El albergue al que se les pedía ir está ubicado en la alcaldía Tlahúac y tiene una capacidad aproximada de 150 personas (la Pequeña Haití en la Colonia Juárez, en la Cuauhtémoc, tiene más de 500 habitantes). Se suponía que COMAR y el INM habían llegado a la sureña alcaldía para atenderlos

En un intento más por liberar la plaza Giordano Bruno, ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc, la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social (Sibiso) de la Ciudad de México prometió se generarían, en una hora, permisos de trabajo a quien aceptara ser trasladado al albergue habilitado en Tláhuac.

Personal de Sibiso realizó un registro de los migrantes este jueves y prometió a los haitianos proporcionarles camiones para trasladarlos a un albergue para terminar su proceso migratorio puesto que, se aseguró, personal de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) ya estaba asignado para atenderlos en Tláhuac.

La aglomeración en la calurosa tarde de la Giordano Bruno hizo patente el interés de los haitianos por adherirse al acuerdo.

En tanto, la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús, ubicada frente a la Giordano Bruno, anunciaba a campanadas, el programa de Semana Santa. 

En un inicio, los funcionarios de Sibiso no fueron eficaces al organizar el registro.

Esperando, esperando

La multitud era una mezcla de hombres y mujeres que levantaban sus manos para mostrar a la Sibiso su pasaporte o identificación, con el propósito de incluirse en las listas; otros más corrían a las papelerías más cercanas para sacar copias de su carnet.

«Queremos irnos, ya no queremos estar aquí, mañana es día santo», dijo a gritos una mujer que habita el campamento migrante.

Personal de la Sibiso les aseguró que al llegar al refugio existían tres opciones: aceptar el permiso de trabajo y ser llevados a la Central de Autobuses del Norte o al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) para continuar su camino; permanecer en el albergue, hasta donde haya cupo, o ser regresados a la plaza Giordano Bruno.

«Llegas y de volada te lo arreglan para que continues a tu destino», indicó personal de la Sibiso, al asegurar que el tiempo máximo para recibir el permiso es de una hora.

El personal indicó que los camiones llegarían entre las 17:00 y 18:00 horas, por lo que aseguraron a los migrantes que muchas de sus dudas serían resueltas al arribar con el personal de la COMAR y el INM.

A las 20 horas se hizo evidente que los autobuses no llegarían a la Pequeña Haití de la Plaza Giordano Bruno y esta retomó su vida normal, la que deberá llevar hasta el lunes, cuando reabran las oficinas de COMAR a unas cuadras de allí.

COMAR está saturado

De acuerdo con la Sibiso, las instalaciones de la COMAR tienen capacidad para atender a alrededor de 200 personas, cifra que ya fue sobrepasada en poco más del doble, razón por la que han tenido que agendar citas para resolver la situación de cada uno de los migrantes. “La COMAR colapsó”, aseguró personal de la Sibiso.

Lo anterior es la razón por la que el Gobierno Capitalino envió a la Sibiso, pues actualmente consideran “una situación emergente” a la Pequeña Haití.

El registro no termino bien

Luego de una hora y media de recoger los datos de cada uno de los migrantes, la Sibiso se vio amenazada por una emergencia, una mujer adulta presentó un dolor abdominal y malestar intenso, por lo que una ambulancia y personal de Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) llegaron a atender la situación.

La mujer fue atendida en el lugar, pero pronto varios migrantes aseguraron también sentirse enfermos, por lo que la Sibiso se mostró más presionada por transportarlos al albergue, priorizando a los dolientes.

Una mujer que presumía tener una hernia, sin embargo, personal del ERUM le mencionó que no podía ser transportada de emergencia.

“Se tiene que hacer estudios para ver si es candidata a una operación”, dijo el equipo del ERUM.

La situación migratoria de estas personas no les permite tener acceso a un trabajo o servicio médico, por lo que a pesar de las múltiples opciones que le dio el personal del ERUM, a la mujer no le quedó más que exteriorizar una cara de preocupación y regresar al campamento.

“¿Camina mucho? ¿Carga pesado? Puede ser por eso”, preguntó el personal del ERUM a una mujer que ha tenido que caminar miles de kilómetros para llegar a la Ciudad de México.