La Casa Blanca está marcando el comienzo de una era de transformación para millones de cubanos que han sufrido como resultado de más de 50 años de hostilidad entre las dos naciones.
La frase pronunciada en enero de 1998 por el Papa Juan Pablo II frente a Fidel Castro para “…que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”, no tenía sentido. Al menos no lo tenía hasta hace unas horas.
La única puerta cerrada, verdadero freno, muralla o valladar para esa apertura era la actitud del gobierno estadunidense, prolongada a través de cincuenta y dos años de espaldas a una revolución agotada y empobrecida, víctima del bloqueo y el sabotaje.
Durante todos esos años, durante casi medio siglo entero y un poco más, los Estados Unidos sobrepusieron los intereses geopolíticos a la lógica de una posible coexistencia pacífica. A eso se le llamó “Guerra Fría”, cuyos momentos más álgidos fueron cuando la crisis de los cohetes durante los gobiernos de Kennedy y Krushov.
Desde entonces Cuba ha sido comandada por un solo hombre, Fidel Castro, así ahora sea su hermano quien ejecuta las líneas políticas del anciano cuya vida llega casi al final con la satisfacción de no haberse equivocado en su contumaz resistencia.
Alguna vez escuché a Castro explicar cómo resistía Cuba los embates del aislamiento: “Con la paciencia de Job y la sonrisa de la Gioconda”.
La frase es no solamente hermosa sino reveladora. La paciencia para esperar, la sonrisa para no revelar los verdaderos sentimientos.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas, dado a conocer así por The New York Times, es una marca en la historia de América. Sin duda.
El texto titulado “Un nuevo comienzo con Cuba” revela cómo la decisión de Obama se produce “tras meses de negociación” para normalizar las relaciones con La Habana, a lo cual llama “un paso valiente para terminar uno de los capítulos más equivocados en la política exterior de Estados Unidos”.
“La decisión del gobierno de restablecer relaciones diplomáticas plenas, adoptar medidas para eliminar a Cuba de la lista del Departamento de Estado de países que patrocinan el terrorismo y hacer retroceder las restricciones sobre los viajes y el comercio —dice NYT—, es un cambio en la dirección que ha sido fuertemente apoyada por esta página. La Casa Blanca está marcando el comienzo de una era de transformación para millones de cubanos que han sufrido como resultado de más de 50 años de hostilidad entre las dos naciones”.
Según el diario destaca “Obama podría haber tomado pasos graduales hacia el deshielo entre ambas partes. En cambio, él ha actuado con valentía en la medida de lo que puede, dentro de las limitaciones de una ley anticuada de 1996 con duras sanciones a Cuba en la búsqueda de un cambio de régimen”.
El acoso a Cuba tuvo siempre una herramienta formal muy importante: la Organización de Estados Americanos, de la cual La Habana fue expulsada a pesar del voto en contra del gobierno mexicano.
Hoy muchas cosas quedan claras, entre otras cómo una sonrisa prolongada de mujer puede derretir, no sólo un corazón humano enamorado, sino derribar en el Caribe el último ladrillo del Muro de Berlín. Ahora vendrá un proceso de reeducación para la opinión pública americana: si los señalamientos de tiranía insoportable vertidos durante 50 años ya dejaron de ser ciertos. En fin…
Hoy se escucha una vieja propaganda musical de los tiempos de Playa Girón: “…Fidel, Fidel, qué tiene Fidel, que los americanos no pueden con él…”.
rafael.cardona.sandoval@gmail.com