En dos ocasiones recientes, por boca de funcionarios con responsabilidades tan divergentes como la cultura y la metralla –la Educación y la Seguridad-vocación -, los ciudadanos con crítica (en los medios y fuera de ellos) hemos sido calificados de mezquinos por algunos secretarios del presidente Felipe Calderón.
La mezquindad es una condición en la cual desaparece la nobleza del espíritu y se cae en la miseria moral. Es el regateo infame; la ruindad codiciosa. Pero tiene también una acepción peyorativa. El mezquino era en los tiempos remotos un esclavo de la gleba; es decir, un hijo de la pobre tierra. Lumpen, pues.
Dos circunstancias han llevado a los empleados presidenciales a criticar a quienes critican.
En el primer caso derivado del caos de los festejos del “Bi-Ce” el secretario Alonso Lujambio les (nos) asestó su rechazo a quienes hemos opinado sobre las pifias acumuladas y recomendó pasar por alto cualquier tiquis miquis sobre costos y gastos pues la ocasión irrepetible nos permite ostentar el dorado esmalte de ser la generación del Bicentenario.
Extrañamente la defensa de los medallones de la Independencia la hizo el secretario de Educación el pasado mes de agosto, en compañía de (¡vaya paradoja!) el embajador de los Estados Unidos, el señor Carlos Pascual.
“… (Lujambio) expresó su inquietud porque muchos mexicanos pregunten qué vamos a festejar ahora en el Bicentenario, «porque revela todo un estado de ánimo, a veces una mezquindad entre los mexicanos, pero la mayoría aplastante estamos convencidos que tenemos mucho que festejar… nuestro ser, nuestra cultura… estamos convencidos de que la manera más eficaz de enfrentar los problemas colectivos que vive el país es uniéndonos los mexicanos, subrayando lo que nos une, “desenfatizando” (gracias por la palabra, es casi tan docta como el sospechosismo) lo que nos divide».
En aquella ocasión, frente a jóvenes cuya necesidad de conocimiento los había impulsado a estudiar en el extranjero, Lujambio les dijo: “ (salir) nos ayuda a entendernos, a comprendernos, a acercarnos y, a la postre, a intentar todos juntos, las dos culturas, ir derruyendo lo que nos divide y fortaleciendo también lo que nos hermana»
«Y una manera de subrayar lo que nos une y desenfatizar lo que nos divide es precisamente festejando nuestro ser, nuestra existencia, nuestra justicia (¿?). Estoy convencido de que sería un desperdicio imperdonable para los mexicanos que no celebráramos con alegría, con júbilo los 200 años de nuestra existencia».
Ya después habló Pascual, pero por respeto del tiempo de quien tenga la bondad de leer estas líneas, mejor lo omitimos. Puro cotorreo.
Pero la palabra mezquino ya les gustó a nuestros funcionarios. En ese sentido Genaro García Luna, el ingeniero experto en seguridad, feliz por la incruenta y hasta aterciopelada captura de “La Barbie”, rechazó los señalamientos de la crítica en torno de algunas peculiaridades de esa aprehensión y dijo así:
“Los mexicanos tenemos capacidad superior para combatir al crimen, el gran tema es que todavía hay gente por ahí con una mezquindad brutal, cosas verdaderamente efímeras que tal parecería que están en defensa de los narcotraficantes, porque eso sí, la perspectiva de los criminales es aprovechar esos espacios para generar una visión que les de ventaja criminal»… una visión pequeña… la visión debe de trascender las visiones políticas y las perspectivas partidistas”.
En este sentido valdría la pena comentar algunos conceptos. Obviamente los mexicanos tenemos “una capacidad superior para combatir al crimen”. Lo hemos venido haciendo de la mano de nuestro presidente con la única desventaja de enfrentar a quienes tiene también una gran capacidad para defenderse de ese combate. Por eso las cosas están como están:
Y si por “cosas verdaderamente efímeras” (quizá quiso decir superficiales o aparentes, como la sonrisa del cautivo) el disenso automáticamente les hace el favor a los delincuentes, deberíamos convenir en la exagerada sensibilidad y el distorsionado sentido de análisis del señor ingeniero a quien por medio mundo se señala como experto en aprovechamiento mediático de las aprehensiones.
Quien lo dude se lo puede preguntar al presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, por ejemplo, cuya defensa de la señora Florence Cassez se basa precisamente en el desempeño de la “García Luna Century Fox”.
Y en cuanto a “la perspectiva de los criminales es aprovechar esos espacios para generar esa visión que les de una ventaja”, viene a resultar un galimatías. En todo caso la esperanza de los criminales sería aprovechar cualquier cosa, pero es poco cuanto se puede anhelar con las manos esposadas y doscientos hombres armados hasta los dientes en torno de un señor por malo como este sea.
A fin de cuentas lo único importante es la captura. Si fue producto de la casualidad, la inteligencia, la tenacidad, la sagacidad, el destino, la colaboración con la DEA; lo protegido de los testigos o la mano del muerto, no importa.
Ya tiene el gobierno una fotografía más en la sala de trofeos. Y usted no sea mezquino ni atienda a quienes lo son.