Recuerdo a Fidel Castro un mediodía de sol inclemente en la plataforma del aeropuerto José Martí en la recepción al Papa Juan Pablo II:

No encontrará aquí aquellos pacíficos y bondadosos habitantes naturales que la poblaban cuando los primeros europeos llegaron a esta isla.  Los hombres fueron exterminados casi todos por la explotación y el trabajo esclavo que no pudieron resistir; las mujeres, convertidas en objeto de placer o esclavas domésticas…”

Pacíficos y bondadosos. Vaya. Ni Juan Jacobo Rousseau. Pero si a los tainos y siboney de los territorios insulares quizá se les pudo llamar bondadosos sólo por una añoranza sin conocimiento, y como un fácil camino  para condenar la esclavitud y la conquista, las cosas no dejan de ser falsas.



Ya la importación de negros al continente americano, por la puerta del Caribe, vendría más tarde. 

Sin embargo esas características de alta ternura, difícilmente se pudieron hallar en los naturales de Tenochtitlán cuya acta de nacimiento acaba de ser falsificada por la 4-T, con una fecha tan falsa como las virtudes del pasado… y del presente.

A los pocos días de la conmemoración ficticia del aniversario de la Gran Tenochtitlán, se divulgaron testimonios e investigaciones periodísticas sobre la esclavitud conyugal de las pobres mujeres indígenas de amplias zonas del país. Y no fue necesario remontarse al repudiado siglo XVI por cuyos excesos nos deben pedir perdón los españoles en nombre de una España inexistente ahora. 

Esta idea de las comunidades indígenas como practicantes de estas ruindades y  hechos de barbarie no debe prevalecer, porque además no corresponde a la realidad, dijo YSQ. Es bastante clasista y racista esta concepción. No es un asunto generalizado». 

“Desde hace tiempo vengo escuchando de este asunto, yo viví seis años en comunidades indígenas y recorro todos los pueblos y son muchos los valores que hay…entonces, no estigmatizar porque estos hechos lamentables se dan desgraciadamente, y no lo quisiéramos, en todas las clases sociales”.

O sea, se generalizan los usos y las costumbres “en todas las clases sociales”. 

Y sobre eso de los valores nos instruye el Señor Presidente:

“…que se sigan exaltando los valores que hay en los pueblos indígenas, en el México profundo, en el México de las culturas, en el México que hereda buenas costumbres que vienen de lejos, de las grandes civilizaciones que florecieron en nuestro país…” 

Tiene razón el Señor presidente. Debemos rescatar los valores del mundo ancestral. Por ejemplo, podríamos colocar un zompantli en el Zócalo o comernos el corazón de los sacrificados. 

Esos son valores humanistas, no paparruchas. 

DISCRIMINACIÓN

En el gimnasio SERSANA se practica una forma terrible de la discriminación. Una mujer diabética, cuyo tratamiento requiere ejercicio cotidiano, fue separada de las sesiones (ya pagadas), porque no podía practicar como los demás. En lugar de ofrecerle una rutina adecuada a sus condiciones, se le hizo a un lado como “descolado mueble viejo”, diría el tango.

El entrenador, un argentino con ínfulas de Maradona, simplemente le negó el servicio y la expiulsó sin tomar en cuenta las explicaciones sobre su tratamiento. Como si en lugar de diabetes tuviera lepra.

Por eso la familia de la afectada (cuyo nombre me reservo por ahora), pide la intervención de la CONAPRED y el Instituto Nacional de Migración, para ver primero cuál es la condición poblacional del abusivo entrenador y cual es la actitud de tan redentora institución cuyas recomendaciones casi siempre son ignoradas en este país mestizo, pluricultural y diverso donde hasta las menores de edad son puestas en subasta.

También se pide la intervención de la Procuraduría del Consumidor, porque las leyes del comercio y la prestación de servicios, prohíben la negación de los servicios por condiciones de edad, religión, etnia, apariencia, indumentaria, preferencia sexual o cualquiera otra particularidad.

Bueno eso dicen. 

NOLASCO

Decía Margarita Nolasco, los mestizos mexicanos nos creemos más herederos de Cortés que de Cuauhtémoc. 

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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