El Muro se ha caído y el comunismo no existe ni siquiera en los libros abandonados. Ya no aparece en los mapas la Unión Soviética y los capitalistas rusos y chinos se pasean en Rolls Royce en las calles de Moscú o Shangai. Sí, ya lo sabemos: el Muro se ha caído y el comunismo no existe ni siquiera en los libros abandonados. Ya no aparece en los mapas la Unión Soviética y los capitalistas rusos y chinos se pasean en Rolls Royce en las calles de Moscú o Shangai. Los antiguos comunistas mexicanos hoy son papel para una nostalgia extravagante y, en el mejor de los casos, romántica.
Pero donde el comunismo mexicano ha triunfado en toda la línea es en la oratoria política.
Todos quienes se dejan seducir por el embrujo de la palabra sin sustancia (cuando veo un micrófono no me puedo resistir, me dijo una vez Vicente Fox) lo hacen con una fórmula: sacar de la gaveta algún lugar común.
Con esa fórmula, si deben hablar un 18 de marzo, sea cual sea su tendencia político-administrativa, dirán siempre lo gallardo del comportamiento del general Cárdenas, de cómo rescató para la nación la riqueza del subsuelo y bla, bla, bla.
Si deben hablar del presidente Benito Juárez repetirán el sobadísimo apotegma sobre la paz y el derecho de los otros y de paso elevarán loas al laicismo encarnado del patricio y bla, bla, bla.
No importa si por otra parte combaten al Estado laico mediante controversias constitucionales de inspiración religiosa. En los discursos se le exalta, pues oratoria es como el papel: lo resiste todo. Ese es nuestro comunismo: repetir lugares comunes.
Y aquí hay dos ejemplos de oratoria comunista.
Dijo el presidente de México, don Felipe Calderón, el pasado 21 de marzo:
“Rendimos tributo al hombre que consagró su vida a la afirmación de la Independencia nacional y a la consolidación de un verdadero Estado nacional, liberal y laico”.
Esta exaltación del laicismo, cuya única expresión constitucional hasta ahora es en el campo educativo (artículo 3°) no corresponde a otra expresión pública pronunciada el 13 de enero del 2009 por el propio presidente, cuando dijo todo esto en una reunión mundial sobre la familia promovida por El Vaticano:
“Sean ustedes bienvenidos, como ya dijeron aquí los señores cardenales, a esta tierra de María de Guadalupe y de San Juan Diego, también de los Mártires de la Persecución, y también, no puedo omitir el comercial, del primer santo mexicano, que es además mi patrono, que es San Felipe de Jesús…
“…Saludo a todos los que vienen, insisto, del mundo…Saludo a mis paisanas y a mis paisanos michoacanos, que sé que se dejaron venir en serio. Saludo también a quienes han sido parte, responsables, no faltará quien diga que culpables, pero en fin, de mi formación y mi educación; son varios: a los Hermanos Maristas, desde luego, a las Misioneras del Espíritu Santo, a las hermanas del Verbo Encarnado… y desde luego a quienes se encargan, además, de la educación de mis hijos, que son las Hermanas de la Asunción, a quienes les tengo un gran aprecio y afecto…”.
Extraña forma de combinar el aprecio por la educación confesional y el laicismo de Benito Juárez.
INTELIGENCIA
La palabra inteligencia significa, en su más simple acepción, elegir entre lo leído. “inter-legere”. Seleccionar, evaluar, analizar. Por eso a las instituciones encargadas de recopilar e interpretar información se les llama de inteligencia y se ha dado ese nombre a un necesario ejercicio del poder para tomar decisiones; recopilar todo lo posible para después ordenarlo y anticiparse a las acciones de los demás.
De eso se encarga desde hace siglos la policía política. El emperador Diocleciano organizó la schola palatina, la cual vendría siendo una especie de CISEN de aquel tiempo, en la cual operaban los agentes in rebus (o sea, “para cosas”. ¿Cuáles? Todas. Así como los narcos se disfrazan de “hombres de negocios”), quienes eran una especie de policía y confidentes del máximo mandatario: “los ojos y los oídos del emperador…”.
Pero para funcionar debían estar ahí. Como todos los agentes (espías suena muy novelizado) cuya labor es estar ahí. O aquí, si pertenecen a otro país cuyos intereses son muchos y no siempre favorables a este país.
Siempre han estado aquí, dice el cínico.
Sí, pero no como salvadores oficiales de la patria. Ahora sí. Por fin lo logramos, ya saltamos de la sartén al fuego.
GÓMEZ MONT
Precisamente cuando en las jornadas por la legalidad el secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont dice (eso sí muy inspirado): “La violencia surge cuando no podemos reconocernos en el otro. Quien violenta, quien agrede, ya sea autoridad o persona particular, tiende a cosificar al otro, tiende a no verlo como un ser de la misma especie, como un enemigo de su propia especie, y en ese sentido tenemos que reconciliar para fortalecer la justicia y la seguridad, tenemos que reconciliar”, aparece muerto un detenido. Y además cuando hay visitas en casa… ¿no le digo? Así no se puede…