Sin tomar en cuenta las reacciones entre sus seguidores y la confusión inicial en cuanto al foro en el cual el presidente de México quiso internacionalizar sus programas electorales, bajo el disfraz de métodos infalibles para el logro definitivo de la paz mundial con el lema de campaña de “Primero los pobres” y muera la corrupción, el discurso de nuestro presidente ayer en el Consejo de Seguridad peca de simplismo y espejismo.
Una pieza en la cual se confunden la utopía con la fantasía y el Consejo de Seguridad de la ONU con la Asamblea General.
Pero si eso no fuera suficiente un discurso usurpador de atribuciones ajenas a un jefe de Estado entre los cientos integrantes de la Organización, a la cual llamó aletargada y omisa; insuficiente, rutinaria, insuficiente e indecisa.
Sus propuestas más parecen dictados o instrucciones a los organismos internacionales; al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional y en general a las corporaciones y personas adineradas en el mundo, bajo el delgado barniz de ejemplos morales no logrados ni siquiera en la fase experimental mexicana.
Fue como escuchar la megalomaníaca Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados del Luis Echeverría, pero como una cartilla moral en la cual toda conducta es sinónimo de corrupción.
Pedirle al mundo –por ejemplo–, la expedición internacional de una tarjeta personalizada para cada uno de los millones de miserables del planeta a los cuales se comenzaría por censar, es no solo un despropósito sino una “boutade” involuntaria.
Así lo dijo nuestro presidente para sorpresa de los asistentes:
“…El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional podrían colaborar en la creación de la estructura requerida y desde el año próximo hacer un censo de los más pobres del mundo y, una vez definida la población objetivo, en cada país comenzar a dispersar los recursos para el otorgamiento de pensiones a adultos mayores, a niñas y niños con discapacidad, becas a estudiantes, apoyos a sembradores y a jóvenes que trabajen como aprendices en actividades productivas, así como hacer llegar vacunas y medicamentos gratuitos…”
También pudo nuestro líder ofrecer la colaboración de la Guardia Nacional o la Secretaría de la Defensa Nacional para construir las sucursales del “Banco del Bienestar Planetario” en toda la aldea global, donde los menesterosos pudieran cobrar directamente sus apoyos, sin intermediarios ni gravosas Organizaciones no Gubernamentales.
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Quizá por modestia nuestro líder nacional se abstuvo de ofrecer la dotación de chalecos con la leyenda “Servidores de la Tierra” (con logo de Morena) para ayudar en la aplicación de estas ideas en el orbe entero.
“…Los recursos de este fondo deben llegar a los beneficiarios de manera directa, sin intermediación alguna, porque cuando se entregan fondos, supuestamente para ayudar a los pobres a organizaciones no gubernamentales, de la sociedad civil u a otro tipo de organizaciones, no quiero generalizar, pero en muchos casos ese dinero se queda en aparatos burocráticos, en pagar oficinas de lujo, en mantener asesores, o se desvía y termina por no llegar a los beneficiarios…
“Por eso, repito, los recursos de este fondo deben llegar a los beneficiarios de manera directa, sin intermediación alguna, mediante una tarjeta o un monedero electrónico personalizado…”
De pasadita, digo yo con perdón por meterme en los asuntos del mundo, ¿podrían revisar en la ONU dónde quedó mi tarjeta de anciano? Puras vueltas.
El presidente de México le ha dado al mundo una receta aplicada en México (en pequeñísima escala); cuyo resultado no mejoró al enfermo. Los programas del gobierno, nombrados sociales por la doctrina; no disminuyeron la pobreza en estos tres años, ni siquiera poquito.
Como sea el presidente logró algo muy importante: estimular a su base fervorosa con la presentación internacional de sus mejores frases.
Escuchar cosas como “la paz es fruto de la justicia” o “sólo siendo buenos podemos ser dichosos”, inflama los corazones y los llena de orgullo.
😆🏴☠️💥👍🤗😷