La noticia tiene algo de nostalgia. Un poco también de tristeza y un leve aroma de tragedia:
“El circo Producciones Hermanos Cedeño ofreció esta noche su última presentación con animales.
“Frente a la entrada en vigor de la ley que prohíbe el uso de ejemplares de vida silvestre en espectáculos de circo, el próximo 8 de julio, la carpa circense propiedad de Armando Cedeño, quien a su vez es presidente de la Unión Nacional de Empresarios y Artistas de Circo (UNEAC), presentó su último espectáculo con animales ante unos 200 asistentes.
“Como parte de la última función, se exhibió el show (¿?) de los tigres de bengala entrenados para hacer actos circenses como atravesar un aro de fuego o ponerse de pie en dos patas para que el público les aplaudiera.
“El empresario dijo que, a partir de mañana, empezará a definir el futuro de los 25 animales que participan en su circo, que actualmente se encuentra en el Bordo de Xochiaca, en Chimalhuacán, Estado de México.
«Todavía no sé qué va a pasar con ellos, vamos a ver después del 8 de julio cuántos logran sobrevivir, hoy dimos esta función nosotros arriesgándonos a que mañana no nos dé tiempo de acomodarlos», dijo Cedeño.
“Durante el espectáculo, Junior, el domador de tigres de bengala, lamentó la prohibición de animales en los circos. «Es muy triste lo que le pasó al circo mexicano gracias al Partido Verde. Ellos nunca nos dieron la oportunidad de hablar sobre cómo se trata a la animales en los circos», indicó”.
La nota no lo consigna pero Junior, el domador, gentilmente le pidió a uno de los tigres con quien ha trabajado en los últimos años (Sultán, al parecer) una garra para despedirse en público. El felino puso la zarpa casi con tacto de mujer enamorada su adiós de terciopelo.
Como otras muchas cosas en el mundo, el circo comienza su camino a la extinción.
Obviamente será sustituido por espectáculos llenos de luces y cuerdas en el cielo. Los acróbatas serán la gran atracción y las coreografías celestiales suplirán las cabriolas del torpe oso, los lamentables intentos de comicidad de los orangutanes, el bien educado paso de los caballos con una amazona de mallas trotas encima del lomo; el bailoteo de traje arrugado de los elefantes y hasta la comicidad involuntaria de los perros bailarines.
Detrás de todos ellos, por debajo de la tela mugrosa de la carpa, un gato de seguro sonríe: nunca pudieron obligarlo al trabajo en la pista. No lo persuadieron ni los látigos de domadores de bigote hirsuto, capaces de lidiar con leones y panteras, ni tampoco las recompensas de Pavlov a su buen o mal comportamiento. El gato se burló siempre del circo.
Pero otros animales hubo. Por ellos la demagogia política asociada con el oportunismo se alzó en defensa de los diversos linajes de criaturas vivientes y sensibles. Y entonces lo prohibieron.
A partir de hoy las bestias de circo terminarán en lúgubres zoológicos, tan encadenados, maltrechos y aburridos como cuando vivían en los circos y tan desatendidos o más en paciente espera de la muerte.
Y por ellos y para ellos deseo repetir al poeta, a Don Leopoldo Lugones. Sus versos lo dicen todo, hasta la pérdida:
“Grave en la decadencia de su prez soberana,
sobrelleva la aleve clausura de las rejas,
Y en el ocio reumático de sus garras Ya viejas
la ignominia de un sordo lumbago lo amilana.
“Mas a veces el ímpetu de su sangre africana
repliega un arrogante fruncimiento de cejas,
y entre el huracanado tumulto de guedejas
ennoblece su rostro la vertical humana.
“Es la hora en que hacia el vado, con nerviosas cautelas
desciende el azorado trote de las gacelas,
bajo la tiranía de atávicos misterios.
“La fiera siente un lúgubre influjo de destino
y en el oro nictálope de su ojo, mortecino
se hastía una magnánima desilusión de imperios”.