Todos lo vimos hace pocos días.
El niño Isiah Deonne, de tres años, de edad, jugado como muñeco de felpa en el foso del zoológico de Cincinnati por un impetuoso gorila, llamado Harambé, cuyos días terminaron poco tiempo después. Todo por salvar al niño sometido a la impredecible conducta del animal.
El simio arrastraba por los charcos de la fosa al niño asustado y dolido. Un francotirador le metió una bala en la cabeza y el primate se fue de este mundo. Sacaron al niño y colorín colorado, el cuadrumano se ha acabado.
Esta historia, cuyo dramático desenlace ha abierto una nueva etapa en los debates sobre si debe o no haber parques zoológicos o si los humanos tenemos derechos absolutos sobre los demás animales de la creación, no tiene relación alguna con la política, pero la imagen del niño desvalido en las manos de Harambé, quien trapeaba con él los linderos de su cubil, me recordó, por momentos, la forma como los partidos asociados en su contra zarandearon al PRI en la reciente elección de hace unos días.
No como perico a toallazos; como toalla (o estaca) de perico lo dejaron. La felpa fue horripilante, sobre todo porque la victoria tuvo muchas explicaciones y la derrota ninguna.
La información ofrecida a los lectores de CRÓNICA ayer por Alejandro Páez, es sumamente reveladora de cómo se presentó el efecto post traumático en el Partido Revolucionario Institucional. En esa nota dice Manlio Fabio Beltrones:
“…Es una derrota que tenemos que analizar y determinar bien sus causas, tenemos que asumir los mensajes que nos han dado los electores de que hay acciones y actitudes que tenemos que cambiar para conectarnos con la ciudadanía…” sin embargo, aseguró que su partido ya realiza la valoración técnica y legal para impugnar entre 5 o 6 gubernaturas, sobre todo en Veracruz, Durango y Aguascalientes de un inicio…
“…Sobre la posibilidad de que deje la dirigencia tras los resultados adversos, Beltrones aseguró que platicará con los miembros del Comité Ejecutivo Nacional y el Consejo Político Nacional a fin de que se tome la decisión más conveniente en ese sentido.
“…Lo primero que hay que hacer es analizar qué fue lo que sucedió (y si se puede buscar las placas del trailer), sacar conclusiones, ponerlas a disposición de la dirigencia, de su consejo político, (…) Se tiene que asumir con responsabilidad y valor cada una de las decisiones”.
“…Beltrones reconoció que el desgaste de gobierno y situaciones de corrupción en que se vieron envueltos varios gobernantes fueron factor determinante para la derrota en varias entidades.
“Fue la corrupción, fueron muchos factores que hay que analizar. Hay que analizar por qué no estamos conectando como gobiernos con los electores, ciudadanos, qué hacer falta resolver…”, indicó.
En estas frases hay una pregunta notable: ¿por qué no estamos conectados con los ciudadanos? Las únicas respuestas a la mano son, por mentir, por incumplir, por engañar.
Y no importa si los demás partidos lo hacen también. Hoy el PRI paga los precios, en medio de un electorado fácilmente controlable por las redes sociales y la propaganda políticamente correcta.
Y quien dice conectar, dice comunicar. El gobierno y su partido no entienden las diferencias entre comunicación e información; divulgación y propaganda. Por ahí debería empezar.
Y hay además una tardía confesión de ligereza: si los gobernadores sufrían desgaste o eran visibles, como lo son, los asuntos de corrupción, ¿no era entonces previsible y evitable, considerar las consecuencias?
Todos los puntos de análisis de Beltrones caen en el catálogo de lo evitable. Lástima, también del hubiera.
Pero además de los resultados electorales hay algunas cosas cuyo peso se va a demostrar ahora y una de ellas es la Conferencia Nacional de Gobernadores, la cual fue un invento del PRI para evitar con la suma en bloque de los poderes locales, el avasallamiento del poder federal recientemente perdido. Hablo de la docena 2000-2012.
Sí, pero eso ocurría cuando el PRI tenía 25 o 26 gobiernos estatales y comentaba su capacidad de gestión en la amplitud de los virreinatos. Pero con gente como Humberto Moreira y algunos otros impresentables, el feudalismo y su foro, ya no le son suficientes.
Y así como Clinton les dijo ¡Estúpidos!, a quienes no veían la verdadera naturaleza del problema, aquí, en la liza electoral, hay algo cuya importancia no se puede soslayar: los Derechos Humanos.
La corrupción lastima, sus evidencias hieren, su disimulo ofende, pero las violaciones a los Derechos Humanos complementan el cuadro tiránico con el cual los opositores se pueden comportar contra el PRI y su gobierno, como el gorila con el niño a rastras por el suelo.
Y lo acaban de hacer.