En memoria de Alejandro Cedillo

La noticia del contagio de la secretaría de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval,  no tiene, en verdad, ninguna trascendencia. Quizá sólo tenga importancia para sus allegados o para el gobierno al cual le sirve, pero al hombre de la calle, hundido en sus problemas, no es algo significativo. A fin de cuentas le ha ocurrido a miles de personas aquí y en todo el mundo.

En todo caso un simple ciudadano podría alzar los hombros y decir, bueno, los altos funcionarios también están expuestos, como lo estuvo Boris Johnson, Primer Ministro de la Gran Bretaña. 

Lo único ante esa información es desearle una pronta recuperación de su salud, como ocurrió con –por ejemplo– el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad. 

Pero desgraciadamente, como consecuencia de la imperante ola de “sobreinformación desinformadora”(o deformadora),  sobre este caso ya se ha levantado la polvareda especulativa. Y no solo eso, ya convirtió  al vocero de la pandemia, Hugo López Gatell, en el fiscal de la epidemia. 

 Algunos se preguntan por qué el contagio de la doctora IE no se supo de inmediato, por qué se dejaron pasar días y días, si desde hace tiempo se sabía; por qué se siguieron haciendo reuniones de trabajo a las cuales ella asistía o convocaba y, en fin, muchos por qué.

Y en esa marejada de información en un y luego con la rapidez de las redes, se divulgó una fotografía en la cual también está el secretario de Hacienda, Arturo Herrera y otras personas y, más tarde, una lista de atención médica de varias personas cercanas al caso. 

Las redes, en este asunto, perdieron su bendita condición y se convirtieron en el vehículo de una infamia. Al menos así lo cree el subsecretario de Salud, el omnipresente doctor Hugo López Gatell, quien ayer por la mañana montó  en el potro de la ira y dijo:

“«Esta foto y esta información, por cierto, en particular la información que se filtró, representan una grave violación a la ética del servicio público y estamos investigando quién filtró la tabla de los datos de las personas involucradas con sus nombres, y eso es una grave violación que sin duda cuando investigamos quién fue quién filtró tendrá una sanción muy importante.»

¿Ahora además de todo puede impulsar sanciones muy importantes?

Al acusar una violación a la ética del servicio público, López Gatell acusa, directamente a los integrantes del cuerpo médico a quienes se podría castigar por violaciones a la ley, pero no por transgresiones a la ética. La ética no es materia de derecho ni administrativo, ni penal.

Se habla mucho de los códigos de ética, pero esos no siempre pueden ser presentados, una vez desatendidos, como delitos. En todo caso se necesitarían un  proceso. 

“III.- Datos personales sensibles: Aquellos que se refieran a la esfera más íntima de su titular, o cuya utilización indebida pueda dar origen a discriminación o conlleve un riesgo grave para este. De manera enunciativa más no limitativa, se consideran sensibles los datos personales que puedan revelar aspectos como origen racial o étnico, estado de salud presente o futuro, información genética, creencias religiosas, filosóficas y morales, opiniones políticas y preferencia sexual…”

Aquí apelaría al “estado de salud presente o futuro”; pero esa condición físico clínica, ya era del conocimiento público, fue dispersada por la propia doctora Sandoval; quien la divulgó. Incluso su esposo, el doctor John Ackerman la reconoció, en un muy emotivo y sensible mensaje tuitero, por su temple guerrero y de enorme fortaleza. 

Expuesto lo anterior se advierte, por un lado, un afán de exagerar con este caso debido a la proximidad inevitable de la secretaria con otros miembros del gabinete, cuya infección se utilizaría como prueba del desacato de las recomendaciones impuestas por el mismo gobierno al cual le sirven y hasta del fracaso de tales medidas.

Muchos han sugerido hasta el riesgo de contagio del Señor Presidente, si en los días de la incubación viral de la doctora IES, hubiera tenido acuerdos, conversaciones o reuniones en las cuales ella hubiera estado cerca del Ejecutivo. 

Por otra parte llama la atención –o no, ya deberíamos estar acostumbrados—a la forma como todo se hace minúsculo cuando lo miran los ojos de la conveniencia.

Lóipez Gatell ha dicho: 

“La secretaria está en perfectas condiciones, tuvo COVID-19 leve y se aplicó el protocolo normal que se hace en todas las personas y contactos, todos están bien y no están infectados”.

Bendito sea Dios. 

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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