El Instituto Federal Electoral ha alcanzado al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en su capacidad de distorsionar la ley, ponerla al servicio de los partidos y abonar a favor de la iniquidad en la contienda. Si bien el Tribunal se había pasado por el perineo la parte restrictiva de la Reforma Electoral en cuando al impedimento de comprar spots en los medios electrónicos y falló en favor del Partido Verde y su propaganda disfrazada de informes de legisladores, hoy el IFE le autoriza al Partido Acción Nacional el uso de la imagen presidencial para sus fines publicitarios.
El uso y aprovechamiento de la imagen de los funcionarios públicos para fines de promoción política (obviamente electoral) —“bajo cualquier modalidad de comunicación social”—, está expresamente prohibido por la Constitución en el artículo 134: Si bien el texto básico del derecho mexicano no inhibe abiertamente a los partidos políticos para hacerlo, en el espíritu de la ley se advierte cuál es la finalidad ahora saltada a la torera por los consejeros del instituto. Como también en el caso de los spots, la equidad.
La restricción comercial de anuncios en los medios tuvo como intención emparejar las oportunidades de acceso a los medios. Si nadie puede comprar, todos se deben acoger a la distribución de tiempo hecha por el IDE en los tiempos oficiales. Así no sería quien más gastara aquel con mayor arrastre persuasivo.
La forma de “chicanear” esa disposición resultó tan sencilla y accesible como el agua tibia o el hilo negro: si no puedo comprar anuncios, puedo comprar entrevistas, “reportajes”; programas de debate, menciones; especiales; “informativos” y cualquier otro producto en el amplio catálogo del periodismo mercantilizado. Para eso está la tele siempre disponible, necesitada y ávida de dinero.
Demetrio Sodi (como ejemplo, no como caso único) sabe perfectamente cómo se hace esto.
La Constitución dice:
“La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social.
“En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público”.
La discusión podría centrarse en el sentido de la expresión “en ningún caso esta propaganda”, lo cual es distinto a decir, “en ningún caso la propaganda”.
En este sentido la oportunidad de escamotear desde el gobierno una responsabilidad, o de promover la “chicana” desde “Los Pinos” consiste en “dejarse utilizar” por el único partido capaz y necesitado de hacerlo en aquello no precisado de manera definida y clara por la restricción constitucional.
Hoy el PAN tiene carta blanca para consumar la indebida conversión del Presidente de todos los mexicanos, en un elemento de propaganda electoral a favor nada más de algunos mexicanos.
Dada la breve historia del IFE no se tienen antecedentes de casos como éste a favor de “sacarle la vuelta” al derecho, pues el ingenio supera a la previsión, pero en materia de uso de una figura se tiene un antecedente similar, cuando el instituto obligó al PAN y los “Amigos de Fox” a retirar la efigie de Vicente Fox de la papeleta electoral durante la campaña del año 2000. Y se trataba de un candidato.
Fox llamó a ese acto “una marranada”. Hoy no quieren más de esas calificaciones y prefieren la “chicanada” a la consolidación de uno de los fines electorales mencionados en la ley: la equidad.
Obviamente la figura del Presidente, cuya autoridad constitucional deriva de su condición de depositario de la soberanía popular, no debería ser usada para convertirlo en “modelo” de anuncios comerciales; promoción de tiendas de autoservicio o emblema de posibles logros para partidos en búsqueda del Poder Legislativo.
Lo inconveniente no ocurre cuando lo utilizan: lo grave ocurre cuando él se deja utilizar y acaso se muestra anuente con esa forma de aprovechamiento publicitario.
OMISIÓN
Un acucioso lector (el “Doctor No”) me señala el dislate de ayer: no escribí el nombre de la presidenta de la AMPE a quien le extendía esta columna una felicitación por su cargo. Se trata de Rosa María Valles. También a ella le ofrezco una disculpa.
MILAGRO
Hace meses nadie se lo hubiera imaginado. Marcelo Ebrard acudió a Los Pinos durante la emergencia sanitaria, con tapabocas. Ayer en el Palacio Nacional se lo quitó para hablarle directamente al “desconocido” Felipe Calderón. Alguien debe haber montado en cólera.