de que Trump pretenda imponer sus condiciones; no debemos caer en ese juego”.
En efecto, el peliteñido magnate nos quiere poner, (si no es que ya) contra la pared y de ahí en adelante, los próximos cuatro años de su mandato, tenernos como rehén de su paranoia y ejemplo ante el mundo de cómo dominar y ridiculizar a un gobierno con su pueblo.
No le importan las formas y la diplomacia, en su libro “El Arte de la Negociación”, Trump afirma: “Lo peor que puedes hacer en una negociación es parecer desesperado por lograrla. Eso hace que el otro tipo huela sangre, y allí es cuando terminas muerto”.
Experto en estas lides, Trump hasta ahí nos ha llevado; el concepto cae como anillo al dedo desde que vino a México el 31 agosto de 2016, en medio de una gran polémica, pues no hay antecedente histórico en ambos países de que el Ejecutivo federal reciba a los aspirantes a la presidencia y muchos menos a uno que nos ha etiquetado de violadores, asesinos y narcotraficantes, sin distingo alguno.
El entonces secretario de Hacienda, ahora Canciller, Luis Videgaray, fue el artífice y pagano en ambos casos de rendirle pleitesía a este personaje, egocéntrico, populista y mesiánico, que se ha dedicado a insultarnos y menospreciarnos, durante la campaña en Estados Unidos y cuando vino a México.
Para la historia negra de México, quedan las imágenes de la conferencia de prensa al final del encuentro en la residencia oficial de Los Pinos, donde se observaba a Enrique Peña, cabizbajo, contrariado y un Donald Trump, altanero, satisfecho con los honores de jefe de Estado que se le rendían.
No hubo disculpas a los agravios recibidos como parte de su discurso de campaña, al contrario fue reiterativo en el tema y mantuvo la postura de segregacionista: “Tenemos que construir un muro para detener el flujo de armas y dinero; garantizar la seguridad de todos los ciudadanos”. Sí, la de sus paisanos, con cargo a México de los costos económicos, políticos y sociales de esta ignominiosa obra.
Un muro, que tiene como antecedente las vallas metálicas en gran parte de la zona fronteriza y que como afirma la maestra Mónica Verea, directora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, (CISAN) sólo beneficia al “pollero” y además “creará un clima de redadas, irrupciones y hostigamiento a migrantes, que serán instados a volver; el odio puede ser contagioso y legitima conductas sociales impropias: ese es ya el resultado de una pared a lo largo de 3 mil 200 kilómetros de frontera”, dijo.
Y como si esto no fuera suficiente, mantiene la guillotina sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC) un acuerdo, que al parecer vive sus últimos días, pues nuestros emisarios: Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo, secretario de economía, no lograron rescatar. Ni la amistad del canciller con Jared Kushner, sirvió en esta ocasión.
Así que mejor será actuar con dignidad y antes de que Trump “huela sangre”, como dice en su libro, y vía Twitter nos confirme que estamos fuera, debemos comunicarle que México se retira y que no está dispuesto a renegociarlo, sino a ponerle adiciones ante sus políticas proteccionistas.
Sí, dejarle claro que si bien son nuestros vecinos, no es nuestro único mercado, que ahí está China con su Asociación Económica Integral Regional (RCEP) que excluye a Estados Unidos y que con sus 19 integrantes, incluido México, representa un mercado de 3 mil 400 millones de personas.
Hay que ganarle la partida, que le toque a Trump explicar a sus compatriotas que el libre comercio con México se acabó y que las cargas impositivas y de logística deberán asumirlas ellos. Más allá del amago de que impondrá elevados aranceles a las importaciones, parece olvidar lo que implica exportar sus productos y los costos que de ahí se derivan.
El cabildeo ya no está en la Casa Blanca, llegó la hora de emprender una diplomacia multiplataforma con los representantes de los sectores productivos de las tres naciones que conforman el TLC; la sociedad civil; las autoridades (gobernadores, alcaldes, dirigentes de partidos, legisladores) para alertarlos sobre los riesgos y consecuencias de las decisiones unilaterales de Trump, en materia comercial y de migración.
Hoy la negociación pasó de ser comercial a ideológica, ahí estriba el reto y la oportunidad de cambiar la historia y dejar de ser el traspatio de Estados Unidos. Por lo pronto, me quedo y les comparto la reflexión de José Luis Valdés Ugalde, investigador del CISAN:” Estados Unidos es hasta nuevo aviso un estado sin cabeza racional”.
Vericuentos
Gasolinazo reload
Agárrese, de nada valieron las protestas de todo tipo y de todos los sectores en contra de la primera liberalización de los precios de las gasolinas y el diésel, alias “gasolinazo”. No. Los incrementos continúan y el próximo 4 de febrero, como dicen los ortodoxos, se dará un nuevo ajuste en la misma magnitud que el de enero, es decir los combustibles subirán más menos en un 8 por ciento adicional a lo que hoy pagamos por llenarle el tanque a nuestro auto. ¡Ay nanita!
Candidatos Edomex
Se acabó la incertidumbre y en el Estado de México, ganan las imposiciones. En el PAN, todo indica que lograron convencer a Josefina Vázquez Mota y será su candidata, pese a la inconformidad de las tribus azules, empezando por Ulises Ramírez, sin alianza con el PRD. En el PRI, si no hay cambio de última hora, el presidente Peña honrará la palabra comprometida con su primo Alfredo del Mazo Maza e irá como candidato de unidad de tricolor. ¡Órale!
@guillegomora