Llega la luz meridiana y con la inclemente caída de la arena en el reloj sexenal, el tiempo ya transcurre en sentido contrario al optimismo; el porvenir ya no puede ser de la esperanza sino principio de la desesperación; la fecha cada día es más enemiga de la promesa pues la pendiente se pronuncia minuto a minuto, grano por grano.
En tres años no se han modificado esencialmente las circunstancias nacionales y por tanto no hay razones para creer en la súbita conversión de la realidad en algo mejor.
Ni hay más justicia ni hay más riqueza; ni un mejor reparto de los haberes, ni menos delincuencia, ni más seguridad, ni más trabajo, ni menos pobreza, ni mejor posición de la patria en aquel conjunto alguna vez llamado el concierto de las naciones. Bueno, ni siquiera esperanzas para la Selección Nacional.
“Cangrejos, al combate, cangrejos, a compás;/ un paso pa’ delante, doscientos para atrás”, pudo haber repetido don Guillermo Prieto en tiempos recientes, sobre todo si escuchara la moderna y recurrente receta mexicana contra la desventura: ofrecer un acuerdo nacional o una reforma o de plano una Revolución en contra o a favor de cualquier cosa sin nada más allá del infatigable voluntarismo retórico.
La hora de hoy podría ser descrita de muchas maneras, pero valga ésta como presagio y homenaje a la palabra de José Emilio Pacheco coronado de laureles en España por segunda vez en menos de un mes:
“Escribo unas palabras/y al minuto/ ya dicen otra cosa/significan/ una intención distinta.”
Pero la circunstancia nacional no es como para darle rienda suelta a las lecturas de poesía mexicana ni de este ni de los siglos pasados sino para escuchar y atender las múltiples convocatorias gubernamentales generadas desde el Poder Ejecutivo, pues son ellas las únicas guías de cómo navega el buque de nuestros afanes, pues “a pesar de la tormenta, México está saliendo adelante, porque los mexicanos hemos sabido surcar estos mares procelosos (los mares de la retórica son siempre procelosos y los horizontes son siempre promisorios) y resistir las tormentas para navegar en una ruta correcta que, ténganlo por cierto, amigas y amigos, llevará a la Patria a puerto seguro”, como ha dicho Don Felipe en sus metáforas sobre el timón y la tormenta.
Muestra el bienamado gobierno una fecundidad notable en cuanto a sus convocatorias. Como ya se dijo acuerdos nacionales, pactos, promesas, planes, anuncios, descripciones gozosas de la luminosa condición mexicana… en el futuro; nunca en el presente como en esta náutica coimparación.
Pero recordemos otros momentos, por ejemplo, ese plan para el 2020 cuando ya en México no habrá pobres, según nos ha dicho Don Felipe Calderón en un reciente foro contra la miseria en el cual algunos quisieron ver la promoción infecunda de las posibilidades futuras de Ernesto Cordero quien por estos días podría mudarse de domicilio en la colonia del gabinete.
Por otra parte y como razón de tan prolijos afanes planificadores y solucionadores, México se ha visto rodeado por varios fenómenos internacionales de acusada gravedad. Eso le ha permitido al gobierno establecer una premisa cuya certeza o falsedad no tiene relación ninguna con las dimensiones verdaderas de los hechos.
“Esta crisis, a diferencia de las anteriores, no la hemos generado nosotros”, lo cual es una bella disculpa pero no inhibe la necesidad de corregir la realidad.
Ante los hechos ordenados por la fatalidad no valen ni la maldición a los dioses, ni tampoco la resignación o el sometimiento a la voluntad superior como hubiera hecho el Santo Job. Eso funciona en monjes y estilitas, pero no opera como fórmula de gobierno.
Las calamidades se acentuaron por la devaluación del petróleo y la merma de su productora exportación pero también por los muchos incumplimientos de los planes anunciados.
El rostro permanentemente negado de país petrolero sin remedio ni diversidad económica se nos mostró cuando se acabaron los hidrocarburos caros y abundantes (o cuando invocaron su agotamiento). Hoy se tiene poco (dicen), se trabaja menos y se buscan fórmulas de asociación cuya utilidad puede ser cualquiera pero no produce combustibles fósiles.
Cuando mucho la modernización privatizadora de la industria buscará dónde hay más oro negro, pero los capitales privados o extranjeros no rellenan los canales geológicos agotados por la abusiva explotación. A este país se le están acabando el agua y el petróleo.
Pronto también se agotará la sangre.
Hoy debemos revisar cuántas recetas y proyectos nacionales nos han entregado en los últimos meses y tratar de entender hasta dónde se han cumplido los propósitos cuya ejecución nos garantizaría una mejor circunstancia, una mejor forma de pasar la tormenta sin sentir el agua en los camarotes, los puentes, las cubiertas o debajo de las literas.
De todos ellos cito algunos por su orden cronológico. Por ejemplo, el célebre acuerdo nacional por la economía familiar y el empleo (7 de enero 09) conformado por cinco pilares y 25 acciones firmadas por el Ejecutivo Federal, los gobernadores; el Poder Legislativo y algunas organizaciones sociales, empresariales y obreras del país, con el testimonio del Banco de México, los partidos políticos y hasta el Instituto Federal Electoral además del Banco de México, el IFE y los partidos políticos nacionales y cuyo cumplimiento ya nos habría redimido.
El primer pilar, el apoyo al empleo y los trabajadores cuyo objeto anunciado era atender a quienes estuvieran en el subempleo o desempleo mediante una inversión de 2 mil 200 millones de pesos, fue agua de borrajas: llegamos a la cifra de desocupación más grande de todo el sexenio. Y contando.
Se propuso también otra millonada (2 mil, millones más) para evitar el cierre de empresas y han cerrado tantas como hasta para incluir en ellas a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y dejar en la calle a veintitantos mil trabajadores cuya furia fue parte del paisaje de ayer en la ciudad de México y puntos cercanos.
Otros dos mil millones fueron a dar a las empresas para financiar de manera indirecta, en especial en el campo automotriz, los paros técnicos y evitar la expulsión laboral. Pero eso no hace huesos viejos.
Después se echó mano de los fondos de pensiones para retiros por anticipado; se prometió Seguro Social a los desempleados y se prometieron otros mil doscientos millones de pesos para un fondo de vinculación entre oferta y demanda de empleo, así como otros apoyos para la “movilidad laboral”.
El segundo pilar de esta peculiar forma de la sabiduría fue congelar los precios de las gasolinas en todo el país durante 2009 cuyo fin ya se acerca y con él los “gasolinazos” sin misericordia, como ocurrirá también con el gas licuado de petróleo, pues es obvio, si una medida se anuncia para el año, se agota cuando el año termine.
El gobierno ofreció 750 millones de pesos para cambiar aparatos electrodomésticos y nunca se supo cómo se eligió a los beneficiarios del nuevo frigorífico, la flamante estufa o la reciente tele. ¿Y dónde están los créditos hasta por 40 mil millones prometidos por la Sociedad Hipotecaria federal para nuevas viviendas?
Pues quizá en el mismo sitio donde se guardan cinco mil millones de pesos cuyo destino iba a ser el fomento de empresas relacionadas con la proveeduría de la industria petrolera, la cual permanece quietecita al menos en la redentora promesa de construir una refinería para cuyo destino físico la patria gastó más de dos años de lucubraciones hasta asentarla (en el papel) en Tula, sin conocer ahora ni siquiera el primer tornillo de la tarde.
En fin, se ofreció el apoyo a la competitividad y a las pequeñas y medianas empresas en casos muy especiales de entre los cuales destaco este:
“El gobierno federal realizará cuando menos 20% de sus compras a las pequeñas y medianas empresas mexicanas a partir de este año”, lo cual ha sido negado en el caso de la célebre credencial biométrica de identidad, cuyo contrato le fue adjudicado a una compañía holandesa de dudoso prestigio (Smartmatic International Holding, BV) y en contra de la conveniente preferencia a empresas mexicanas capaces de hacer lo mismo, pero más barato, como pudiera decir el Doctor Simi.
Así se ofrecieron dos fideicomisos (“México emprende”, fue uno de ellos) por 12 mil millones de pesos para PYMES petroleras y la debida asesoría técnica a estas empresitas y un financiamiento directo de Nafin por 25 mil millones de pesos en los siguientes cuatro años, uno de los cuales ya se fue al tacho.
Nacional Financiera y Bancomext –nos dijeron– incrementarán 21 por ciento el financiamiento directo e inducido para las empresas alcanzando 176 mil millones de pesos; el crédito para el sector rural, a través de Financiera Rural y el FIRA aumentará 10 por ciento llegando a un saldo de 84,000 millones de pesos y por si fuera poco “el crédito directo e impulsado por la banca de desarrollo en su conjunto se incrementará en más de 125 mil millones de pesos” para crecer en 26 por ciento.
Y como los infantes de Aragón, estos planes “¿qué se ficieron?”
9. Se registrará y dará difusión a una nueva marca que contenga el lema «Hecho en México», a fin de promover la adquisición de bienes y servicios nacionales.
Y no hemos llegado aun a los pilares cuatro y cinco en todo este enorme catálogo de recetas aplicables pero no necesariamente aplicadas, como por ejemplo, la nueva Ley de Contabilidad Gubernamental; el ejercicio oportuno del gasto público para enfrentar la crisis y el gasto racional y coordinado sin apartarse de lo presupuestado en concordia con los gobiernos estatales.
Pero las cosas nunca son como se proponen pues el diablo llega y mete el rabo, como ocurrió con una de las más imaginativas e imaginarias soluciones para el adelgazamiento del gasto corriente.
Propuso el Presidente desaparecer tres secretarias de Estado (Turismo, Función Pública y Reforma Agraria) y cuando movió la vara mágica, ¡puff!; se cebó la cosa. Ahí están las tres como, los muertos de José Zorrilla en el tenorio: gozan de cabal salud.
Pero no serán nada más estas medidas administrativas las herramientas para llevar este país al rumbo próspero en el sendero de nuestro bicentenario, se tiene además un decálogo propuesto por el jefe del estado con motivo de su tercer informe de gobierno (el 2 de septiembre) y también una convocatoria transformadora emitida en el nonagésimo noveno cumpleaños de la destartalada Revolución Mexicana (siempre se le debe poner lo de mexicana pues la sonoridad impacta) cuyo contenido es hoy venerable pieza de museo.
No habremos de repetir aquí ni el decálogo ni tampoco la proclama a cambiar cuanto sea necesario en el pacifismo de la nueva convocatoria felipense, pues no daría el espacio destinado a estas reflexiones semanales, pero sí vale la pena señalar cómo se ha pasado a la etapa superior de las propuestas pues ahora se quiere reformar el Estado mismo; nos pide el Presidente pensar en la reelección de diputados y munícipes y de paso establecer figuras como el referéndum, la consulta y otros relacionados con los viejos rollos de la Reforma del Estado, todo ello en memorable pieza oratoria ofrecida a los ciudadanos en el marco de una ceremonia de medio camino.
Al anunciar sus inminentes (y hasta ahora ignotas) iniciativas, dijo FCH:
«… contemplará cambios profundos, como la elección consecutiva o la reelección de legisladores y de alcaldes en todo el país, para acercar la política a los ciudadanos y para obligarlos a una rendición de cuentas… «, expresó.
Pero además propuso un gran debate nacional: “hoy quiero plantearles, nuevamente, que discutamos, entre todos, cuál debe ser la Reforma Fiscal de fondo que necesita el país. Que sí; tengámoslo claro, que permita mayor recaudación equiparable, por lo menos, siquiera, a la de otros países de América Latina, pero a la vez que genere competitividad y eficiencia del aparato productivo, que sea, además, una reforma progresiva; es decir, que grave a quien más tiene y puede, y que permita que mexicanos puedan también salir adelante en sus actividades».
Llena de razón esta propuesta cuyo planteamiento hubiera sido conveniente antes de este controvertido presupuesto y no cuando ya ha sido aprobado el engendro cuyo contenido ha sido rerobado por todo mundo.
TAMAULIPAS
Impresionantes los datos de infraestructura ofrecidos por Eugenio Hernández, gobernador del Tamaulipas en su V Informe.
“En 2009 –dijo– se suma a nuestra infraestructura el nuevo Puente Internacional Reynosa-Mission; Anzaldúas, y el siguiente año iniciará operaciones el Puente Internacional Rio Bravo-Donna. De manera adicional agilizamos la reubicación de los puentes ferroviarios de Nuevo Laredo y Matamoros.
“La Administración Portuaria Integral, API, Altamira invierte más de 267 millones de pesos y la iniciativa privada más de 1 mil 400 millones en obras de infraestructura. Por su parte la del puerto de Tampico invierte más de 25 millones de pesos y la iniciativa privada más de 59 millones.
“El presente año, con una inversión estado-federación de 2 mil 24 millones de pesos, construimos y ampliamos dos cruces internacionales, modernizamos 73.8 kilómetros de ejes carreteros, construimos 12.8 kilómetros de libramientos, pavimentamos 260 kilómetros de caminos rurales, construimos dos puentes vehiculares, rehabilitamos 198 kilómetros de la red pavimentada, revestimos 120 kilómetros de caminos vecinales y conservamos 4 mil 517 kilómetros de la red estatal y federal pavimentada.
“Alcanzamos el 100 por ciento de la modernización de los ejes Tampico-Monterrey y Matamoros-Reynosa-San Luis Potosí, 66 por ciento del eje Matamoros-Nuevo Laredo, 60 por ciento del ramal Victoria-La Pesca, 45 por ciento del eje Altamira-Matamoros y 26 por ciento del eje Altamira-San Luís Potosí.
“Se concesionó la construcción de la carretera Mante-Ocampo-Tula, que iniciará el próximo año. Este tramo consolida el corredor Golfo-Pacífico, que integra los mercados del centro y occidente del país.”
¿Y quien era el invitado más notorio del gobernador de Tamaulipas? Pues Tony Garza quien como embajador de los Estados Unidos, clausuró el consulado de Nuevo Laredo.