Como las hormigas nerviosas y locas en la boca del hormiguero tapado con una piedra, las organizaciones de Derechos Humanos, las realistas y justas y las de oportunistas políticos disfrazados, le metieron candela a la protesta social jalisciense con motivo de la “desaparición forzada” de los tres estudiantes de cine cuyos cuerpos fueron disueltos en ácido por la mafia delincuente.

Ya habían culpado al gobierno, por su desaparición. Y no fue así. Fue un múltiple secuestro y triple homicidio.

Pero la historia relatada por los medios de Jalisco –y muy distinta de la culpa del “Estado ogro”– no puede ser más horrenda:

“…Según informó la Fiscalía General del Estado, Javier Salomón Aceves Gastelum, Jesús Daniel Díaz García y Marco Francisco García Ávalos, entraron a una finca para la grabación de un proyecto escolar, sin saber que era custodiada por hombres del crimen organizado.

“Hasta el momento se tienen detenidas a dos personas Gerardo N. y Omar N. pertenecientes al Cártel Jalisco Nueva Generación, quienes aportaron información sobre los hechos que ocurrieron desde la detención de los estudiantes, hasta su asesinato.

“La grabación se realizó en una casa llamada La Cabaña, que tiene antecedentes de inseguridad (lenocinio). En ella se detuvo a Diego Gabriel Mejía, ahora interno en el Reclusorio Metropolitano, forma parte de un grupo criminal que lidera “El Cholo”, llamada Nueva Plaza.

“Cuando su detención, se aseguraron drogas y armas de uso exclusivo del Ejército, la finca era propiedad de Gabriel Mejía, quien usó testaferros para adquirirla, sin embargo, la tía de uno de los estudiantes también se hacía pasar por propietaria, por ello, los jóvenes obtuvieron permiso para su ingreso, sin conocer el riesgo, pues quedó asentado en la investigación que ninguno pertenecía a algún grupo delictivo”.

Pero macabra o no, la historia guarda relación con el delito y el crimen organizado. Hasta ahora no hay nada para presumir una “desaparición forzada”, violación imprescriptible cuya comisión es el más apetitoso manjar para los agitadores de los Derechos Humanos, quienes han hecho de esta su bandera favorita, con todo y las miles y miles de desapariciones mal registradas en el país a lo largo de los años, como si el gobierno, o los gobiernos, coleccionaran desaparecidos en ignotas y remotas vitrinas o gavetas.

Así hablaba hace unos días la “protesta social”:

“…Tras la desaparición de cuatro jóvenes la semana pasada, los estudiantes de la Universidad de Guadalajara paralizaron sus actividades para realizar una protesta hacia la Fiscalía del estado en la que participaron cientos de alumnos.

“Los manifestantes se reunieron con carteles en los que exigen la aparición con vida de tres estudiantes de cine secuestrados el pasado 19 de marzo en el municipio Tonalá, Jalisco – México.

“Bajo la consigna «¡no son tres, somos todos!», los manifestantes protestaron también por el secuestro de un cuarto estudiante esta semana.

“Los estudiantes de cine desaparecieron fueron secuestrados mientras grababan un documental.

“Cuenta una compañera de los estudiantes que viajaba en otro grupo que los jóvenes fueron secuestrados por un grupo de hombres armados: «Cuando levanté la cabeza, vi que ya no estaban las camionetas ni ellos».

“Ulises Arellano, de 18 años y una de su compañeras del Centro Universitario de Ciencias de la Salud también fueron secuestrados, aunque la joven estudiante de medicina fue localizada la noche del 22 de marzo, según informó el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval”.

Ya gritaban aquello de vivos se los llevaron; vivos los queremos, célebre canto de guerra con el cual el indeterminado plural de quienes se llevaron a alguien siempre recae en el Estado o sus agentes.

Para los agitadores y fundamentalistas de los DH; en este mundo nada más hay un delincuente: el Estado.

Los demás, son víctimas de la desigualdad, de la pobreza, de la falta de oportunidades y delinquen porque el modelo económico los lleva a tan irremediable conducta, por lo cual el único responsable es el Estado.

“Todos los indicios recabados hasta el momento –dice la información de Crónica, Jalisco– son múltiples, graves, concordantes, sin que tengan indicios en contrario, es importante señalar que las investigaciones aún no han concluido, estamos trabajando con la misma intensidad y con empeño, para que salga a la luz la verdad sobre estos lamentables hechos”, mencionó el Fiscal General, Raúl Sánchez Jiménez, en la presentación de las investigaciones”.

En el horripilo relato se dice:

“…Cuando fueron detenidos los tres estudiantes al salir de la Cabaña, fueron llevados a una segunda finca de seguridad en la calle Lechuza, en el municipio de Tonalá, donde se sabe por los interrogatorios de los detenidos, que fueron golpeados, torturados, en particular uno de ellos, hasta que fueron asesinados.

“Los cuerpos fueron llevados a una tercera casa, en la calle Amapola del mismo municipio, donde supone la Fiscalía General del Estado, fueron disueltos en ácido para desaparecer los cuerpos”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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