La irrupción de Isabel Miranda de Wallace en el escenario electoral capitalino, requiere un análisis más o menos intenso (cada quien lo podrá profundizar hasta donde quiera o pueda) sobre la validez del salto mortal, un verdadero paso de la muerte de la cabalgadura del activismo social, libre e independiente al potro ensillado y formalmente arriendado por los dictados de un partido así la persona asimilada (como es el caso) se proclame autónoma de toda intensidad.

Las palabras de la señora Miranda de Wallace en su discurso de aceptación de una candidatura dentro del PAN (cuyo cobijo la inhabilita de inmediato como candidata ciudadana), no podría significar nada más sino un balde de agua en la cabeza de sus promotores quienes quizás comiencen a dudar de los beneficios de su audacia.

Ofrecer una postura en la cual se presenta como respetuosa de los derechos a los cuales el PAN se ha opuesto doctrinariamente por mucho tiempo, como por ejemplo el derecho a la vida antes de la vida embrionaria propiamente, no solo implica un golpe bajo a la hospitalidad en cuya casa de ahorcado se habla de la soga, sino ofrece, además, argumentos para condenar desde el interior recalcitrante la herejía cristalizada en una candidatura cuyo marchoso paso bendecido desde la cima hace a un lado a quienes hicieron trabajo político y administrativo intenso, como por ejemplo José Luis Luege.

De nada le sirvieron, por ejemplo, a este caballero los días de cieno y aguas negras a la cintura en los desastres de Chalco, Valle de Chalco o Valle Dorado. Su trabajo para lograr fondos y apresurar la construcción del Interceptor Oriente, no sirvieron de mucho. Ni siquiera para el anecdotario. Es sólo un caso, peor hay otros.

Pero todo puede ser sacrificado en el nombre del electoralismo inmediatista, hasta la santa indignación de verse desplazado y guardar un obsequioso y convenenciero silencio.

Y ahí los tiene uno a todos muy calladitos, con cara de puchero, pero sometidos –ellos sí- a la disciplina y la orden superior. Nadie hizo nada, ni siquiera Demetrio Sodi quien seguramente se embuchacó su último berrinche pues si de aquí se marcha se convertiría en la golondrina: ¿a dónde ira, veloz y fatigado?

Doña Isabel, por su parte, ha dicho algo muy cercano a nuevo dogma del panismo calderonista: impedir el regreso del PRI. Si ese fuera su único y verdadero afán, se podría ahorrar la molestia. El PRI no tiene oportunidad de ganar el Distrito Federal. Ese es un hecho. No tiene estructura ni tiene una buena candidata, así pongan a Beatriz Paredes quien hace seis años conoció la derrota.

Pero pasando por encima de estas cosas, vale la pena leer las palabras oficiales. La notificación de la resignación, cuyo texto no podía ser más simplón y acomodaticio:

«Isabel Miranda de Wallace será la candidata panista a la Jefatura del Gobierno del Distrito Federal, y con ello habrá una bocanada de aire fresco y renovación en la política mexicana, aseguró el presidente nacional del CEN del PAN, Gustavo Madero Muñoz…

«…Tras agradecer a la Dirigencia Nacional panista su interés por postular una propuesta ciudadana -sigue diciendo el documento oficial del PAN–, Miranda de Wallace afirmó que es tiempo de los ciudadanos y de hacerse cargo de las instituciones para fortalecerlas y depurarlas, y se describió como una persona que ha vivido fuera de los presupuestos públicos (hasta ahora) y del círculo vicioso de saltar de un cargo a otro.

«Sé lo que cuesta ganarse el dinero y sé de la importancia de administrarlo correctamente», sentenció.

«Miranda de Wallace aclaró que sabe por experiencia propia el costo real de la ineficacia, la corrupción, la impunidad, la ineptitud y usar los cargos públicos como patrimonio propio.

«Por ello, precisó que es una candidata ciudadana y responde a los intereses de ellos y no a los de un partido. «Esa fue una condición básica para aceptar esta candidatura».

O sea, pues, ser pero no ser.

Sin embargo el proceso panista no debería llamar a nadie a la sorpresa. Un partido desfondado en la capital (no tanto como el PRI), con una intención de voto de apenas 10 por ciento, se prende –como sea– de cualquier clavo por ardiente como esté.

La eufonía de una candidatura ciudadana cubre las apariencias y permite hasta invocar el origen mismo de Acción Nacional y salvar un poco las apariencias, se repite –quien lo diría– en el Partido de la Revolución Democrática. Por eso, en el apogeo de su súbito ascenso en las encuestas, Miguel Ángel Mancera dice palabras parecidas a las de doña Isabel:

«Soy un candidato que viene desde la ciudadanía, estoy convencido en el gobierno progresista».

Pero en fin, por el vericueto más extraño, los partidos opuestos lograron en los hechos aquello a lo cual no tuvieron acceso en el Poder Legislativo: una reforma política para garantizar las candidaturas ciudadanas.

++++++++++++++++++++

La actitud de Isabel Miranda de Wallace, como en su momento la de Rosario Ibarra por razones similares en lo profundo, pero distintas en los matices, permite –dicen algunos—llevar las propuestas ciudadanas al terreno de la transformación social cuya herramienta indispensable y única, es la política.

Y eso es cierto, pero no exclusivamente cierto.

La presión de los órganos de la sociedad civil; las organizaciones no gubernamentales y otras formas de labor pública, son también métodos de la política. Son política sin cargo, pero una carga y un contrapeso, para la política formal.

Por eso para el sistema de partidos (como acusa Javier Sicilia en este caso) le conviene asimilar a las ONG’s en lugar de combatirlas. Paradójicamente una ONG es ingobernable y un habilitado se vuelve gobernable y en casos extremos (no es el caso, aclaro) cómplice.

Pero no se debe hacer a un lado la naturaleza humana. La seducción del poder, la oferta de lograrlo, la posibilidad del mando, la obediencia y todo lo demás, son asuntos a los cuales muy pocos puede permanecer ajenos.

Como le decía Sancho Panza a Don Quijote:

–“Yo imagino que es bueno mandar, aunque sea un hato de ganado”.

++++++++++++++++++++++++

“La presente investigación busca señalar la importancia que tienen en la actualidad los sistemas de profesionalización de los órganos legislativos porque contribuyen en el mejor desempeño de sus funciones y a la elaboración de mejores normas jurídicas que atiendan los requerimientos del estadio democrático de Derecho.

“Asimismo tiene como finalidad proponer la profesionalización del cuerpo técnico de servicios parlamentarios en la Asamblea Legislativa del Distrito federal, además de plantear la pertinencia de contar con estudios de viabilidad en la elaboración de las leyes, para contribuir con la eficacia del proceso legislativo.”

Con estas palabras Alejandra Barrales inicia una tesis sustentada hace varios meses para alcanzar la maestría en Administración Pública. Editado el trabajo de investigación y propuesta legislativa en un libro llamado “”Legislar para ayudar”, la diputada Barrales complementó la noche del jueves sus presentaciones en pos de la candidatura izquierdista al gobierno de la ciudad.

En una reunión discreta (a cuya mesa de debate tuve el gusto de ser invitado) la diputada expuso sus inquietudes en cuanto a la profesionalización del servicio y el trabajo parlamentarios.

La acompañaron Amalia García (bajo cuya presidencial Barrales se afilió al PRD) y Carlos Navarrete quien declinó sus aspiraciones en favor de la diputada.

++++++++++++++++++++++++++

Dice la Biblia (Génesis 25.30)… y Esaú dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer un poco de ese guisado rojo, pues estoy agotado. Por eso lo llamaron Edom.

“…Entonces Jacob dio a Esaú pan y guisado de lentejas; y él comió y bebió, se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura”.

Pues sí, por un plato de lentejas.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta