El viernes de la semana pasada recibí una llamada de Fernando Coca, productor en Televisa.

Hace seis años el mismo Fernando me llamó para invitarme a formar parte del grupo de analistas de “El mañanero”, un  importante programa en el naciente canal “Foro TV”.

Pero la segunda llamada fue para anunciarme la extinción del noticiario.

Doscientas y tantas emisiones después,  el espacio de diálogo plural llamado “Debatitlán» trabajar con Brozo es una delicia.

No es  ninguna tragedia. La TV es así: su fulgor fatiga y la imaginación nunca le debe dar espacio a la rutina.

No es una cuestión digna de Heráclito y su mudable apreciación  del cambiante mundo y a la imposibilidad de suspender el flujo de la vida. Son simples asuntos de índole política o comercial. El cambio por el cambio es la consigna del mercado y la oferta. Eso ya lo sabemos todos y no le debería sorprender a nadie. Tampoco se trata de buscar interpretaciones truculentas ni conjuras escondidas.

Como hubiera dicho el desparecido “Filósofo de Güemes”, la tele es la tele y si no la prendes no es nada. Si la apagas, tampoco.

Cuando todo este foro comenzó, hubo alguien, con una buena dosis de mala leche, quien con fingida preocupación (pura envidia) me dijo: ¿y vas a trabajar para un payaso?

–Sí, le dije. Ya estoy acostumbrado, pero este es el más serio de todos. Y si mucho me apuras, el mejor. Otros  usan traje y corbata.

Y aquí es cuando debo reconocer lo único doloroso de suspender estas participaciones semanales. La verdad trabajar con Brozo es una delicia. Nunca un señalamiento fuera de lugar, ni dentro. Nada. Una dosis de respeto, hasta con  los puntos de vista adversos a los suyos, como he visto pocas veces.

En muchas ocasiones mis opiniones no coincidían, ni coinciden ahora, con algunos de sus definiciones al aire, ni siquiera con esos con cuya exposición le dio identidad al programa como el moño negro en memoria de los periodistas caídos en el ejercicio profesional o la contabilidad de los días transcurridos desde la desaparición de los normalistas en Iguala, solo por mencionar dos casos.

La actitud de Brozo me recordaba a veces la del maestro José Pagés a quien en una ocasión le llevé un artículo a la calle Vallarta y con la sobrada imprudencia de la juventud le dije:

–Aquí le traigo esto, maestro a ver si me hace favor de publicarlo, digo,  si le gusta.

–“¿Y quién le dijo a usted pendejo –me respondió– , que aquí se publica lo que a mi me gusta. Si así fuera este pasquín estaría en blanco. ”

Y la tinta vio la luz. Como dice Jorge Luis Borges, “el arduo honor de la tipografía”.

A lo largo de estos últimos años, quizá en los últimos 40, he participado en muchas emisiones de TV. En muchas mesas de análisis, en muchos foros de distintos calibres e importancia en radio y en TV. Pero “Debatitlán”; cuya última salida al aire será el viernes 24 de junio, se sostuvo más de un lustro, con una fórmula simple pero insólita, quizá por su misma sencillez.

Tres partidarios declaradamente militantes de fuerzas políticas antagónicas o al menos competidoras entre sí, y un periodista como contrapunto. Debo decir que antes de comenzar nadie me dijo nada. Ni cómo debía yo presentar los temas ni cómo debía abordarlos. Brozo le apostó al profesionalismo de cada quién.

Si en la emisión afloraron los temperamentos y cada quien  se exhibió como es, o como quiere ser visto, es asunto de cada uno.

Hubo de todo, exhibicionismo ramplón, vedetismo, oportunismo y exageraciones, ¿Quién hizo estas cosas? Pues dejemos la respuesta al público.

A me quedan muchas cosas buenas del programa.

La primera, haber regresado a Televisa después de mi anterior incursión en el año 1976 con Jacobo Zabludovsky. En muchos sentidos me sentí como en mi primera temporada de 1970 cuando la TV era un descubrimiento semanal con Fernando Alcalá y Jaime Almeida entre otros. No menciono a los vivos. En el rectángulo de las firmas de los pioneros, en el centro del vestíbulo de Avenida Chapultepec 18, volví a ver, injertados en bronce, los garabatos de mi padre y de mi abuelo.

Otro beneficio fue compartir la pantalla y el estudio con Brozo y el resto de su equipo. Verónica Arcos y Fernando Coca. Algunas de las razones ya las he dicho; otras son muy similares. Guardan relación con el profesionalismo, el gusto por la inteligencia, la seriedad; puro talento.  Lo único horrible eran las desmañanadas.

Finalmente, haber formado un  grupo con Beatriz Pagés, Enrique Jackson, en su momento; Salvador Abascal, Marco Bernal, Ignacio Marván y –obviamente y a pesar de todo… con Juan José Rodríguez Prats.

Como dijo el clásico…. “Aí” se ven ¡Órale!

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

6 thoughts on “El largo adiós al «Mañanero»”

  1. Gracias por compartir su opinión de una manera tan exquisita que uno no se cansa de leer. Extrañaré a todos en «Debatitlan»

  2. Sr. Rafael, excelente artículo, solo agregar que Víctor Trujillo en el papel de Brozo, es quien se mofa de nuestro diario acontecer y que dice las cosas como son, podrá gustar o no y eso es de respetar, gran trabajo de los implicados en debatitlan, y ojalá sigamos viendo personalidades como ustedes en diferentes foros.

Comments are closed.