Quien sabe cuándo o por cuales razones y motivos, pero tarde o temprano se presenta en la mente de los presidentes de México el ansia de regir planetariamente, de propiciar aquello llamado en tiempos de Luis Echeverría, el Nuevo Orden Económico Internacional, cuyas características se delineaban antes desde Los Pinos y ahora desde la embajada en Naciones Unidas y , obviamente, el Palacio Nacional.
Luis Echeverría, ubicado en los tiempos de la Guerra Fría, cuando Cuba era una bisagra importante en el juego continental en el mundo bipolar; encontró junto con otros dirigentes del momento la salida demagógica los países No Alineados y el llamado “De los 77”.
Para promover su idea del nuevo orden, Echeverría inventó una embuste maravilloso: la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, trabajada en los organismos internacionales en Suiza por Jorge Castañeda de la Rosa (quien después sería un brillante canciller), y en el campo de promoción interna por el entonces subsecretario de la Presidencia, Porfirio Muñoz Ledo
El domingo, día de la Cruz de Mayo y fecha internacional conmemorativa de la Libertad de Expresión, el Señor Presidente apresuró algunos puntos sobre las inminentes lecciones de la pandemia, el principal de ellos, la defunción del neoliberalismo; es decir, del capitalismo.
Pero si en aquel tiempo fue importante la aceptación de aquella carta, no lo ha sido menor ahora la aprobación general del llamado de nuestro Ejecutivo a limitar la especulación con insumos médicos y evitar la concentración de productos y equipos sanitarios en unas cuantas manos, como bien sabe el señor León Manuel Bartlett, por ejemplo.
El embajador en la ONU, Juan Ramón de la Fuente, siempre hábil para colocarse en el lugar justo, en el momento conveniente, ha promovido esta idea mexicana la cual –en teoría, como todo lo de la ONU–, es impecable e irrefutable.
Así fue informado:
“…El presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo una videoconferencia con Juan Ramón de la Fuente, representante de México en la ONU, para hablar sobre la propuesta que el país hizo a la organización respecto a los insumos que se requieren para hacer frente a la pandemia de coronavirus (COVID-19).
“De la Fuente destacó que 161 países apoyaron la propuesta de México ante el G20, la cual urge a que «inmediatamente prevengan la especulación y las disposiciones que escondan o limiten el acceso a los productos necesarios para contener» el COVID-19.
«Ahora sí veo el horizonte cercano, creo que la propuesta que usted planteó en el G20 está con todas las posibilidades se adopte formalmente como una resolución de la asamblea general», comentó el académico”.
Una vez satisfecha la comunicación, el doctor De la Fuente se retiró a sus aposentos. El júbilo nacional fue atronador, casi como con la Carta…
Recordemos:
“…El 21 de noviembre de 1974 México, en nombre de 90 Estados Miembros del Grupo de los 77, presentó a la Segunda Comisión un proyecto de resolución (A/C.2/L.1386 y Corr.1-5) con el título “Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados”.
“El 5 de diciembre de 1974, el Grupo de los 77 presentó conjuntamente un proyecto de resolución revisado (A/C.2/L.1386/Corr.6), que fue aprobado por la Segunda Comisión al día siguiente. El 12 de diciembre de 1974, la Asamblea General aprobó́ la resolución 3281 (XXIX) por 115 votos contra 6, y 10 abstenciones”.
Tan hermoso documento fue firmado y archivado. Hasta ahora no se le sabe de ninguna utilidad práctica. Sin tomarlo en cuenta se cayó el Muro de Berlín, se acabó la Guerra Fría, se impuso el Consenso de Washington, se cayó el sistema a financiero internacional, y pasaron muchas cosas, entre otras, el triunfo de los populismos de izquierda y derecha.
¡Ah! y en México se inició la Cuarta Transformación.
Pero no solo eso quiere lograr el Señor Presidente quiere refundar todo el orden financiero mundial en contra de un moribundo neo liberalismo conservador, inicuo y maligno, en cuyos estrechos límites no cabe el amor por el prójimo.
En los ocho puntos de las lecciones derivadas de esta pandemia; o sea, las normas de una vida futura, destacan estas tres:
“…Responsabilidad del Estado para atemperar las desigualdades sociales y garantizar derechos básicos y universales.
“…Fortalecimiento de la familia y (los) valores culturales, morales y espirituales.
“…Reconversión de organismos financieros y económicos internacionales en verdaderos promotores de la cooperación para el desarrollo y el bienestar de los pueblos y naciones.
“…Principios humanitarios, de paz, justicia, igualdad, libertad, democracia y libertad como principios que guíen las acciones de los gobiernos de los países”.
Urbi et orbi…
–0–
En verdad os digo que ka historia se repite y que este nuevo parece hijo del anterior, que lamentable.