Discutir si en la Ciudad de México hay no cárteles del narcotráfico, en el sentido alemán de la palabra: (kártell, Organización de empresas de una rama de producción con el fin de dominar el mercado en forma de monopolio) o se trata de un grupo de bien organizados delincuentes tan autónomos como la universidad donde expenden –entre otros lugares, obviamente–, sus productos, resulta ocioso e improductivo.
No sirve de nada pasarse el tiempo hablando huevadas cuando la realidad sobrepasa los méritos de la discusión.
Pero una de las características de los grupos de la delincuencia organizada dedicados al tráfico de drogas es el dominio de su territorio. También sucede esto en casos como los del llamado triángulo poblano, donde los huachicoleros reinan, mandan y sustituyen a la autoridad hasta en la distribución de beneficios sociales.
Pero si el control del mercado y sus rutas es necesario, exhibir su poderío y dominio también es necesario. Por eso la noticia difundidas ayer entre otros diarios por CRONICA, es tan preocupante como los bloqueos posteriores a la incursión de la Marina y confirma lo ya dicho en esta columna: Tláhuac se le ha ido de las manos a la administración de la ciudad de México y sus “autoridades” delegacionales son títeres o cómplices.
Dejémoslos a ellos escoger el campo donde se desempeñan. Pero no están actuando con legitimidad política (tampoco el partido por el cual llegaron al cargo), ni responsabilidad administrativa.
Esta crónica de Ana Espinosa, es reveladora:
“…Aun muerto, Felipe de Jesús Pérez, El Ojos, sigue siendo el jefe del cártel de Tláhuac-Chalco, o por lo menos eso fue lo que se observó ayer en sus funerales…
“Y es que los Pérez Luna siguen siendo la única autoridad en la colonia Nopalera.
“Ellos mismos fueron los que decidieron qué se hacía y lo que no en los alrededores de la casa de la mamá —calle Falstaff y Juan Bautista— ¿Y la autoridad?, muy lejos de ahí —a más de un kilómetro a la redonda
“Durante todo el día sólo se observaron patrullas sobre la Avenida Tláhuac, a 10 calles de donde se encontraba la carpa amarilla, que fue instalada para que nadie pudiera observar lo que ocurría en el velorio de don Felipe.
“Por la tarde, pasó un helicóptero de la SSP cerca de la zona, pero nada más.
“En tierra, los sicarios del capo —hombres mal encarados, tatuados y con pistolas al cinto, siempre cubiertas por las playeras— fueron los que controlaron los accesos.
“Toda persona desconocida era increpada, corrida o amenazada con pistola.
“Acá no tienes nada que hacer, a la chingada de aquí”, le decían a todo el curioso que se paraba a tratar de observar.
“En ambos costados de la calle Falstaff había hombres armados resguardando el lugar donde se estaba velando “El Ojos”, señor muy querido por muchos habitantes de la demarcación y odiado por sus enemigos.
“Algunos vecinos —que al principio se negaron a contar sobre lo acontecido, pero que después se soltaron de la lengua—, dicen estar cansados de la agresividad y prepotencia de los narcomenudistas y contaron a “Crónica” que desde la mañana un grupo de hombres pasó a avisarles a cada uno:
–“Ni se asomen porque se los va a cargar la chingada”, y “Aguas con lo que graban con el celular”.
“En la colonia, grupos de mototaxistas recorrían la zona, haciendo su función de halcones.
“Iban cubiertos con la capucha de sus sudaderas y lentes oscuros que impedían reconocerlos.
“LA ÚLTIMA AYUDADITA. La madre de Felipe esperó más de tres días a que le fuera entregado el cuerpo de su hijo, llevado desde el jueves pasado al Instituto de Ciencias Forenses para que se le practicara la autopsia.
“A decir de algunos familiares del capo, que pidieron no mencionar su nombre, “por eso de que no son bien vistas las borrega (delatores)”, la “jefecita” —Martha Luna, su nombre real— pidió ayuda al delegado Rigoberto Salgado para agilizar los trámites”.
“Y es que nos habían informado que, por las investigaciones, el cuerpo del patrón, sería el último que iban a entregar”, soltó uno de sus trabajadores.
“Luego de unas horas de espera y después de corroborar su parentesco, la señora Martha recibió el cadáver.
–Rigoberto Salgado, ¿delegado político?
–No, gestor forense, para servir a usted…”
Se ve el poder de morena que se deja mandar por un capo. ¿Cuanto pusieron para la campaña de ese delegado? Esa narcopolitica rige ahora en gran parte del país.