No importa su color ni su ideología.

Tampoco su pasado.

Mucho menos su presente ni sus ambiciones. Hoy cualquier político recita el mantra y practica el mismo credo: no a la corrupción.

Y la batalla contra las malas practicas y las peores conductas ha comenzado. Es como si todos hubieran escuchado a Don Quijote cuando le recomendaba a Sancho Panza las grandes ideas para ejercer gobierno en la ínsula Barataria.

“…Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque, viendo que no te corres, ninguno se pondrá́ a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio.

“Innumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.

“Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen de príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale. Siendo esto así́, como lo es, que si acaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no le deseches ni le afrentes; antes le has de acoger, agasajar y regalar, que con esto satisfarás al cielo, que gusta que nadie se desprecie de lo que él hizo, y corresponderás a lo que debes a la naturaleza bien concertada.

“Si trujares a tu mujer contigo (porque no es bien que los que asisten a gobiernos de mucho tiempo estén sin las propias), enséñala, doctrínala y desbástala de su natural rudeza, porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una mujer rústica y tonta.

“Si acaso enviudares, cosa que puede suceder, y con el cargo mejorares de consorte, no la tomes tal, que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del no quiero de tu capilla, porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido en la residencia universal, donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la vida.

“Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre…”

Pero si aquello de las dádivas del rico ya era tan frecuente como para despertar las advertencias de Don Quijote, el afán moralizante ha llegado hasta los linderos del enorme castigo para quien  meta cuchillo en el filete, saque raja o pida “moche”, lo cual ha sido costumbre inveterada entre legisladores, cabilderos de diferente monta y laya así como de ayudantes y burócratas de pelo mediano.

La comisión por servicios de intermediación, el pago por debajo del agua, la coima oscura y silenciosa ya son (como si no lo hubieran sido desde siempre), materia inmoral atacada por el nuevo sistema de impartición de justicia, pues ayer el Senado aprobó las modificaciones al Código Penal, de acuerdo con  las cuales se castiga con prisión  hasta por tres sexenios a quienes cobren por gestionar recursos, obras o beneficios presupuestales, especialmente desde el poder Legislativo. Sobre todo en la Cámara de los Diputados donde se elabora el presupuesto.

En el dictamen, cuya rectitud modifica el artículo 222 del Código Penal Federal se castiga también la asignación de contratos de obra pública mediante intervenciones ilegales y fuera de la normatividad y se imponen penas para el llamado “enriquecimiento inexplicable”, cosa harto frecuente sobre todo cuando las explicaciones (como dice el poeta Pessoa) nunca terminan  por explicar nada.

Así pues el Sistema Anticorrupción pase como pase al final, avanza paso a paso al principio.

Ya se tiene la certeza de la iniciativa ciudadana de las tres declaraciones de cumplimiento fiscal, estado patrimonial y ausencia de interese conflictivos y así como despacio se va lejos, más vale paso duradero y no trote fugaz y breve, pues como se dice en el oriente, un viaje de mil millas comienza con un pie y tanto va el cántaro al agua hasta ver cómo se le rompe el fondo.

Y un dato para preocupar a gacetilleros y algunos medios: 14 años de cárcel a quien promueva su imagen con fondos públicos.

–¿Se acabarán algunas oficinas de prensa?

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta