El desenfreno de la alta burocracia en la promoción electorera –por encima de la ley cuya vigencia y efectos ven con la displicencia de la impunidad– para demostrarle al presidente cuál de ellos es más eficiente en adhesión y obediencia, para propulsar su consulta supuestamente revocatoria, permite proponer una tesis: Andrés Manuel, nuestro señor presidente, no tiene un ejército de servidores públicos; tiene un partido cuyos cuadros obtienen empleo a cambio de perfeccionar con ellos las capacidades logísticas y de organización del propio partido.

Una circunstancia similar advertía León Trotsky en el pensamiento centralizador de Vladimir Ilich Ulianov, “Lenin”:

“…la organización del partido asume el lugar del partido mismo; el Comité Central, asume el lugar de la organización y por último, el dictador asume el lugar del Comité Central…”

Pero sin necesidad de acudir a la historia del marxismo leninismo el equipo presidencial puede ser descrito como un equipo de matraqueros y porristas. Por desgracia no tiene bastoneras, como solía haber en los desfiles colegiales de los Estados Unidos, ni muchachas bonitas con pompones de colores al borde de la cancha.


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Tiene, eso sí, colaboradores con materia de mártir como dijo Adán Augusto con el pecho frente a la metralla legal: si me corren sería un honor haberle servido a Obrador… Pura baba de perico.

Pero con la habilidad de siempre en la ardua materia de esquivar el obús y escurrir el bulto, el presidente ha defendido el activismo de sus funcionarios con argumentos pueriles, mentiras abiertas y distorsiones escandalosas. Ahora nos ha dicho, el secretario de Gobernación no es un precandidato.

–¿Entonces los demás por él mismo señalados sí, lo son? Posiblemente la verdad sea evidente, si no es precandidato, pues entonces es candidato. Si se le quita el prefijo el secretario gozaría de la anhelada condición del único el lector para esa candidatura. Por eso todos compiten entre ellos, como los insectos cuando un niño travieso cubre la boca del hormiguero con una piedra. Agresivos y arremolinados.

Por eso la jefa de Gobierno, cuya responsabilidad de gobernar le deja para promover la consulta y desafiar las leyes, sean cuales sean, diagnostica las cosas de manera sesgada y auto justificante:

–“Lo que nosotros queremos es que se conozca el ejercicio y que la gente participe por lo que significa históricamente, por primera vez, una consulta de revocación de mandato de un presidente”.

Eso equivale al ladronzuelo cuyos dedos hábiles le birlaron la billetera a un señor. Cuando lo pillaron dijo: no se la robé, se la estaba cuidando para que nadie se la robara o como el violador, quien en pleno abuso se justificó: sólo le estaba enseñando a la señorita lo que le podía pasar en manos de un violador.

Pero así se dan las cosas en la Cuarta Transformación. El presidente hundido en sus obsesiones contra el Instituto Nacional Electoral y sus consejeros; sus acólitos dispuestos hasta al martirio con tal de lograr su gracia y eventualmente su “dedazo” para sucederlo democráticamente, eso sí.

La revocación del mandato pasó de ser un recurso extremo de los ciudadanos ante un gobierno fallido, a una forma de auto promoción del gobierno cuyos brazos sahúman con el incensario de su auto elogio. Una trampa ensayada desde el gobierno del entonces DDF.

Y así le gritan “presidente a Claudia” cuando lleva sus porras a los actos públicos. Como también se lo dicen a Adán Augusto cuando va a los suyos. Total, ambos son “clones” de su jefe.

Y en Oaxaca, durante el mitin de respaldo al candidato del PRI al gobierno del estado, Alejandro Avilés Álvarez, al “primer priista del Estado”, Alejandro Murat, también le gritaban presidente, presidente. Se contagian las masas.

SUPREMA

Los abogados le llaman “palo” a una sentencia adversa. Y al señor presidente le han dado en la Corte uno digno de Babe Ruth. De vuelta entera.

Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

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