Hoy habrá una extraña euforia colectiva en la ciudad de Toluca.
Después de seis años Enrique Peña Nieto llega a rendir cuentas al (aquí vale el sobado adjetivo) insuficiente teatro Morelos y con la lectura de su mensaje en el cual invocará la grandeza del pueblo y la certeza de hallar mejores horizontes para el país y así terminará su gobierno.
“…miramos el horizonte del futuro –dijo en su primer informe, sesenta meses antes y cincuenta mil muertos menos–, -como la gran oportunidad de transformar nuestra realidad social, como la posibilidad de dar un nuevo impulso al desarrollo integral de toda la sociedad… la reconciliación nacional, es la única vía para la estabilidad y el progreso”.
“Para consolidar la vida democrática del estado y la nación, es necesario pasar de la intolerancia al entendimiento y cuidar la dignidad política”.
Esas palabras podrían ser repetidas esta misma mañana.
Ahora, con el calendario deshecho entre los dedos, queda poco para el resto de los días (una docena escasa).
Sólo dará más ocasión para ver a dos o tres amigos; guardar las cosas en baúles de mudanza (como hizo en sus días el Negro Philomene en el cambio barroco, cuando “ todo esto se iba llevando quedamente, acompasadamente, cuidando de que la plata no topara con la plata, hacia las sordas penumbras de cajas de madera, de huacales en espera, de cofres con fuertes cerrojos, bajo la vigilancia del Amo), antes de echar el candado y mirar el amplio panorama de una campaña inevitable cuyo peor defecto sería darla por ganada desde ahora.
Hablará hoy Enrique Peña del cumplimiento de los tres elementos centrales del trabajo realizado: seguridad pública, seguridad social y seguridad económica. Y en este campo dará cuenta de cómo en seis años redujo la deuda mexiquense en 25 por ciento.
De todo esto dirá en el Teatro Morelos mientras los diputados destripan el envoltorio con el “Informe”, pues de acuerdo con los tiempos actuales el Teatro Morelos será escenario para un mensaje con apoyos audiovisuales. Largo texto en el cual se ofrecerán imágenes y palabras y se detallará la amplitud de los compromisos cumplidos y la filosofía política en la cual se apoyó el gobierno.
“Servirles a los mexiquenses ha sido el más grande honor de mi vida”, dirá en una parte del texto. Y después, a mirar abierta de par en par la puerta del futuro.
“La vida –dijo el poeta— es undívaga y abierta, como el mar.”
SOMBRA
Pero no en todas partes las habas se cuecen igual ni hierven los mismos potajes. Cuando a uno le toca el sol; a otro le va la sombra. Y en eso quizá piense Rodrigo Medina, gobernador de Nuevo León, invitado al último informe de su colega.
En México hay algunas cosas imposibles. Una de ellas: llegar al gobierno de Nuevo León sin el apoyo (y el dinero) del poderoso, subsidiado, consentido y en muchos sentidos privilegiado grupo Industrial de Monterrey.
La otra, pensar en un gobierno independiente de su calificación, vigilancia, tolerancia y aun control. No hay política local fuera de los intereses económicos, sociales y hasta clasistas del grupo cuya única intención es preservar y ampliar sus condiciones de privilegio mientras paso a paso consideran al gobernador en turno –sea quien sea–, un empleado más de Vitro o Femsa.
Y si ese gobernador no les cumple, entonces hacen sentir el tonelaje de su billete.
Eso no es nuevo. Sólo en ese sentido se puede comprender el vasto alquiler de plumas con las cuales pretenden los industriales “regios” desbarrancar al de por si emproblemado gobernador Medina quien no sale de una para caer en otra al menos en materia de inseguridad pública. No advierten como el debilitamiento del gobierno los disminuye también a ellos.
En la entrega del premio cuyo nombre honra la memoria del Patriarca Eugenio Garza Sada y en una posterior visita al Presidente Calderón, los barones del Cerro de la Silla mostraron los colmillos.
“Este premio se torna mucho más relevante dadas las circunstancias que rodean a nuestra ciudad y al país. Si viviera don Eugenio estaría muy triste e indignado por la situación de violencia, criminalidad, corrupción e inseguridad que se vive en Monterrey. Pero sin duda estaría activo, trabajando con determinación y firmeza para superar tan grave adversidad”.
Yo no sé si para Don Eugenio, al menos, el fondo de la violencia y la inseguridad se presentó o no el 17 de septiembre de 1973 cuando lo asesinó un grupo guerrillero y si sus herederos toman en cuenta lo ocurrido en marzo del año pasado cuando dos jóvenes estudiantes fueron muertos (y no por el gobierno Estatal) en medio de una balacera en la escuela fundada por el ilustre difunto.
Ya después se quejaron del mal desempeño de todos en Nuevo León. Hasta de ellos mismos.
FOX
Como buen ranchero, Vicente Fox no se cae de la yegua bruta. Bien estirado el pretal y firmes las piernas dice y repite mientras el solípedo repara y bufa: “mi evaluación es que la violencia no se combate con más violencia, por el contrario, nos ha llevado a una escalada del problema por ambas partes.”