Prevaricar. Verbo contundente y frecuente, cuyo significado define una conducta crónica en los tribunales mexicanos y cuyo significado –en este caso– es actuar en contra de la naturaleza de la limpieza judicial.
El diccionario de términos jurídicos, de la UNAM, hecho bajo la sabia coordinación del doctor José Luis Soberanes en el Instituto de Investigaciones Jurídicas, dedica a su definición un amplio espacio y entre otras cosas nos dice:
Prevaricación: I. (del latín prevaricatio-onis.) El vocablo tiene una gran amplitud y las sub siguientes vaguedad y ambigüedad lingüística, lo que es tanto como decir que se presta a considerable cantidad de errores y confusiones. Ello obliga al jurista a un sobre trabajo a la par sintético y analítico.
“En una acepción amplia prevaricar puede ser equiparado al delinquir de los funcionarios, mejor dicho, de los servidores públicos, cuando dictan o proponen a sabiendas, o por inescrutable ignorancia, una resolución de manifiesta injusticia: consecuentemente el prevaricato sería la acción de cualquier funcionario o servidor público que falte a los deberes dimanantes de su encargo…”
Yo diría, una falta provechosa, deliberada y traicionera para su propia condición. Y su función.
Y si me viera forzado a dejar a la vera el tomo especializado y le preguntara al hombre de la calle, haya o no sufrido por un juez venal, omiso, atemorizado o cómplice, de seguro me diría:
–El juez se hizo pendejo. Definición perfecta y clara.
En mi oficio también se prevarica, no nada más entre abogados o jueces. Un amigo mío, dueño de un periódico sumamente exitoso en su tiempo, me presumía su riqueza. Desde la opulencia acapulqueña mostraba sus cuadros, sus automóviles y decía:
–¿Tú crees que todo esto es por lo que he publicado en el periódico? No; es por lo que no he publicado.
Era como los viejos pelotaris cuya imposible pérdida de la pelota en un revés medianamente fácil, le daba la vuelta al juego de las apuestas. El delantero vuela un penal y “vende” el campeonato; el “bofe” se tira un clavado; el matador afeita y “costalea” al toro.
Y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es experto en esa conducta. Su presidente está a un paso de sufrir una verdadera persecución policiaca y seguramente en su cartera lleva doblado este recorte de la revista “Expansión”:
“El magistrado presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), José Luis Vargas Valdez, se presentó este jueves a declarar ante la Fiscalía General de la República (FGR) por la denuncia presentada en su contra por posible enriquecimiento ilícito.
“La comparecencia de Vargas Valdez fue ante la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción de la FGR, donde negó las acusaciones formuladas por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF)”.
Por eso hace apenas unos días, se dio la más reciente prevaricación en ese tribunal: echó abajo el acuerdo del Instituto Nacional Electoral cuya exigencia era simple: ajustar las transmisiones mañaneras (no el contenido) a la ley.
También ¿a quien se le ocurre exigir legalidad, Lorenzo?
Como se sabe en esas mañaneras el presidente ha azuzado a sus seguidores contra la alianza electoral cuya meta es ganar la mayoría en la Cámara de Diputados, con la advertencia de la desaparición de los programas sociales si los enemigos del pueblo le meten la mano al presupuesto.
El tribunal dejó al aire la mañanera íntegra.
Pero también se debe haber leído esto:
“(AP).- Una magistrada y cuatro magistrados del Tribunal Electoral Federal se desmarcaron del presidente de la Sala Superior, José Luis Vargas, y lo dejaron solo en su disputa contra el Consejo de la Judicatura Federal (CJF), que lo señala de manipular una votación y acuerdos aprobados en el Consejo de Administración del órgano jurisdiccional.
“Ayer, primero, la magistrada Janine Otálora, expresidenta de la Sala Superior, y los magistrados Reyes Rodríguez e Indalfer Infante suscribieron una carta en la que manifestaron su respaldo a los representantes del CJF en el Consejo de Administración: Loretta Ortiz, Bernardo Bátiz y Jorge Cruz Ramos.
“Posteriormente, otros dos magistrados electorales, Felipe Fuentes y Felipe de la Mata -dos antiguos aliados de Vargas- secundaron el pronunciamiento, destacando que su lealtad está con el Poder Judicial y que ellos siempre se han conducido conlegalidad.
Pero eso nada significa. El magistrado Indalfer Infante (así se llama), se ha dedicado –por ejemplo–, a “empollar” el expediente de Pío, el impío.
–¿Cuál Pío?
En este país nomás hay uno.
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