Muchas veces la suerte consiste nada más en estar en el lugar conveniente en el momento oportuno y en las condiciones adecuadas. 

Si Rafael Caro Quintero, hubiera iniciado sus labores de producción de mariguana a gran escala en estos días, cuando la legalización del cultivo y el consumo de todo tipo (hasta con la patraña de los usos medicinales), no habría padecido ni encierro, ni persecución ni sería visto en la historia nacional como uno de los peores bandidos del mundo. 

La DEA no lo habría utilizado como pretexto para poner a México contra la pared con motivo del asesinato de “Kiki” Camarena, un espía con mala suerte, porque si la mariguana ya hubiera sido legalizada, como está a punto de ocurrir en todas partes, imitando el modelo americano, como se copiaba su hábito cuando la moda era perseguir sembradores y consumidores, la DEA misma habría visto reducido su trabajo a unas cuantas búsquedas de vendedores de cocaína o anfetaminas.

Caro Quintero habría seguido con su espléndido negocio, en el rancho mejor organizado de esta país y “El Búfalo” sería hoy atracción turística, ejemplo agroindustrial, fuente de divisas y orgullo nacional. Quizá la 4-T lo habría hecho secretario de Sagarpa.

El señor Caro sería un hombre respetado en la sociedad, invitado a dar conferencias sobre productividad agrícola y de seguro de cuando en cuando –diferencias ideológicas de lado–, se tomaría un buen tequila en la hacienda de Vicente Fox. 

Para quien no recuerde cómo fue, valga la pena este resumen del rancho “El Bufalo”, nombre de la propiedad –invisible por años a pesar de su enorme extensión–,  donde Caro Quintero hizo el emporio mariguanero más grande del mundo.

“La Crónica de Chihuahua.- “…De acuerdo con la información oficial, el día del operativo (4 de abril de 1985) en el cual participaron 450 soldados y decenas de helicópteros, unos tres mil campesinos fueron detenidos en aquel predio de 544 hectáreas en donde se aseguraron dos mil 500 toneladas de mariguana cultivada, sembrada y empaquetada, además de dos mil que ya habían sido comprometidas para envíos a los Estados Unidos, aunque según otras versiones, fueron 10 mil las toneladas decomisadas.

“Esta mercancía, adjudicada en propiedad a Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca «Don Neto» y a Miguel Ángel Félix Gallardo, según la PGR, habría tenido un valor comercial de 8 mil millones de dólares.

“Este volumen hubiera representado el consumo de varios meses en el mercado de la Unión Americana.

“Según las imágenes que aún circulan en Internet sobre este operativo, era impresionante ver las montañas de mariguana -cada una de altura similar a una casa de dos pisos- además de la que ya estaba empaquetada y abarcaba grandes espacios techados.

“En algunos momentos de descanso- en aquel operativo- los policías permitían a reporteros y fotógrafos juguetear en las montañas de mota para tomarse unas «fotos del recuerdo».

Versiones de habitantes de Jiménez señalaban que militares, antes del operativo, daban protección al rancho de Caro Quintero…

 “…El cateo al rancho «El Búfalo» desencadenó, cuatro meses después en el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar y al año siguiente en la captura de Ernesto Fonseca y Miguel Ángel Félix Gallardo”.

Caro huyó con su novia, Sara Cossío. Se refugió en San José, Costa Rica. Tras una acción espectacular de la policía de ese país, que tardó solo 15 minutos, Caro Quintero fue detenido”.

Hoy vive clandestinamente. Cumplida una muy buena parte de su condena obtuvo la libertad por un imaginario error judicial. Salió libre y desde entonces la DEA lo busca y lo busca. 

La DEA lo sigue considerando uno de los capos más peligrosos del  mundo, lo cual es tan falso como las acusaciones contra el general Cienfuegos. 

A Caro Quintero lo odian y lo persiguen por el agravio de haberles asesinado a un compañero en el espionaje, aunque algunos le atribuyen un doble servicio. A la DEA y al narco. 

Hoy, en la lista divulgada apenas hace un  par de días, la DEA le pone precio a su cabeza: veinte millones de dólares. Esta ofertya también ofrece recompensas por “El Mencho” y “El Mayo” Zambada. También persigue afanosamente al “Alfredillo” Guzmán y cosa rara, ya ni se acuerda de Ovidio Guzmán  quien paró de cabeza a los soldados y guardias nacionales mexicanos cuando incendió Culiacán hasta lograr la orden presidencial de su liberación.

En ese tiempo lo querían capturar para cumplir una orden (no solicitud) de extradición. Hoy, ni lo mencionan. 

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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