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En el juego de la última carta sexenal el oficialismo panista ha hecho dos apuestas simultáneas y correlativas. Una en lo político coyuntural y otra en el aspecto histórico. La primera fue definida por César Nava desde su designación como presidente nacional como la lucha contra los poderes feudales de los gobernadores priístas a quienes sin embargo en aquel tiempo no enumeró ni llamó por su nombre.

La sola mención de este caciquismo sui generis (en esos días dirigida especial pero no exclusivamente, como se ve ahora a Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca) fue materia suficiente para justificar las alianzas con quien fuera en cualquier condición, así fuera de desprestigio o ruptura hacia el interior.

La primera cornada para este método de hacer política, se la propició el novel matador cuando empujó las cosas hasta forzar una salida inconveniente para todos los de su club, el sainete de Fernando Gómez Mont quien con su renuncia al Partido Acción Nacional puso en riesgo el equilibrio no solo de la organización, sino hasta de su función como secretario de Gobernación.

De ahí se derivaron todos los desmanes en la Cámara de Diputados con piñatas de Pinocho, gritos y reclamaciones. La lucha contra el feudalismo se manchaba con la firma de documentos para no considerar `primero un poder feudal de Enrique Peña, y después no estorbar su actividad política con incómodas alianzas mexiquenses.

Sin embargo la obsesión política de coyuntura no ha variado. La otra sí, la de la lucha contra la delincuencia cuyo nuevo recetario nos ha sido enviado desde las alturas del Sinaí de los Pinos. Pero las dos cosas van a unidas, son interdependientes.

–¿Cómo? Muy sencillo.

En la epistemología del presidente Felipe Calderón la causa remota de todo cuanto estamos viviendo es la corrupción, no el delito violento. El delito, en cualquiera de sus formas, es responsabilidad histórica del PRI y su herencia, su larga cauda de corrupción.

Ésta, permitió crear espacios de operación a los cuales los delincuentes respondieron con retribuciones de muy diverso tipo y monto a favor de autoridades cuya manga ancha permite el paso de cualquier cosa.

Ellos son los culpables hasta del gravamen a los depósitos en efectivo, la convocatoria a la denuncia vecinal; la reglamentación de los depósitos en dólares y la compra de dividas. Todo se hace para evitar la facilidad del lavado (hormiga) del dinero de los felones producidos por los más felones príistas.

Aquellos gobiernos por cuya existencia el país se pudrió, provienen todos del PRI. Como si en los últimos diez años, casi once, nada más el hálito mefítico de los priístas hubiera dominado una escena gobernada por el Partido Acción Nacional.

Por eso, para darle garantía de trabajo de fondo a la lucha eterna contra el mal, es necesario impedir el retorno de los perversos, corruptos y traidores al futuro; los priístas cuyos gobiernos estatales se entrometen y regalan bultos de cemento o dictan órdenes para hacer ganar a sus candidatos.

Esa es la trenza de los argumentos. El PRI no debe ganar, sea cual fuere el costo, pues su victoria es la derrota política, pero también histórica. Felipe Calderón puede aceptar cualquier cosa, hasta la derrota de su selección nacional en la siguiente ronda del Mundial, pero no puede permitirse el calificativo de ser el Zedillo panista.

En ese sentido es como deben leerse las palabras de César Nava en la reunión política del consejo sabatino anterior:

…Aprendimos las lecciones de 2009, elegimos a la mejor tradición democrática a nuestros candidatos y nos cuestionamos en unidad para hacer las mejores campañas. Todo esto lo hemos hecho en medio de una evidente y enorme inequidad: mientras Acción Nacional se mantiene en la firmeza de su convicción democrática, el adversario insiste en parapetarse bajo la careta de la simulación democrática…

…“Es el mismo PRI, es el PRI de antes, el PRI de siempre, porque no ha cambiado ni cambiará, porque creció con sus ramas torcidas y jamás podrá enderezarlas (¿dónde estas Mosnivais?). Es el mismo PRI, el que por 70 años germinó y fortaleció un presidencialismo más allá de la Constitución, que concentró un poder omnímodo e ilimitado; es el mismo PRI, el mismo que a partir del año 2000, una vez afuera de Los Pinos trasladó ese poder a la esfera de los gobierno locales, prohijando auténticos señores feudales que se arroparon y se envolvieron en la falsa bandera del federalismo.”

PEÑA N IETO

Desatadas la guerra sucia y el ostensible espionaje, la preguntan a Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México:

–¿Afecta al PRI?

–…yo lo que creo es que los partidos deben madurar lo suficiente como para privilegiar el clima de civilidad, de armonía, constructivo, no de denuesto; no descalificador que en estas elecciones en 12 entidades del país lamentablemente se ha observado. Creo que al final de cuentas esto solo desgasta a los propios partidos, genera falta de credibilidad entre la sociedad, y creo que lo importante es que la actividad política fortalezca el clima democrático en el que queremos vivir en este país”.

TLAXCALA

Perla López Loyo quien fuera -hasta antes de la imposición de Adriana Dávila Fernández-, considerada como la candidata panista más viable a la candidatura de la gubernatura de Tlaxcala, se sumó a la campaña Mariano González Zarur. Eso ocurrió durante la gira de apoyo por la entidad de Emilio Gamboa Patrón, dirigente de la CNOP.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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