Hace unos días un amigo panista me decía sobre los hombres del poder: todos terminan en la amargura, en la soldad o el destierro; la incomprensión y emocionalmente el desamparo.

No hablábamos de nadie en particular. Mucho menos de Felipe Calderón quien llega a los meses finales de su administración en condiciones sumamente lamentables. Cuando acabó aquella charla, de camino por el congestionamiento vial me quise imaginar cómo serían los años por venir para Calderón.

Demasiado joven para recluirse en su solar nativo, como hizo por ejemplo Harry Truman y con pocas motivaciones intelectuales como para ponerse a escribir una obra mayúscula. Ignoro su sabe pintar o le llama la atención el estudio de la música. Como sea no lo imagino de concertista o escultor. Quizá le dé por viajar, pero si no se es Pierre Loti, los viajes, tarde o temprano cansan.

MI última conversación con Gustavo Díaz Ordaz fue en un aeropuerto. Yo iba para Europa y él hacía conexión para volar a quien sabe dónde para ver la Serie Mundial de beisbol. Y hasta donde recuerdo la pelota caliente no fue nunca bálsamo para la persistente amargura de Díaz Ordaz.

Echeverría se inventó un centro de estudios cuya operación se acabó cuando López Portillo le cortó el subsidio. Vendió muebles y solar y se dedicó desde entonces a trabajar su defensa jurídica, lo cual no le impidió ser el único presidente del México moderno sometido al vergonzoso arraigo casero, lo cual es un poco la cárcel a domicilio.

José López Portillo tuvo un final verdaderamente miserable debido a los dolores provocados por la apoplejía y la segunda esposa. Quién sabe cuál le causaba más dolor. Los hijos en rencilla, los odios, los reclamos y las burlas populares; los ladridos como eco eterno de su pésima gestión económica. Total, un fin indigno de un sibarita tan dotado, carismático y en algunas cosas, talentoso, con buenos sentimientos, romántico y demás.

De Miguel de la Madrid no diré mucho. Lo he visto apagarse poco a poco.

Carlos Salinas de Gortari vivió varios años en un exilio forzosamente voluntario y todavía no termina de mascar el odio a Ernesto Zedillo y han sido los errores de diciembre la obsesión final de su vida y el tema recurrente de los libros con cuya s cíclicas ediciones trata de insertar nuevamente en la actualidad nacional.

Pocos lo toman en cuenta, a pesar de la autopromoción de una fuerza políticas cuyo credo tiene mucho de dogma y poco de evidencia.

Ernesto Zedillo logró finalmente su sueño de muchacho de la frontera. Salir de Mexicali para irse “al otro lado” donde tantos favores le deben y de tan generosa manera le han pagado. Convertido en un demócrata por el decreto presidencial de Bill Clinton. Su carácter hosco y retraído encuentra en la frialdad sajona el ambiente necesario para vivir sin mirar a México. Ni él necesita a su patria ni ésta lo necesita a él. Es un hombre desarraigado y altivo.

Vicente Fox nunca tuvo tiempo de tomar conciencia del cargo. Lo ejerció con displicencia, frivolidad e ineptitud. Importándole poco. Hoy vive en las mismas condiciones de antes (con enormes recursos económicos), pero ahora con una mujer cuya ambición aceita sus aburrimientos.

El caso de Calderón será distinto. Siempre se creyó aquella definición por la cual lograba el título de “animal político”. Ya vimos hasta cuándo. SU mayúsculo error de haber iniciado una guerra sin conocer as características del adversario; sus recursos de propaganda en lugar de sus respaldos de doctrina; su capacidad para simular y su triste dependencia de los poderes fácticos, son ahora pequeñeces junto a las amenazas de demanda internacional por violaciones a los Derechos Humanos.

Y mientras el sol del poder va sin remedio al ocaso, también si poderlo evitar se alza potra figura política de cuya ascensión al trono nadie tiene seguridad.

Ayer Enrique Peña Nieto inscribió formalmente su aspiración para contender por la Presidencia en 2012 y lo hizo al amparo de un PRI “renovado” y educado en las duras lecciones de la derrota. Si esa nueva fachada esconde un nuevo andamiaje político, lo sabremos cuando los votos sean sumados. Si la gente le cree al “Nuevo PRI” o duda de sus mutaciones.

Por lo pronto Peña abre su juego al tenor de estas palabras:

“…Primero, cuidaré en todo momento la unidad de nuestro partido propiciando la inclusión y amplia participación de todo el priismo.

“Mi segundo compromiso es privilegiar las ideas, propuestas y compromisos. No caeremos en las provocaciones de nuestros opositores, tenemos la convicción de conseguir el respaldo ciudadano con propuestas y compromisos, nunca con ataques y calumnias.

“Mi tercer compromiso es hacer que las causas de México sean las causas del PRI. Soy parte de una nueva generación de mexicanos que está convencida que México sí puede transformarse. Los priístas tenemos una cita con la historia, fuimos parte central en la construcción del siglo XX, hoy nuestra misión es contribuir a la grandeza del México del siglo XXI”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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