Cierto es: las cosas ya han cambiado. Nuestra historia cotidiana se puebla con nuevas re4alidades. Lo insólito se vuelve cotidiano. nunca habíamos visto algo así. Ni visto, ni oído, ni sentido.
Si bien el relato en el detalle de una línea temporal jamás ofrecido para describir y hacer comprensible una operación militar, planteado ayer por el general secretario de la Defensa, Crescencio Sandoval, es de suyo trascendente, no lo es menos el descarnado análisis del estado emocional de los mandos militares, expuesto con sequedad y evidente alarma por el general Carlos Gaytán Ochoa.
Las dos intervenciones, la del secretario de la Defensa, enmarcada en la conferencia de prensa del Señor Presidente, y la segunda en la oratoria del representante del generalato nacional (mandos activos y en retiro), durante una reunión castrense, son momentos cuya repercusión no conocemos todavía pero cuya trascendencia (me atrevo a creer), será mayor en cuanto a la descripción nacional desde la óptica castrense.
La explicación detallada de la captura de Ovidio Guzmán, por parte del secretario de la Defensa, ha sido un acto difícil de congruencia militar. Exhibir una derrota (así la calificó Alfonso Durazo) no es del agrado de nadie, sobre todo de los militares educados y preparados para la victoria y el cumplimiento.
“…Se me ha concedido la palabra para expresar ante ustedes, algunas preocupaciones que, en virtud de la situación actual, sin duda, compartimos todos los aquí presentes…”
A dos semanas de la pifia sinaloense, se escucha la voz castrense en un tono inusitado:
“…Nos preocupa el México de hoy.
“…Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados…
“…Actualmente vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes pretendidamente de izquierda, que acumularon durante años un gran resentimiento.
Hoy tenemos un gobierno que representa aproximadamente a 30 (treinta) millones de mexicanos, cuya esperanza es el cambio.
“Un cambio que les permita subsanar lo que ellos consideran un déficit del Estado para dicho sector poblacional.
“Respetando el pacto social… y respetando nuestra propia normatividad vigente, no podemos soslayar que el hoy titular del Ejecutivo, ha sido empoderado legal y legítimamente.
“Sin embargo, es también una verdad inocultable, que los frágiles mecanismos de contrapeso existentes, han permitido un fortalecimiento del Ejecutivo, que viene propiciando decisiones estratégicas que no han convencido a todos, para decirlo con suavidad.
“Ello nos inquieta, nos ofende eventualmente, pero sobre todo nos preocupa, toda vez que cada uno de los aquí presentes, fuimos formados con valores axiológicos sólidos, que chocan con las formas con que hoy se conduce al país.
“Aquí no estamos soslayando la situación real…”
Estas frases nunca habían sido dichas en público. Jamás se habían cuestionado las “decisiones estratégicas” del Ejecutivo, cuyo contenido no convence a todos, ni el sentimiento de ofensa, ni el choque de valores…
Durante mucho tiempo se ha venido murmurando el descontento de las Fuerzas Armadas. Hoy las cosas quedan claras como el agua. Por eso esta frase estremece:
“…estoy convencido que es mi deber, irrenunciable, mantener invariables los principios de honor, valor y lealtad para con el pueblo de México, ¡si!, para con el pueblo de México.
“Lo refiero porque más de uno quisiéramos soluciones mágicas, o peor, drásticas, ante un entorno histórico que lo que requiere a gritos, es pacificar, educar y mantener sano a México”.
Otros, en las líneas antecedentes, hubieran querido leer , “lealtad para con el Presidente de la República”; pero dos veces dice el general Gaytán, “…para con el pueblo de México…”
No es este, de ninguna manera un documento rupturista. Es más bien un diagnóstico de inusitada franqueza política. Quizá es una advertencia, pero no un desafío.
“…reconozco que el alto mando sostiene hoy sobre sus espaldas, la muy alta responsabilidad de mantener cohesionado al país. de coadyuvar a su pacificación a la brevedad posible, de hacerlo todo con el menor costo social, y la mayor eficacia.
“¿Quién aquí cree que ello es fácil?
“¿Quién aquí duda de que se está realizando, desde el Ejército y la Fuerza Aérea, el mejor esfuerzo?
“¿Quién aquí ignora que el alto mando enfrenta, desde lo institucional, a un grupo de “halcones” que podrían llevar a México al caos y a un verdadero estado fallido?”
Aquí no se sabe la estatura del Alto Mando invocado.
¿Habla el señor general del Jefe Supremo o del General Secretario en torno de quien pide y ofrece unidad y lealtad? ¿Quiénes son los halcones y quién el cetrero?
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