Perdido entre los otros asuntos del fin del periodo ordinario, el cual, como todos sabemos, concluyo el pasado viernes, el Poder Legislativo estrenó un código de comportamiento para la Cámara de Diputados. Un código de ética para los representantes, motivado entre otras cosas, por la creciente disminución del prestigio y la imagen de los legisladores ante la opinión pública.
El dictamen (aprobado con 287 votos a favor, 45 en contra y 33 abstenciones), fue elaborada por la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias, con base en iniciativas presentadas por los diputados Carolina Monroy del Mazo, del Partido Revolucionario Institucional (del cual es Secretaria General) y el panista Jorge Triana Tena.
Quizá sea mucho decir, pero si este código se llegara a cumplir (cosa de la cual dudo) se acabarían las tomas violentas de la tribuna; los “moches” y las orejas de burro hechas con boletas electorales; las máscaras de cochino en la asamblea, las piñatas con figura de Pinocho y los sabotajes parlamentarios, las majaderías y todos los excesos internos.
No estaba vigente ese código cuando el diputado Jorge Meixueiro Hernándezsacó una pistola y se suicidó en el pleno tras pronunciar estas palabras en queja abierta contra el despojo electoral cometido en su contra por órdenes de Maximino Ávila Camacho:
“…Sé, porque no soy un novato en esas cosas, lo que significa este silencio que se advierte en los camaradas y en ese gesto un poco trágico cuando se ve al compañero que trata de pugnar por hacer valer un triunfo que ha obtenido y cuando se tiene ya la conciencia de que, por disciplina habrán de votar en su contra (…).
“Sé que tratar de impedir eso sería tanto como querer derretir la nieve de un volcán con la lumbre de un cerillo (…) y puesto que no puedo cumplir en esta ocasión la palabra que empeñé, quiero esgrimir mi último argumento y salir de aquí».
Y sí, salió de ahí con los pies por delante, pues el pistoletazo ocurrió en “la más alta tribuna de la Nación”. La bala entró por el paladar, le destrozó la cabeza y bañó de sangre el podio de la patria.
Pero este código no pretender evitar las depresivas y extremas condiciones de un suicidio que por lógica terminan con un muerto, sino evitarles a los diputados la vieja costumbre de pasarse de vivos.
Hace apenas unos días ocurrió un incidente penoso. Era casi el fin del periodo y los enjundiosos diputados de Morena protestaban por la designación de los constituyentes de la Ciudad de México. Cegado por la ira (así se decía antes) el diputado Mario Ariel Juárez, intentó subir a la presidencia del estrado para encarar a Jesús Zambrano presidente de la Asamblea.
MVS Noticias lo relata así:
“Para ese entonces, Juárez ya estaba en la Tribuna y en el intento de hablar, quiso arrebatar el micrófono al secretario de la Mesa Directiva, Ramón Bañales, que se limitó a hacerse a un lado, ante el lance del diputado de izquierda. Luego reclamó de viva voz a Zambrano, a quien señalaba con el dedo.
“Para evitar que el asunto pasara a mayores y en tono molesto, Zambrano Grijalva decretó el fin de la sesión. Al hacerlo, incluso se equivocó en la hora del citatorio.
“Se levanta la sesión y se cita para la que tendrá lugar mañana viernes 29 de abril a las 20:30 horas. Mañana, perdón, viernes 29 de abril de 2016 a las 10:30 horas”. Después tocó la campanilla para cerrar definitivamente la reunión.
“El de MORENA no quiso quedarse sin reclamarle al presidente de los diputados y se enfiló hacia el lugar de la Mesa Directiva. Los gritos en su contra y a favor de Zambrano arreciaron.
“Éste, al ponerse de pie, se ajustó el cinturón y con las manos también en la cintura, esperó a que el diputado Mario Ariel Juárez lo encarara.
“Decidido a enfrentar al presidente de la Mesa Directiva, Juárez se enfiló a ese lugar, rodeado por personal de resguardo, diputados y fotógrafos. El integrante de la bancada del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Valencia decidió meterse a la confrontación y jaloneó al molesto diputado de MORENA.
Eso no impidió que cara a cara, Zambrano y Juárez intercambiaran señalamientos”.
Señores, esos no son ,modos, dicen algunos a quienes el hervor de las pasiones humanas escandaliza. A otros les tiene sin cuidado, pues la política es así. Pero para unos y para otros, ya hay un código de buen comportamiento.
–Solo queremos (dice Carolina Monroy) una conducta ejemplar, Los ciudadanos y nuestra propia representación, nos merecen respeto.” Pues si.
Los partidos son una casta privilegiada por los ciudadanos sin compromiso y en beneficio propio. Es un sistema obsoleto y dañino.