Pensemos por un momento una historia inverosímil a la cual sólo le hace falta un rey o una reina, como sucede en todos los cuentos.
Un empresario decide instalar un crematorio en el puerto de Acapulco, donde alguna vez estuvo la esquina del paraíso, el más hermoso rincón del mundo. La muerte, el mar y las cenizas. La ola y la flama.
Los dolientes le llevan el cadáver de su familiar.
Ahí van a dar los cuerpos alguna vez amados; seres humanos capaces quizá de imaginar la felicidad, de cantar sin cuadratura ni tono exacto, pero contentos en ocasiones. Seres alguna vez vivos, enamorados, dichosos o tristes, personas con hijos, con hermanos, con afectos. Personas, a fin de cuentas. Hombres, mujeres, quizá algún niño prematuramente segado por la guadaña inclemente de la parca insensible.
Pero el empresario de la llama final, no incinera los cuerpos.
Eso lo hacen mejor los flamígeros sicarios de Cocula, capaces de consumir en 18 horas de pirotecnia con llantas y petróleo, los cuerpos de 43 activistas políticos de la escuela “anormal” de Ayotzinapa y cuya terrible hoguera de consecuencias aún no extinguidas, causa la inmediata asociación con este caso en una tierra donde los cadáveres brotan si se hace un agujero en cualquier parte de la sierra y ahora también en los negocios fraudulentos de la Bahía de Santa Lucía.
–¿Cómo es posible, diría Pedro Páramo si pudiera hablar, convivir con tanto cadáver?
Pero sigamos.
Los dueños del incinerador no sólo defraudan a los deudos sino emprenden además una macabra colección de evidencias momificadas con cal viva mientras con ademán solemne y severo, les entregan a quienes pagaron por calcinar los cuerpos, una cajita fúnebre y falsa, rellenada con cualquier cosa al alcance de la imaginación. Tierra para las macetas o cenizas perdidas en la memoria de un miércoles remoto.
Pero si el fuego de la aniquilación no fue el destino de los cadáveres llevados a ese gabinete de incendio controlado, ¿qué se hace con ellos? Y ahí están las momias del engaño sembradas y escondidas en el horno por encima del mar en las Cumbres de Llano Largo desde cuya airosa altura se divisa a ratos dormida la bellísima bahía.
–¿Y para qué?
Para ganarse unos pesos de la manera más complicada y macabra del planeta. ¿A quién se le ocurre semejante huevada?
Sin embargo y a pesar de la opinión del gobernador Ortega, quien como es su costumbre no sabe nada de nada, todo parece apuntar a un caso de “delincuencia común” en un lugar donde lo común es la delincuencia.
Ya queda para la construcción judicial de este asunto la tipificación del caso. ¿Estafa? ¿Fraude? ¿Acopio de cadáveres, momificación clandestina? ¿Cual es el (los) delito (s)?
Obviamente la suspicacia nos lleva de la mano a una conclusión apresurada y fácil, ya desmentida (¿ya?) por el comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido cuyos agentes buscan por Caleta, Caletilla, La Roqueta y Tres Palos, al dueño del ígneo chanchullo, Guillermo Estúa Zardain.
A fin de cuentas, en dado caso de “malversación de cuerpos”, podrían haber incinerado en lugar de los fiambres bajo contrato, los de algunos desaparecidos en esta nueva etapa de la “guerra sucia” (será la guerra cenicienta) y de esa forma desaparecerían dos tos os por otros o vayan todos ny vayan unos por otros o vayan todos njuneots al fuego eterno.
os delitos comune syh las salvajapájaromn con la misma llama pájaros con la misma llama, lo cual podría ser si no se tratara de algo tan complicado. Habría bastado con quemarlos a todos.
Total, si hubiera encargo para desaparecer a los desaparecidos, todo caería en el mismo oscuro contrato y vayan unos por otros o vayan todos juntos al fuego eterno.
Y colorín colorado.
“Había una vez un rey…”
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Indudablemente en México suceden cosas maravillosas. El domingo pasado Marcelo Ebrard era un visitante incómodo a quien se le negó el derecho de hablar en una comisión especial investigadora de la Cámara de Diputados. Le apagaron el micrófono y se refugió en la estridencia de un megáfono de jefe de bomberos.
Pero el viernes, con todo comedimiento, lo invitaron al restaurante de la Cámara Y luego lo llevaron del brazo de Marco Antonio Calzada, al salón donde inquisitivos y simuladores, algunos padres conscriptos lo interrogaron con la severidad propia de quien juega un juego a sabiendas de la lúdica condición de una comisión estéril a fin de cuentas.
“…¿Por qué era interesante ver a Marcelo en la Càmara?
“Porque el empleo de esa formula nos recordó a muchos el recurso de Andrés Manuel López Obrador, cuando Vicente Fox cometió la torpeza del desafuero, o del intento de desafuero, cuando estaba Javier Vega Memije tratando de inculparlo y él llego, y se metió a la Cámara a defenderse, haciendo uso de derecho
Y dijo (dijeron) , «si yo soy acusado, me voy a ir a defender».
Se fue (fueron) a defender, pero llego (llegaron) a acusar, exactamente como Marcelo, quien acusó y se defendió, porque todos sabemos — como nos enseñó Rocky Marciano, quien le habría ganado a cualquiera en su tiempo y otros si no se le cae el avión en mal momento– , la mejor defensa es el ataque.
“Entonces, si Andrés Manuel lanzó el «yo acuso» contra el presidente de la República, la Suprema Corté de Justicia y el Poder Legislativo, ( a los tres poderes se los cepilló en aquella ocasión), Marcelo culpa de todo esto al la tienen el presidente de la República, al coordinador de los diputados del PRI en San Lázaro, Manlio Fabio Beltrones y a la Comisión facciosa cuya intención es frenarlo en su carrera política.
“ No lo van a frenar, Marcelo va a ser diputado, (por ahora).
“ Ya es prácticamente diputado, así como Ricardo Monreal quien lo iba acompañando en San Lázaro ya es delegado de Cuauhtémoc.
“¿Qué estamos viendo aquí?
“Estamos viendo cómo de una manera voluntaria o involuntaria, el tanque está absolutamente abierto y “Morena” respira el oxigeno de la presencia política a bocanadas.
“La manera como está creciendo con esto “Morena” es tan grande como la forma como creció Andrés Manuel con el desafuero. Esa es la verdadera jugada política que algunos ven y otros no quieren ver”.
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La precandidata del PRI a Nuevo León, Ivonne Álvarez García, estuvo en el Senado de la República, acompañada de Emilio Gamboa, y ahí solicitó “todo el respaldo político, en los tiempos en que la ley lo permita”, a sus ex compañeros del Senado.
Durante su visita a la Cámara alta, de la cual fue integrante, agradeció a quienes la acompañaron en su registro como precandidata y les pidió prolongar su respaldo hasta el fin del proceso.
Así será, dijeron algunos.