Como en este mundo hay gente para todo, satisfacción para cualquier gusto, sabores para cada paladar y esnobismo a la altura de cada pretensión cultural o política, la galería Sotheby’s de la Gran Bretaña acaba de darle a los idiotas —especialmente a uno de ellos capaz de ofrecer un millón y medio de dólares en una subasta por una ilustración infantiloide con una niña viendo al cielo donde flota un globo rojo como un corazón—, una sopa de su propio chocolate: cuando ya se había subastado la pieza, el marco se reveló como una trituradora de papel y destruyó la mitad de la obrita.

La “puntada” del señor Bansky, quien como todos estos artistas contemporáneos (en complicidad con las galerías), vive de explotar la estupidez ajena, ha puesto en la mesa de las discusiones de los exquisitos, si se trata de un artista realmente subversivo, de un creador o de un destructor. Lo mismo da, le seguirán comprando sus ocurrencias a los precios del artificial mercado donde tanto se confunde el precio con el valor.

La vida contemporánea ha encontrado una forma maravillosa de lavar dinero (o respaldar correctas posturas políticas), a través del inflado comercio de las obras de arte, sean estas “instalaciones”, esculturas o pinturas; objetos inútiles o simples cachivaches tirados en el suelo.

Y para fortuna de los esnobs del planeta, estas formas de expresión cubren hasta los espacios universitarios en los cuales la moda eleva a categoría de genialidad, simplezas ocurrentes, como una plancha de cemento fresco en la cual se hunden los pasos —y se quedan las huellas—, de quienes regresan cincuenta años después a una plaza de cuya barbaridad pudieron huir.

El servicio de noticias de TV-11, lo divulgó de esta manera:

“…La convocatoria masiva para participar en la obra de la artista israelí Yael Bartana (“El monumento a la ausencia”; volver por los pasos), es realizada a propuesta del Gobierno Federal como parte de las acciones de reparación colectiva dictaminadas por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).

“Consta de una plancha de cemento, en la que los sobrevivientes del Movimiento Estudiantil de 1968 pondrán las huellas de sus pies en distintas direcciones, como si fueran huyendo después de participar en el mitin del 2 de octubre.

“ (Para) …Crear un monumento en este contexto que represente el momento colectivo del escape, el miedo; cómo poder representar la ausencia, pero también representar la sobrevivencia, es muy importante incluir una colaboración de los estudiantes”, planteó Yael Bartana, creadora”.

Pues más allá del concepto, altamente publicitario y en verdad poco creativo, la señora Bartana sólo creó un ­rollo comprado por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, la cual siempre se queja de la escasa suma de los dineros destinados a su fin primordial, el cual —dicho sea de paso—, no es promover el arte conceptual, sino resolver problemas reales.

En este sentido vale la pena releer esta información divulgada el pasado 13 de abril:

(SE).- “…Quizá el grupo que ese último viernes de marzo llegó a esquina de Pestalozzi y Ángel Urraza, en la capitalina colonia Del Valle, no era muy numeroso — habrán sido unas 80 personas —, pero fue suficiente para que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), que tiene ahí su sede, se apresurara a ­cerrar sus puertas para impedirle el paso.

“No se trataba de manifestantes violentos ni peligrosos sino de familiares de víctimas de delitos y violaciones a sus derechos humanos que se congregaron para protestar por los malos tratos que, acusaron, han recibido de parte de esa instancia, que fue creada justamente para lo contrario.

“La mayoría eran personas con un familiar desaparecido, que acompañaban sus reclamos con cartulinas, lonas o fotografías colgadas al pecho con imágenes de sus familiares ausentes.

“Ahí estaban los rostros de Selene Giselle Delgado Hernández, desaparecida el 19 de abril de 2010 y quien hoy debe tener 18 años; de Joshua Mendoza Castillo, quien a sus 14 años fue desaparecido en la Alameda de Orizaba, Veracruz, el 8 de septiembre de 2012, o de Ilse Janeth Cervantes Preciado, desaparecida a sus 23 años junto con su hija Renata Janeth Leal Cervantes, de cinco años.

“Pero también estaban presentes en la protesta, por ejemplo, Lourdes Muñiz, madre de María Bárbara Reyes Muñiz, quien fue secuestrada el 8 de agosto de 2011 y cuyo cadáver permaneció 567 días en el Servicio Médico Forense antes de que sus padres la encontraran (hasta ahora sigue sin conocerse la razón y el responsable del asesinato). O Gabriela Sánchez, cuya hija, Rosa Isela, discapacitada visual e intelectual, fue violada en marzo de 2010, sin que hasta ahora el agresor haya sido juzgado por ese delito. Desde octubre, la terapia psicológica que su hija recibía en la CEAV le fue suspendida…”

¡Ah!, pero cómo nos gusta la “culturita”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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