Después de su estrepitosa derrota en la búsqueda de una condena para el régimen venezolano (como si la realidad no fuera condena suficiente), los burócratas de la Organización de los Estados Americanos doblegaron también a los cancilleres y les sacaron lo único importante: dinero para la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos.
La CIDH; como todos sabemos es el brazo fuerte de la OEA.
Lo imposible para la política se logra mediante la invocación de los Derechos Humanos, aun cuando una vez emitidas sus observaciones (como en el caso mexicano de Iguala -Ayotzinapa) ni siquiera ellos mismos las tomen en serio.
Si nos tomamos unos momentos para reflexionar sobre la evolución de esta fracasada XLVII asamblea, veremos algo muy simple: los venezolanos, orquestados por la depuesta canciller, Delcy Rodríguez (la depusieron para arriba) promovieron diez resoluciones relacionadas con varios temas, sobre los cuales la OEA debería pronunciarse, entre ellos, condenar el muro de Trump y pronunciarse continentalmente sobre el caso mexicano de Ayotzinapa, cuya definición tiene dos versiones: la del gobierno (“la verdad histórica”, pues) y la derivada del trabajo prolongado de un grupo interdisciplinario de expertos internacionales (propuestos por la CIDH) cuyas conclusiones fueron demoledoras contra el régimen mexicano.
Al muro de Trump no lo tocaron porque dependen financieramente de Estados Unidos. Y el caso mexicano, lo pusieron debajo de la alfombra del anfitrión.
Poco antes de salir de la secretaría ejecutiva de la CIDH; el mexicano Emilio Álvarez Icaza, ahora candidato ciudadano a la presidencia nacional, reveló la penuria del organismo. Les faltaba dinero.
Recordemos una entrevista de EAI con “El tiempo” de Bogotá, sobre las finanzas del humanitarismo interamericano:
“…Es prácticamente un estado de quiebra que refleja el nivel en el que los estados miembros tienen a la CIDH…Los estados miembros tienen una narrativa muy comprometida con los DD. HH., pero tienen una chequera muy pasiva.
“…Dicen que es que no tienen dinero, pero uno se pregunta por qué estos mismos dan 13 millones a la Corte Penal Internacional -lo cual está bien- pese a que no manejan ni un solo caso en la región, pero a la CIDH le dan 200 mil dólares en un año pese a que tenemos 7 mil 000 procesos pendientes. Hay una distancia muy notable entre el discurso pro derechos humanos y el apoyo concreto.
–¿Nos podría explicar la crisis en cifras específicas?
“El presupuesto anual de la CIDH son unos 10 millones de dólares. Unos 4.5 millones de dólares vienen del fondo regular de la OEA, donde los fondos de la CIDH son apenas el 6 por ciento del total (fondos que aportan los estados). Y eso ya en sí es revelador. Dicen que somos prioridad, pero ese 6 por ciento no lo indica…
“El resto de los dineros llegan de fondos específicos… Los europeos dejaron de darnos fondos y los aportes voluntarios se cayeron. De estos, EE. UU., pone el 90 por ciento (unos 2 millones de dólares), lo cual es un contrasentido pues Washington no firma las convenciones americanas, sí pone plata, pero los otros Estados las firman todos, pero no ponen la plata. Necesitamos un sistema interamericano donde todos den dinero y todos firmen”.
En esas condiciones la OEA logró probar una vez más su esterilidad pero los DH su voracidad. Como se trataba de una propuesta venezolana (pronunciarse continentalmente contra Trump y sobre el caso Ayotzinapa y desinflar la fuerza moral de México en la condena al régimen de Maduro), dejaron pasar la trampa de la canciller Rodríguez, quien les había pedido, nada más, incluir en los documentos casos sobre los cuales la misma OEA había externado su preocupación:
Su diagnóstico, la opinión de sus expertos y la existencia misma de un mecanismo de seguimiento (Ayotzinapa), no tuvieron valor alguno a la hora de incluirlos en la agenda apresurada con la cual, Maduro les mandó una cortina de humo.
Pero detrás del humo surgió la única verdad de la CIDH, la conjugación (como dice un amigo mío), del verbo “viaticar”; o sea, sacarle dinero a los gobiernos para patrocinar una comisión interamericana intervencionista en materia de Derechos Humanos.
“(La jornada).- La Organización de los Estados Americanos (OEA) decidió duplicar el presupuesto del sistema de justicia, que incluye a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coidh).
“Esta medida, impulsada por un grupo de países encabezados por México y Argentina, permitirá a la CIDH, en tres años, incorporar a su fondo regular el total de los costos de sus actividades y dejar de depender a mediano plazo de las donaciones voluntarias, que constituyen 50 por ciento de sus recursos disponibles”.
Lo dicho, ganó la burocracia.
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