La victoria de Delfina Gómez en el Estado de México se definió antes de las 9 de la noche, la holgura de la victoria hizo que se adelantase a todas las espectativas el Instituto Electoral mexiquense, organismo que preveía darse colchón hasta las 10:30 de la noche para anunciar los resultados del conteo rapido, un muestreo estadístico muy preciso para saber quién ganó.
Pero no hubo necesidad de colchón, no cuando el porcentaje más alto que puede lograr la chica maravilla del PRI, Alejandra del Moral, quien dio batalla en una contienda que hubiera sido aburridísima sin ella, alcanzaría 45.2 por ciente. Muy abajo del mínimo de 52.2 por ciento de Delfina Gómez, la ausentísima candidatas en materia de propuestas, dicción o debate. No hay forma de que Delfina no gane.
Así, no resultó nada soprendente que Claudia Sheinbaum, la corcholata que no logra convencer a sus propios gobernados, fuera una festejante tempranera. Eso sí fue una sorpresa al final: ella requiere de la inercia morenista en el Estado de México y no al revés; probablemente ella no dio nada a la candidatura de la maestra Gómez. De hecho, la inercia misma parece haber ganado.
La ola populista de López Obrador, da así un paso increíblemente importante para su futuro.