Durante la más reciente borrasca originada por la expulsión de Martí Batres del equipo de Marcelo Ebrard, Andrés Manuel López, reiteró por enésima ocasión su negativa a pelear por la candidatura contra el jefe de gobierno.
La primera y más definitiva ocasión para expresa su rechazo al pleito contra Marcelo, fue expresada por AMLO desde hace ya tiempo (julio 2010) en el libro “La mafia que se adueñó de México… y el 2012”.
“Sólo si estoy bien posicionado EN 2010 –escribió AMLO–, volveré a ser candidato a la presidencia.
“Claro está que hay otras opciones. Una de ellas es Marcelo Ebrard Casaubón, quien gobierna con acierto la ciudad de México. Con Marcelo llevo una buena relación y nuestros adversarios no han podido separarnos. Es muy difícil que en política cuando se compite por el mismo cargo se mantenga las lealtades.
“Sin embargo, con mucha responsabilidad, desprovisto de ambiciones personales por legítimas que sean y poniendo por delante el interés general, estamos haciendo un esfuerzo por mantenernos unidos. En más de una ocasión, quienes no me ven con buenos ojos, lo han incitado a que rompa conmigo, con el pretexto de que, con él si se puede llegar a un acuerdo. Pero este político excepcional no se ha dejado llevar por el canto de las sirenas.”
Pero no hay nada inmutable. Sobre todo en la política.
El canto de las sirenas parece haber llegado demasiado fuerte porque ya en otra ocasión (8 de julio de este año) en una entrevista en Tabasco, el caudillo deslizó la razón por la cual MEC podría ganar la candidatura: la mafia no lo vería mal.
“Andrés Manuel López Obrador señaló ayer que “la mafia del poder” no lo quiere, y dio a entender que no le disgustaría que fuera Marcelo Ebrard el candidato presidencial de la izquierda. Afirmó, además, que si él no gana las elecciones el año próximo, continuará su lucha política por la transformación de México.
“Entrevistado en el noticiero radiofónico Telerreportaje, el de mayor audiencia en Tabasco, el ex candidato presidencial reiteró que hay un acuerdo con Marcelo Ebrard para que el que vaya mejor posicionado sea el candidato de las fuerzas progresistas, pero expuso:
“La mafia en el poder no sólo se planteó robarnos la Presidencia, sino desaparecernos, a mí no me ven con buenos ojos. Los de la mafia en el poder, que con los que manejan los medios de comunicación, o sea, los medios de comunicación más influyentes de este país, están en manos de estos 30 de los que hablamos”.
—Te pregunté de Ebrard, le dijo su entrevistador.
—Sí, lo que quiere decir que ese mismo grupo no me quiere a mí. Lo que pasa es que a la mafia no le disgustaría que no fuese yo el candidato; pero yo tengo confianza en la gente”.
Mientras tanto ambos personajes se dividen. O mejor dicho, sus caminos se separan. Ebrard puede convertirse en una estrella de las revistas del corazón como tanto censuraron en su tiempo a Enrique Peña y pasearse con su novia cuyo aspecto de “top model” le quita el aliento más de uno.
En contraste López sigue en el imperio del dril y la mezclilla. Para él no han nacido ni Giorgio Armani ni Gucci. NO se arregla el cabello, no se tiñe ni se hace implantes. Se pasea por el mundo con la cabellera canosa y alborotada y sigue terco y tenaz con la misma historia: organizar al pueblo para luchar contra la mafia. Ir desde abajo, hacer uno y otro y otro más recorridos por el país, por todos los municipios, a flor de tierra donde se asientan el polvo y el lodo de la pobreza mexicana.
Marcelo no.
Si bien ha estado en inundaciones y calamidades, su aspecto sigue siendo el del Metrosexual exitoso. Su gobierno está bien calificado hasta por sus peores críticos y su fiesta en el Auditorio Nacional no pudo ser más exitosa.
Jesús Zambrano ya ha reiterado las encuestas (una o dos empresas calificadas para hacer el “espejo”) hacia la población abierta en el proceso de selección, para postular a uno o a otro en coalición con el PT, el Movimiento Ciudadano y el PRD.
Los más enterados del asunto juran y perjuran la disposición de AMLO para hacerse a un lado si el caso se diera.
“Andrés no va a ser tan irresponsable –dicen–, de bloquear todo el proceso a cambio de una candidatura endeble; mucho menos a debilitar a toda la izquierda por un sectarismo personalista.”
Y Marcelo dijo:
“…voy a participar decididamente en el proceso de selección del candidato de la izquierda mexicana, ahí vamos a estar… vamos a participar en la encuesta que se va a llevar a cabo, vamos a participar en el proceso y vamos a ir con la autoridad moral que tiene la izquierda que es haber gobernado la ciudad más grande, la más difícil del país en situaciones muy adversas y salir adelante y haber construido en los hechos otro camino, una sociedad más justa, más segura y más próspera…”
A estas alturas la pregunta no es si Marcelo está mejor posicionado, cosa obvia. La pregunta es ¿se resignará Andrés? ¿A cambio de qué?