Cuando el actual Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa exprimió sus amarguras tras la derrota electoral de 1990, escribió un libro dramático en algunos momentos. Se llama “El pez en el agua” y a lo largo de sus muchas páginas el pez parece estar siempre seco, sobre todo cuando habla de política.

“…el APRA y la izquierda, que abrieron las puertas del Palacio a Fujimori, fueron luego sus principales víctimas y su caudal electoral –reunido– no llegó en Lima al 10 por ciento del voto en los comicios municipales de enero de 1993. El gran arquitecto de las intrigas y maniobras que facilitaron el triunfo de Fujimori, Alán García, luego de semidestruir al Perú y desprestigiar de por vida a su partido, se halla ahora en el exilio, al igual que varios de sus amigos y colaboradores, acosado por varios procesos por robo y corrupción…”

Sin embargo hoy García es presidente del Perú. Su desprestigio vitalicio (según MVLL ) le alcanzó hasta para la reelección. Es más, hasta Vargas Llosa colaboró efímeramente con él antes de romper definitivamente, por segunda ocasión, todo trato con el Ejecutivo, quien se hizo infinitas lenguas en los elogios al peruanismo y condición de orgullo nacional, del recientemente galardonado escritor.

Pero Vargas Llosa fue ingenuo cuando quiso auxiliar en la comisión de la memoria peruana. Cuando tiró el arpa no tuvo empacho en hacerlo con las formas y llamar a García, un rufián de siete suelas, excelentísimo señor presidente.

Así le renunció Mario:

“Excmo. Señor Dr. Alan García Pérez. Presidente del Perú. Lima.

“Señor Presidente: Por la presente le hago llegar mi renuncia irrevocable a la Comisión Encargada del Lugar de la Memoria cuya Presidencia tuvo usted a bien confiarme y que acepté convencido de que su gobierno estaba decidido a continuar el perfeccionamiento de la democracia peruana tan dañada por los crímenes y robos de la dictadura de Fujimori y Montesinos.

“La razón de mi renuncia es el reciente Decreto Legislativo 1097 que, a todas luces, constituye una amnistía apenas disfrazada para beneficiar a buen número de personas vinculadas a la dictadura y condenadas o procesadas por crímenes contra los derechos humanos -asesinatos, torturas y desapariciones-, entre ellos al propio ex dictador y su brazo derecho”.

Y si he llamado rufián a García, se debe entre otras cosas, a esta noticia de hace un par de días:

“El presidente peruano Alan García (Notimex) abofeteó al joven Richard Gálvez León cuando este le gritó “corrupto” durante una visita que hizo el gobernante al Hospital Eduardo Rebagliati, reveló este lunes el diario Perú 21.

“El incidente quedó grabado en los celulares de familiares de pacientes que fueron testigos del hecho, aseguró el periódico, el cual detalló que el mandatario propinó dos cachetadas al joven de 27 años quien, tras reponerse, siguió insultando a García.

“No fue una, sino dos cachetadas. Como en la marcha de la CGTP (Confederación General de Trabajadores del Perú) del 2004 cuando agredió a Jesús Lora, el presidente Alan García perdió los papeles, esta vez como mandatario, y agredió a Gálvez León”, indicó”.

Lo dicho, un patán capaz de resolver a puñetazos sus diferencias con el prójimo. Digo…

CLASIFICACIÓN

La clasificación de las características de cada quien para asignarle un turno en la salida de la mina chilena, nos pone a pensar si Charles Darwin tenía razón. ¿Quién sobrevive? ¿El más apto, el más fuerte, el más capaz de adaptarse?

Más allá de las leyes de la evolución los organizadores de este insólito rescate programaron las salidas de acuerdo con la circunstancia: primero saldrían los más hábiles pues en caso de una falla debían ser capaces de reparar y resolver físicamente el problema, activar las emergencias y mantener la organización para un nuevo intento.

Después los enfermos o quienes quedaron debilitados por la clausura para no entorpecer las maniobras iníciales y dar oportunidad a todo el grupo. Se trataba de evitar lo de siempre: el grupo parte cuando llega el último, no cuando llega el primero.

Y en la última tanda los más fuertes. Esos pueden esperar, para eso son los mejor dotados físicamente.

Y al final, el líder, el organizador, el sembrador de la calma y la responsabilidad en los larguísimos días del encierro, Luis Urzúa Iribarren, un topógrafo con innatas cualidades de conducción cuya experiencia en accidentes industriales (en el 2006 ya había pasado por el incendio de la mina Carola, también en el norte chileno) le permitió prodigar cordura y hacer tolerable el terrible enclaustramiento.

ORGULLO

Mientras los chilenos hallan razón de orgullo nacional con esa labor digna de Hércules, los mexicanos pasamos de pena en pena. Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco, le tiene “asquito” a los homosexuales (¿cuántos secretos tendrá en el closet?) y Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del DF, tras mostrar una caja de huevos a Juan Sandoval, le dice “cavernal” al purpurado.

Y esos nos gobiernan.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona