Llueven las críticas como goterones negros y salpican las páginas de los diarios y manchan las pantallas de los televisores y los brillantes visores de los teléfonos inteligentes y los rectángulos implacables de las computadoras.

Diluvio de censuras, de acrimonia, quizá justa, posiblemente desmedida, desmesurada, pero… todo sería tan simple.

Todo sería fácil si se quisiera darle la vuelta a la opinión de los ciudadanos en torno de su Congreso; porque, ¿sabe usted?

La gente, ese anónimo conjunto cuya voz resulta divina e inequívoca, dicen, los juzga perezosos, privilegiados, huevones y huevonas, pues, si eso fuera posible en el caso de las legisladoras cuyo paritario porcentaje las mete  en la misma canasta de molicie y privilegio a pesar de no tener ellas atributos testiculares con  orquitis promotora del  tedio infecundo. Pero pagan justas por pecadores, en todo caso.

El asunto es sencillo: el tiempo se les viene encima a los señores y señoras del Poder Legislativo y los dictámenes de leyes para construir el (ilusorio) Sistema Nacional Anticorrupción, se atascan en el Senado. Frenados por la fecha –a pesar de tener plazos fijos y fatales–  para cumplir con la elaboración legal.

–¿Y por qué pasan estas cosas?

Hoy, las razones de un Congreso dividido en su operación en periodos ordinarios y a veces extraordinarios, no tiene sentido. El Poder Legislativo debería ser como cualquiera otro: permanente, constante, continuo sin interrupciones prolongadas excepto quizá razonables períodos vacacionales, como todo mundo.

Se dicen de sí mismos, somos el Constituyente permanente, pero de abril a septiembre no visitan San Lázaro ni las moscas y en los últimos días todo se hace como en vaporera, se cuecen las aprobaciones como quemazón de habas, con las carreras del ultimo día, o se emprende  el trabajo tal  Jardiel Poncela decía de las urgencias amatorias de las damas otoñales, como si quisieran tomar el último tranvía.

 

Todo esto se resolvería con una simple modificación de nuestra casi centenaria Constitución. Veamos el texto y propongamos uno nuevo:

“Art 65.- El Congreso se reunirá́ a partir del 1o. de septiembre de cada año, para celebrar un primer periodo de sesiones ordinarias y a partir del 1o. de febrero de cada año para celebrar un segundo periodo de sesiones ordinarias.

“En ambos Periodos de Sesiones el Congreso se ocupará del estudio, discusión y votación de las Iniciativas de Ley que se le presenten y de la resolución de los demás asuntos que le correspondan conforme a esta Constitución.

“En cada Periodo de Sesiones Ordinarias el Congreso se ocupará de manera preferente de los asuntos que señale su Ley Orgánica.

“Art 66.-  Cada periodo de sesiones ordinarias durará el tiempo necesario para tratar todos los asuntos mencionados en el articulo anterior. El primer periodo no podrá́ prolongarse sino hasta el 15 de diciembre del mismo año, excepto cuando el Presidente de la República inicie su encargo en la fecha prevista por el artículo 83, en cuyo caso las sesiones podrán extenderse hasta el 31 de diciembre de ese mismo año. El segundo periodo no podrá́ prolongarse más allá́ del 30 de abril del mismo año.

“Si las dos Cámaras no estuvieren de acuerdo para poner término a las Sesiones antes de las fechas indicadas, resolverá́ el Presidente de la República”.

La Constitución fue escrita en un  tiempo distinto a este, con otras formas de comunicación, con otros medios de transporte. Supuestamente los congresistas deben desplazarse de sus localidades para atender aquí los asuntos plenarios y el trabajo en las comisiones, pero eso, en la actualidad,  es una fantasía. Todos tiene suplentes y entre ambos, con las debidas reformas, podrían atender asuntos locales y federales. Y si no se quieren mudar a la Ciudad de México entonces pueden rechazar la postulación. En fin.

El asunto de fondo es la escalera del poder: ser legislador no es una oportunidad vocacional para legislar: es un paso a veces estratégico a veces laboral, a veces un pago, otras  un castigo; estación para seguir en el juego de la escalera, subir y bajar; tener una plataforma desde la cual seguir en el juego.

Todo este asunto de las premuras y los incumplimientos contrarios al propio texto cuya previsión ambigua, es cierto permite una interpretación favorable al interés del país según el artículo 66 el cual dice a la letra: “…cada periodo de sesiones durará el tiempo necesario para tratar todos los asuntos mencionados en el artículo anterior…”.

Si se modificara la Constitución para hacer permanente a un  Poder Legislativo –hoy intermitente–  con un periodo de sesiones de enero a diciembre o de septiembre a agosto, muchas cosas se podrían mejorar, entre ellas la imagen pública del Congreso hoy acribillado por la crítica social a mañana, tarde y noche.

Los califican por debajo de la policía.

De otra manera los congresistas seguirán siendo vistos por los ciudadanos (quienes a fin de cuentas con sus impuestos sostienen al Poder Legislativo) como privilegiados burócratas con seis meses de vacaciones pagadas y retribuciones excesivas, fuero, ayudantes, “moches” y demás.

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Festeja el gobierno federal en Campeche la vigencia de un sistema nacional de protección civil en el cual se prevé fortalecer los sistemas de identificación para evitar a los “piratas”; esas ambulancias “patito”; por ejemplo, cuyos tripulantes se estacionan en la orilla de caminos y carreteras y voltean el casco para recibir dinero. Una forma de “boteo”.

Son reales “piratas” de la protección.

Y se hacen los festejos y los discursos y las previsiones en Campeche donde hace mucho tiempo también hubo de otros piratas y es tan feliz la ocasión (participaron diplomáticos, embajadores y  hasta el Comando Norte del Ejército continental americano), como para alentar al Presidente Enrique Peña a cambiar su agenda y su protocolo y salirse a caminar por la bien cuidada capital amurallada, con sus puertas de mar y sus portones de tierra, e irse a comer con  el gobernador, Alejandro Moreno, al famoso restaurante “La pigua” donde las “manos” de cangrejo son suculento platillo.

El comedero se volvió paraíso de las “selfies”; todos querían una imagen con Peña.

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Como era obvio,  los 71 detenidos por el bloqueo a la Autopista del Sol del pasado 25 de abril, fueron puestos en libertad para enfrentar bajo fianza un proceso por atacar las vías de comunicación, lo cual suena como una burla más.

Lo extraño es el número.

De acuerdo con la tradición de una autoridad sin  autoridad, no debieron haber soltado a 71 detenidos (si estos no son responsables, ¿dónde están los culpables?) sino al doble, pues a fin de cuentas le ley está en oferta.

La impunidad es la moneda de cambio de una capitulación.

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Y ya para acabar con el tema de San Lázaro, hace apenas unos días la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados les entregó a algunos veteranos compañeros de este oficio, reconocimientos por su tenaz labor de muchos años en la divulgación de las actividades de la Cámara de Diputados.

Aun cuando este redactor no es integrante de la “fuente” legislativa (ha hecho crónica parlamentaria a lo largo de los últimos 46 años de manera frecuente, desde el último informe presidencial de Gustavo Díaz Ordaz), recibió un diploma por su ejercicio profesional relacionado con el Poder Legislativo. Gracias.

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Valga esto como una fe de erratas: en la columna del miércoles 4 este redactor recordó casos de toreros cuadripléjicos después de tragedias en el ruedo, como es el caso de “El Pana”.

Mencionó al Nimeño II y a Paco Ojeda cuando debió escribir Julio Robles.

Perdón, una pifia.

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En dueto insuperable –no habrían podido contra ellos ni “Los bribones”–, PEMEX y ONEXPO ( la organización cuyo membrete aglutina a los expendedores de gasolina y aceites, entre otras cosas), salen a desmentir la importación de gasolina china por cuya imaginaria combustión estamos como estamos en materia de suciedad aérea.

No hay tal, ni un solo litro.

Y hablan de “stándares” internacionales y normas satisfechas, pero nadie nos explica cómo se mide la inocuidad de los combustibles la cual de seguro no depende del punto de origen. Si la gasolina fuera suficientemente limpia no importaría su pasaporte.

China, holandesa, gringa o inglesa o de dónde venga, la gasolina al quemarse produce contaminantes.

La única gasolina realmente inocua es la mexicana: no hay, diría el humorista de la tragedia.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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