Las larguísimas explicaciones memoriosas de Fidel Castro en torno del Caso Ahumada, sus orígenes, ramificaciones y repercusiones, nos sirve (si se quiere como un pretexto caribeño) para entender las razones de la polarización durante el sexenio pasado, pero no para explicarnos cómo estamos llegando a los días del Bicentenario en medio de un clima de desconfianza similar al de entonces, agravado hoy por los barruntos de conflicto religioso y con una presidencia ya no solitaria sino francamente arrinconada desde la cual no se perciben señales de respuesta ante los problemas cotidianos.
Varias han sido las ocasiones útiles para probar la distancia entre el gobierno y los problemas.
Un ejemplo de esto ha sido la quiebra de Mexicana de Aviación cuyo origen y desarrollo el gobierno nunca percibió. O simplemente dejó pasar la crisis frente a la mirada de quienes deben supervisar la industria aeronáutica nacional. Y en otra ocasión veremos los conflictos eléctricos y de minería.
Resulta imposible mirar este problema nada más como un asunto de particulares pues se trata de una actividad para la cual se requiere una concesión federal y una con recurrente vigilancia oficial. Dejar hacer y dejar quebrar no es una política sana no siquiera en el nombre de esa entelequia convenenciera llamada “libre empresa”.
Por otra parte los resultados juegan en contra de los diagnósticos e intenciones. La convocatoria presidencial para discutir y hallar en conjunto una estrategia cuya responsabilidad no le compete a nadie sino a quien ya ha puesto en marcha la actual forma de repeler a los delincuentes, no halló eco.
Nadie propuso nada aun cuando todos –hasta las Iglesias– hablaron y hablaron hasta la fatiga sin otro resultado como no haya sido el reparto de las culpas y las disculpas.
Por eso el PRI, ausente en lo formal, ya había planteado por escrito su postura. Al menos una posición irreductible:
“México requiere con urgencia encontrar una vía expedita para solventar la crisis de la seguridad pública y el deterioro drástico del tejido social.
“La respuesta más eficaz tiene que responder puntualmente al espíritu y letra de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que distribuye las competencias y precisa las responsabilidades de los Poderes de la Unión y de los distintos órdenes de gobierno.
“Con improvisaciones, ocurrencias, vacilaciones o procedimientos de consulta a modo, ajenos a las normas obligatorias para la planeación de las actividades de la función pública, no resolveremos un asunto de esta magnitud.
“Es nuestra opinión que así solo contribuiremos a la polarización social, a la crispación política o a la construcción de esquemas propagandísticos individuales que lejos de atender el problema, pretenden disimular errores o repartir culpas”.
Hoy hay otro asunto grave: el pleito entre el gobierno del DF y la arquidiócesis de Guadalajara. Y el gobierno tampoco ha metido las manos en la mediación siquiera de este conflicto.
Obviamente la estatura del subsecretario de Gobernación encargado de los asuntos jurídicos y religiosos, Alejandro Poiré Romero, no alcanza para un asunto de estas dimensiones. En otros momentos el gobierno habría intervenido para componer el diferendo, no para dejarlo estallar como si fuera asunto fuera de su incumbencia o posibilidades de control.
Si las cosas siguen así los púlpitos de ambas catedrales, la de Guadalajara y la de México, se van a convertir en nidos de ametralladora desde los cuales el clero político se va a atrincherar ante la complaciente (o ineficiente) actitud del gobierno federal incapaz de intervenir.
BELTRONES
Ayer Manlio Fabio Beltrones, líder del PRI en el Senado, recibió una invitación presidencial cuando ya las manecillas cruzaban el meridiano. No al cuarto para las doce; a las doce 35. El presidente Felipe Calderón, en el día de su cumpleaños, por cierto, lo invitaba a participar en el rollo interminable de los “Diálogos del Campo Marte”, como ya se les conoce a esos afanes desde hace unos días.
¿Y sabe usted?, le dice Beltrones en una misiva circulada ayer. Me resulta imposible pues ya tenía yo otros compromisos derivados de mi condición de coordinador parlamentario, y va usted a ver forma de disculpar; pero al fin ni le hace, pues usted y yo ya nos habíamos reunido hace poco para hablar del tema sobre el cual ha convocado a tantas personas recientemente y pues ni modo, señor, ahí la dejamos para la otra.
FIDEL
El gobernador Fidel Herrera Beltrán inauguró en Boca del Río la XIV Reunión de la Comisión de Energía y Minas y Tercera Conferencia Interparlamentaria de Energía, con la concurrencia de diputados locales y federales; senadores y representantes de comisiones del Parlamento Latinoamericano.
Fidel Herrera preside además, el Consejo Consultivo del Instituto para el Desarrollo Energético y Minero de América Latina (Idemalat).