La placa es simple. Cuadrada en tonos azules. Un marco marino más oscuro. Las letras son blancas y su anuncio oscila entre la hilaridad y el ridículo. Lo malo es su seriedad. 

Esta colocada en la puerta del servicio sanitario (así se llama eufónicamente a la asamblea de urinarios, mingitorios, retretes, tazas y lavabos con espejos), en el corredor cuya largura conecta el patio con el salón de plenos y la sala de prensa, casi frente al pequeño salón de entrevistas epónimo de “Miguel Reyes Razo”.

Pues ahí mismo.

“BAÑO PARA TODO GÉNERO”, dice la placa con letras bien visibles. Y después, con mayúsculas más pequeñas, viene la explicación:

“TODA PERSONA PUEDE USAR ESTE BAÑO SIN IMPORTAR IDENTIDAD Y EXPRESIÓN DE GÉNERO”. 

Por ahora no tiene sentido seguir con la discusión de confundir sexo con género. De eso ya se ha encargado la ociosidad feminista de influencia anglosajona. Tampoco es tiempo para discutir si la mezcla de personas de diferente sexo o preferencia es un pasaporte a la comodidad o la fisgonería.

De eso se pueden encargar otros. A mi simplemente me parece una hazaña de la diversidad, un monumento a la igualdad. Lástima la ubicación de tan relevante consagración, porque la mezcla de hombres y mujeres en un baño, se puede interpretar como una “Rosa de dos aromas”, como habría dicho, Emilio Carballido.

Este logro de la micción universalmente reconocida como materia de igualdad de sitio, (o peor aún del pujo digestivo en do mayor con su onomatopeya trompetera), nos permite a todos observar la calidad y capacidad de esta legislatura, cuyas condiciones paritarias no se terminan en la integración sexual de hombres, mujeres y demás preferencias, aptitudes y actitudes en el amplio arcoíris del mundo LGTB etc.

Alguna vez Porfirio Muñoz Ledo, antes de ser defenestrado de la Cuarta Transformación por la imperdonable herejía de disentir sobre muchas cosas, entre ellas la vida parlamentaria, nos regaló una frase cuya intensidad y verdad se acentúa con el paso del tiempo: 

“Que pinche manera de legislar”.

Una vez más el señor coordinador de Morena, Ignacio Mier da miedo. Pues esa decisión se tomo cuando él aún manejaba la Junta de Coordinación Política y detentaba la presidencia de la mesa directiva.

Además la materia misma de este acuerdo (¿cual es la materia, la urinaria o la parlamentaria) nos revela las prioridades de la 4-T,la  cual podría llamarse –por equidad– “Cuarto Transformaciono”  o “Cuarte Transformacione”, para no ofender la sensibilidad de ninguno de los muchos “géneros” representados en la Cámara.  

La ya dicha placa en el dintel, tiene además el mérito de la simbología. 

Aparece la silueta de un ser humano con una falda tipo “A” (debe ser una mujercita), junto a la de otro ser humano con largas piernas como pantalones (debe ser un hombrecito) y junto una figura más sólo con media enagua Y media pernera (no se sabe qué es). A un lado de éstas una silla de ruedas (tampoco se conoce el sexo del ocupante de la silla).

A mi me sigue pareciendo muy raro eso de la identidad y la expresión de género. ¿Cómo se expresa el gènero sin caer en los estereotipos tan censurados?  ¿Con la ronca voz de un charro o la con tipluda entonación de Juanga? Yo –como dijo Sabines– no lo se de cierto, lo supongo.

Y en cuanto a la identidad, pues me parece algo mucho más allá de la preferencia por uno u otro orificio, si se me permite recuperar una olvidada expresión del señor cardenal Norberto Rivera y su explicación sobre la entrada y la salida. 

Como sea, hay asuntos de menor importancia en San Lázaro (Lázara, mejor), la como por ejemplo la Reforma Eléctrica, el Presupuesto y el homenaje al Che Guevara, quien  tanto hizo en Cuba en favor del derecho para homosexuales.

Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

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